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Los rivales se crecen ante el Athletic


Para el Athletic ya no hay rivales pequeños en esta Liga tan igualada. Parece una perogrullada más de
Boskov
, aquel sabio balcánico de intenso acento que patentó el archiconocido “fútbol es fútbol” o el indiscutible “ganar es mejor que empatar”.




Garitano
deberá concienciar a sus jugadores de que un partido dura 90 minutos. Si es necesario dando toques a un balón 5.400 veces, tantas como segundos tiene cada encuentro. No basta con hacer media hora intensa y unas cuantas ocasiones; con comprobar que el rival es flojito atrás. No basta con observar que
Enes Ünal
, el turco que jugaba con el 9, no tenía su día. No basta con sonreír ante el golazo de un
Williams
que parece Flash en sus carreras supersónicas.

Los partidos duran hora y media y, como en el boxeo, si no noqueas al rival, este puede levantarse de la lona y romperte la cara al menor descuido. Aquí no hay jueces otorgando superioridades. Merecer ganar es una cosa y sumar tres puntos otra muy distinta. En el mercado futbolístico los tantos se canjean por puntos. Otra de Perogrullo.

Todo se fue al garete

Los rojiblancos jugaron media hora buena, con presión adelantada y entrada por bandas, pero los remates, algunos de ellos muy claros, no encontraron portería. Luego, tras el descanso, faltó mordiente, el equipo se difuminó, se marchó del partido. Garitano se escondió en el banquillo y todo se fue al garete.

Los pucelanos acabaron por crecerse ante la apatía de su huésped. Luego, tras el empate, a la desesperada, sin ideas, vuelta a la carga, como los jinetes de la brigada ligera británica contra la moderna artillería rusa, en Crimea.

Total, para empatar. Que aprendan de
Boskov.


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