La primera ocasión de gol en el encuentro entre Athletic y Atlético de Madrid llegó en torno al minuto 11 de juego. Una acción en la que Carrasco se plantó solo ante Unai Simón y remató ligeramente desviado. Más de uno se preguntó entonces qué le había pasado al guardameta rojiblanco para no haber salido en busca de ese balón que acabó llegando al esta vez interior zurdo visitante.
Muy sencillo. Unai Simón se preparó para correr antes de que el balón pudiese llegar a poder de Carrasco, pero se resbaló. Un patinazo en toda regla que pudo costar un disgusto al equipo. El portero del Athletic no fue el único en sufrir un percance de estas características, pero por la posición en la que se desenvuelve la repercusión de este tipo de acción poco o nada tiene que ver si suceden en otra zona del campo.
Lo curioso del partido es que, una vez más, la práctica totalidad de los resbalones sufridos por los 22 jugadores que se encontraban dentro del campo correspondían al bando bilbaíno. La situación varió con el discurrir de los minutos y en el segundo tiempo apenas se repitieron este tipo de patinazos. O el césped de San Mamés había recibido más agua de lo necesario o algunos leones se equivocaron con la elección de sus botas.
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