Los talibanes transforman el ministerio que se ocupaba de la mujer en otro para la prevención del vicio

El Gobierno talibán anunciado a bombo y platillo hace 10 días aún no ha celebrado un Consejo de Ministros o informado de su proyecto de país. Pero lo que no ha tardado mucho es en encontrar una sede a su flamante Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio: le ha bastado con ocupar el hasta ahora Ministerio de Asuntos de la Mujer. De nada han servido las protestas de sus empleadas que denuncian haberse quedado sin trabajo. Los operarios ya han cambiado el cartel que anuncia la nueva titularidad.

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El ominoso Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio es, en realidad, una especie de policía moral. Durante la anterior dictadura talibán (1996-2001), sus agentes se ocupaban de recordar a los viandantes la obligación de acudir a las plegarias cinco veces al día. También vigilaban la longitud de la barba de los hombres y se aseguraban de que no hubiera mujeres solas por la calle. Hacerlo suponía arriesgarse a probar la vara de los puritanos fundamentalistas.

A pesar de que los dirigentes talibanes han asegurado que ahora van a respetar los derechos de la mujer, dentro de la sharía (ley islámica), cada día que pasa hay más evidencias de que no tienen la menor intención de hacerlo. Este mismo viernes, el Ministerio de Educación ha anunciado la reapertura de las escuelas públicas de chicos a partir de mañana, pero guarda silencio sobre las escuelas de chicas. Las privadas, que dependen de los pagos de las familias, han seguido funcionando para ambos sexos, aunque con una menor asistencia.

Entrada del  Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio de Afganistán, antiguo Ministerio de Asuntos de la Mujer, en Kabul.
Entrada del Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio de Afganistán, antiguo Ministerio de Asuntos de la Mujer, en Kabul.Ángeles Espinosa

Cuando la semana pasada los talibanes pidieron a los funcionarios que regresaran a sus puestos, a las funcionarias se las conminó a quedarse en casa “por su seguridad”, hasta que se pueda establecer un ambiente de trabajo convenientemente segregado. La misma condición se ha puesto a las universidades para seguir impartiendo clases y las imágenes de las aulas con una cortina en medio se han hecho virales.

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El hecho de que suprimieran el Ministerio de la Mujer en su Gobierno absolutamente masculino ya resultó significativo. Que utilicen su sede para establecer el cuartel general de los vigilantes de la moral solo añade sal a la herida.

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