Los Rolling Stones abren tienda en Carnaby Street y confirman su conversión en marca

by

in



Sin el blues, los Rolling Stones no hubiesen existido. O igual sí, pero hubiesen sido otra banda bastante diferente. El grupo de Mick Jagger (Inglaterra, 1943) y Keith Richards (Inglaterra, 1943) le debe muchísimo a los viejos bluesmen negros. Ellos fueron su primera inspiración, la que les encaminó hacía la música: Muddy Waters, Robert Johnson, Little Walker, B.B. King… “Al principio fuimos una banda de blues y después nos orientamos más hacia el pop, porque queríamos tener éxito y salir en la radio. Y entonces empezamos a ser un grupo más y más ecléctico”. A pesar de esta declaración de Mick Jagger, el grupo tiene tan metido el blues en sus venas que muchas veces es difícil identificar si esa canción es o no un blues. El oyente habituado a los sonidos negros tendrá menos dificultades. Un cosejo para los que duden: cuando es un blues de pura cepa, los Stones suelen recurrir a la armónica (que toca con más alma de la que muchos creen) Mick Jagger.
El 5 de diciembre editan su nuevo disco, Blue and lonesome, el primero en 11 años. Todo son versiones de los grandes dioses del género. Sin embargo, en ICON pensamos que los mejores blues de los Stones ya están grabados hace años. Estos son, en nuestra opinión, sus mejores blues, de menos a más. 
11. Parachute woman (1968)
Un blues sucio y pegajoso de poco más de dos minutos en el que un Mick Jagger especialmente impúdico le pide a la mujer del paracaídas que aterrice sobre él para dar juntos un paseo abiertamente libidinoso. Cuando el vocalista se queda sin palabras para proseguir con sus propuestas, es la armónica la que habla por él. Mientras, la pantanosa guitarra de Keith Richards cabalga sobre esa evocadora base rítmica que marca la senda hacia el inevitable desenlace final… porque ya se sabe que Mick (casi) siempre se sale con la suya. Incluida en Beggars banquet y compuesta por Jagger y Richards, que en esa época (1968) sí se llevaban bien y componían en la misma habitación.

10. Honest I do (1964)
Probablemente Honest I do es el primer blues que grabaron los Rolling Stones. Se incluye en el debut largo del grupo (1964), cuando estaban profundamente obsesionados con el blues. Solo hay una canción firmada por Jagger y Richards en este estreno. Lo demás son versiones de sus héroes. Esta la firma Jimmy Reed, ídolo absoluto de los Stones. “Después de oír a Jimmy Reed, nos parecía obvio que teníamos que lograr ese sonido”, comentó Keith Richards. Un blues suplicante, cimbreante, hipnótico.

9. Back of my hand (2005)
La pasión por el blues es tanta en estos viejos zorros que en su último disco (hasta que llegue Blue and lonesome, el 2 de diciembre), lleno de piezas más o menos comerciales, incluyeron este arrastrado y negro blues. Durante su longeva trayectoria de 54 años, los Rolling Stones han declarado su amor al blues en una cantidad ingente de versiones de estándares. Pero también nos han regalado no pocas composiciones propias que poco o nada tienen que ver con sus mayores éxitos comerciales, y en las que se les siente cómodos jugando en casa con sus propias reglas. Es el caso de Back of my hand, editado en A bigger bang, de 2005.

8. Rock me baby (2003)
La historia de esta canción es muy curiosa. El músico de blues Lil’ Son Jackson grabó en 1950 un tema titulado Rockin’ and rollin, que mutó hasta Rock me baby cuando B.B. King la atrapó en sus redes y la popularizó en 1964, consiguiendo su primer gran éxito. Con el tiempo se ha convertido en un estándar blues en el que también se fijaron Jagger y compañía, dejando su versión para la posteridad en el álbum Live licks de 2003. Como curiosidad, en 2003 los Stones la interpretaron en vivo con Angus y Malcolm de AC/DC (vídeo abajo), en una de las poquísimas colaboraciones en la historia de los hermanísimos Young.

7. You got the silver (1969)
Ojo, Keith Richards también sabe cantar blues. Además de ser un excelente blues con aires country, You got the silver tiene su historia: es la primera canción en la que canta Richards de principio a fin y es la última en la que participa Brian Jones, que moriría 4 meses después de la grabación. Incluida en el disco Let it bleed (1969), es una canción de amor a la pareja en esa época de Richards, Anita Pallenberg. En el último tramo de la canción, Keith echa el resto y es la primera vez en su vida que llega a los niveles vocales de Jagger. Y eso es decir mucho…

6. You gotta move (1971)
Una composición tradicional afroamericana que plantea que, pase lo que pase en la vida, es Dios el dueño definitivo de nuestro destino. Ha sido grabada por multitud de artistas góspel, si bien los Rolling Stones se fijaron en la versión de 1965 del bluesman Mississippi Fred McDowell. El grupo la grabó en The Muscle Shoals Sound Studios de Alabama en diciembre de 1969, en unas sesiones de las que también salieron clásicos como Brown sugar o Wild horses. Las tres se publicaron en
su aclamado disco de 1971 Sticky fingers, encontrando su propio espacio gracias principalmente a las portentosas guitarras slide de Keith y Mick Taylor.

5. Shake your hips (1972)
Un blues árido a la par que frenético, en el que necesariamente se tuvieron que fijar ZZ Top para su éxito de 1973 La grange, pues las similitudes son evidentes. Shake your hips (Agita tus caderas) está escrita y grabada originalmente por el bluesman estadounidense Slim Harpo en 1965. Los Rolling Stones la hicieron suya en 1972 para su disco Exile on main street, donde ejerce de muro de contención tras el avasallador arranque de Rocks off y Rip this joint.  Esta no era la primera vez que Jagger y Richards reinterpretaban a Slim Harpo, pues ya incluyeron su I’m a king bee en su primer disco, por lo que se le considera una influencia seminal en el grupo.

4. Mannish boy (1977)
Los Stones se lo deben casi todo a Muddy Waters. Empezando por el nombre, que robaron de una composición del intérprete negro llamada Rolling stone. Cuando los Rolling llegaron, en 1964, a su adorado estudio Chess, de Chicago, donde habían grabado sus ídolos negros, se encontraron con una sorpresa: Muddy Waters pintando las pareces. Los sesenta eran duros para el blues y el genial músico se ganaba la vida de pintor de brocha gorda. Los Stones no dieron crédito y reaccionaron llevándose a Waters de telonero. Este Mannish boy, gozosamente ralentizado, está firmado por Waters. Los Stones lo registraron en el doble directo Love you live, editado en 1977. Años después (1981), el grupo tendría el honor de interpretarla en un club minúsculo de Chicago (dónde si no) con el propio Waters. Esta es la versión: 

3. Love in vain (1969)
Fue el amor compartido por
el bluesman Robert Johnson el que en su momento unió y seguramente aún hoy sigue manteniendo unidos a Jagger y Richards. Como una declaración de enamoramiento compartido es como hay que tomarse el Love in vain, que los Stones grabaron en 1969 para su álbum Let it bleed. Se trata de una adaptación del original publicado por Johnson 30 años antes. Una rendición en toda regla ante el maestro, escarbando hasta las raíces del blues acústico, pero añadiendo acordes y aportando al tema original un aire más country.

2. Black limousine (1981)
La historia de esta canción pone sobre el tapete la férrea disciplina militar con la que llevan Jagger y Richards las riendas de los Stones. Habla Ron Wood: “Black limousine surge de unos acordes de guitarra míos. Pero dejé que la canción se me escapara de las manos. Luche hasta la extenuación para tener la autoría. Insistí una y otra vez. Pero nada”. Al final, cogieron Mick y Keith aquel riff de guitarra del desdichado Ron, le pusieron letra y algo más, y firmaron Black limousine. Es un blues de garito humeante, vacilón, rítmico y que deja espacio para que se luzcan los cuatro miembros principales de la banda: la voz lujuriosa de Jagger, los punteos entrelazados de Richards/Wood y el toque elegante de batería de Watts. Sublime.

Y el mejor: 1. Midnight rambler (1969)
“Si alguien quiere saber lo que son los Rolling Stones debe escuchar Midnight rambler. Eso somos nosotros. Es la quintaesencia de lo que son los Stones”. Así definió Keith Richards en 2012, para el documental Crossfire hurricane, lo que significa esta canción. También dijo que era una “ópera blues en cuatro actos”. Incendiaria, lasciva, frenética y a la vez narcótica, esta aventura de 9,43 minutos demuestra varias cosas: a) lo bien que toca la armónica Jagger; b) el respeto que el grupo tiene a sus raíces negras, y c) la facilidad que tiene Jagger para convertir una historia de un asesino en serie en un juego de alto voltaje sexual. Jagger: “La escribimos Keith y yo juntos. Estábamos de vacaciones en Italia. En un lugar precioso, Positano, en un día soleado. Y no sé por qué, nos apetecía escribir sobre cosas oscuras”. Y realmente aquello era tenebroso. “Me llaman el fugitivo enfurecido./ Siempre tengo el cuchillo afilado”. Una canción de diez.

Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.


Source link