Para cualquier aficionado a la Fórmula 1, Maranello es un lugar de peregrinaje, una ciudad que hay que visitar por lo menos una vez en la vida por la pasión que se destila por el ‘Gran Circo’ por todos lados. Y por supuesto, por vivir de cerca el amor de sus tan hospitalarios habitantes por la que consideran como su familia, Ferrari, el equipo de su pueblo, de su vida y de sus corazones.
La pasada semana, antes de acudir al GP de Italia en Monza, MD decidió emprender un viaje de dos horas y media para adentrarse en la especial atmósfera de la Emilia Romagna. Allí, una ciudad con alma de pueblo, Maranello, recibió a este diario con los brazos abiertos. En solitario, recorrimos los lugares más míticos de la población.
La fábrica
La primera parada era obligada, la mítica fábrica de Ferrari, punto clave en el que todo visitante debe pasar. Está ubicada en una de las calles principales de entrada, antes de llegar a la plaza central.
Las banderas rojas de los establecimientos que hay a su alrededor y las señales de tráfico con el Cavallino Rampante avisan a los visitantes de que están por llegar a un lugar único. Allí se encuentran con la entrada mítica de la fábrica de sueños rojos, por la que en 1947 (hace 75 años) salió el primer Ferrari, el 125-S. Ahí empieza el recorrido a lo más parecido a un parque temático.
La iglesia avisa de los triunfos de Ferrari
Tras el ‘selfie’ de rigor, a 50 metros está el edificio en el que desde 2015 se trasladó todo el equipo de F1, la Gestione Sportiva. En su puerta siempre hay una bandera italiana, acompañada por un número de banderas con el ‘Cavallino Rampante’ que siempre es igual al número de triunfos que lleva Ferrari durante el año. Y si coincide que es domingo, otra cosa puede alertar de las victorias de los de casa: el campanario de la iglesia. Sus campanas siempre avisan de los éxitos rojos.
La iglesia está ubicada a otros 50 metros de los míticos muros de la fábrica, delante de una plaza en la que luce una llamativa estatua. Nada de pensadores, políticos o artistas. La estatua es un gran ‘Cavallino Rampante’, que marca el centro de una población que no dudó en invitar a MD a vivir la carrera del domingo donde suelen verla muchos de sus vecinos: en el auditorio de la localidad. Otra vez será, ya que en esta ocasión había que desplazarse de nuevo a Monza por el GP de Italia.
Gestione Sportiva
Regresamos a la Gestione Sportiva, el fortín del cuadro de F1. Es el lugar en el que se esconden todos los secretos de Ferrari, pensado al más mínimo detalle para que la comunicación entre departamentos sea lo más fluida y rápida posible.
En ese lugar, ingenieros y mecánicos pasan sus días creando las piezas de los F1 y sus pilotos trabajan en un simulador de última tecnología, estrenado en 2021, que sustituyó a un simulador que era lo más parecido a una nave espacial, con los pilotos subidos a él 4 metros de altura. Ahora, con una estructura multimillonaria simulan cualquier situación de carrera.
Todo está pensado hasta el más mínimo detalle, por lo que la Gestione Sportiva está ubicada justo al lado de la mítica pista de Fiorano, que dentro tiene el edificio dedicado a sus clientes estrella, guardando los F1 que los millonarios tienen en su propiedad, así como un espectacular túnel de viento.
El circuito de Fiorano
Los visitantes pueden desplazarse hasta la puerta del Circuito, pero allí no verán nada. Para hacerlo, en caso de que haya algún test privado con F1 de años anteriores o de un coche de calle, deberán hablar con alguno de sus habitantes. Uno de ellos nos acompaña en bicicleta hasta uno de sus rincones mágicos, el puente de entrada a Maranello. Desde ahí se puede ver gran parte de la pista con vistas privilegiadas y de forma gratuita.
La siguiente parada son sus calles, llenas de negocios de experiencias de conducción de Ferrari de calle, tiendas de recuerdos, ‘mercahndising’ y de piezas de coleccionista. Al lado de la fábrica está Maranello Collection, una tienda que parece un museo. Su regente fue claro: “Que los españoles vengan. Incluso solo para mirar. Aquí hay historia”. Pura hospitalidad.
El museo y el Ristorante Montana
Otro punto clave es el Museo Enzo Ferrari, que va cambiando su exposición de forma regular excepto la de una sala mágica, la ‘Sala de las Victorias’, donde se encuentran los trofeos de la firma, los cascos de todos sus campeones del mundo y las joyas de la corona: todos los coches campeones del mundo de pilotos y constructores de Ferrari.
El Ristorante Montana
Si hay tiempo, es aconsejable visitar el monumento en honor a Gilles Villeneuve, al pie de una calle en pleno polígono. Y por su puesto, el mítico Ristorante Montana, imposible sin reserva porque siempre está lleno, incluso en invierno. Esta fue la casa en la que los pilotos de Ferrari más míticos comían y se hospedaban cuando había libertad de test de F1.
Allí, ‘Mamma Rosella’, apodo que le puso Michael Schumacher, sigue cocinando las ‘Tagliatelle al ragú’ que tanto le gustaban al ‘Kaiser’, servidas en un salón lleno de piezas únicas de la historia de Ferrari.
Pero antes, no hay que irse de Maranello sin hablar con su gente. Si se va con tiempo, aconsejable es ir a la cafetería céntrica del pueblo y hablar con sus habitantes, cuyo 80% vive directa o indirectamente de lo que haga Ferrari. Ellos son los que explican mejor qué significa Ferrari para todo un pueblo y toda Italia. No hay que entenderlo, solo disfrutar de su pasión y amor por unos colores.