El partido del canciller alemán, Olaf Scholz, se ha apuntado una victoria rotunda en las elecciones del pequeño Estado del Sarre, en la frontera con Francia, al obtener un 43,7% de los votos, según las proyecciones de la televisión pública ARD. Los socialdemócratas arrebatan así este land de casi un millón de habitantes a los democristianos, que lo han gobernado los últimos 22 años. Los comicios en el Sarre son los primeros desde que Scholz se puso al frente de la Cancillería a finales del año pasado. El resultado supone un espaldarazo a la gestión del tripartito al poco de haber cumplido sus primeros 100 días.
La candidata del SPD, Anke Rehlinger, ha obtenido un éxito contundente al pasar del 29,7% de las anteriores elecciones, en 2017, al 43,7% que le dan ahora las estimaciones —el resultado final tras el recuento puede variar en alguna décima—, por lo que previsiblemente se convertirá en la primera presidenta socialdemócrata del Sarre desde 1994, en aquel entonces con el carismático Oskar Lafontaine al frente. A la espera del recuento definitivo, el SPD contaría con una mayoría absoluta que le permitiría gobernar en solitario.
Los conservadores del actual presidente, Tobias Hans, han obtenido un 28,1%, una debacle para un partido que en 2017 superó el 40% de los votos y que lideró ininterrumpidamente todos los gobiernos en el Sarre desde el año 2000. En esta última legislatura formó una gran coalición con el SPD, lo que ha permitido a la candidata socialdemócrata darse a conocer desde su puesto de número dos del Ejecutivo.
La izquierda de Die Linke también se ha hundido al perder más de 10 puntos porcentuales. Con un 2,5% de sufragios, la formación no tendrá representación en el Parlamento regional. El descalabro se atribuye casi enteramente al abandono de su hombre fuerte y fundador, Oskar Lafontaine, que se marchó del partido entre críticas a su formación.
Los comicios en el Sarre inauguran el año electoral alemán, que tendrá otras tres citas más: en el pequeño land fronterizo con Dinamarca de Schleswig-Holstein, el 8 de mayo; en Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado del país, el 15 de mayo, y en Baja Sajonia el 9 de octubre. El Sarre era también la primera prueba para el nuevo líder de los democristianos, el derechista Friedrich Merz, que fue elegido el pasado enero en un giro conservador que pretende romper con los 16 años de centrismo de Angela Merkel.
El resultado de las otras formaciones que tendrán representación en el Parlamento de Saarbrücken las sitúa muy lejos de los dos principales partidos. Los Verdes han obtenido un punto porcentual más, en este caso decisivo porque al superar el 5% de los votos consiguen entrar en el hemiciclo. Los liberales del FDP están en este momento en el límite para obtener escaños, con el 4,9% de los votos. La formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) baja medio punto con respecto a su resultado de 2017 y consigue el 5,7% de los sufragios.
El primer ministro saliente ha asegurado que los resultados son “amargos” y ha asumido “toda la responsabilidad en la derrota” de su formación. “Aceptaré las consecuencias que se deriven”, ha añadido en la televisión pública en la tradicional ronda con los candidatos. Hans no había ganado las elecciones anteriores para la CDU. Llegó al cargo después de que su antecesora, Annegret Kramp-Karrenbauer, fuera nombrada ministra en el último Ejecutivo de Angela Merkel, en 2018, y abandonara la presidencia del Sarre.
La CDU gobernaba en coalición con el SPD de Rehlinger, que ocupaba la cartera de Economía desde 2014 y había conseguido forjarse una muy buena imagen entre los votantes. Hans, en cambio, era un candidato más débil al que también ha perjudicado la estrepitosa derrota de su formación en las elecciones generales de septiembre del año pasado. Peter Matuschek, investigador del instituto demoscópico Forsa, cree que los candidatos han sido decisivos en estos comicios, ya que se ha votado fundamentalmente en clave regional. En conversación con EL PAÍS previa a las elecciones, Matuschek anticipaba la victoria del SPD y recordaba que el Sarre es un “land pequeño pero interesante y peculiar” que además es la primera cita electoral del año y una prueba tanto para Scholz como para Merz.
Las crisis internas, la pérdida de su figura más representativa y la debilidad de una candidata poco conocida, Barbara Spaniol, han condenado a la irrelevancia a Die Linke, la izquierda poscomunista. No hace tanto (en 2009) el partido llegó a superar el 20% de los votos en el Sarre, un Estado peculiar, que no perteneció a Alemania hasta 1957. La invasión de Ucrania ha dado la puntilla a la formación. Lafontaine, el fundador del partido a partir de una escisión del SPD y del partido heredero del comunismo, se retiró de la formación —y de la política— la semana pasada entre acusaciones de tibieza contra la actual cúpula. El que fuera presidente del SPD, ministro de Hacienda del canciller Gerhard Schröder y presidente del Sarre se marcha convencido de que Die Linke tendría que haber rechazado de plano el rearme del Ejército alemán que ha anunciado el canciller Scholz en respuesta al ataque ruso.
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