La tercera entrega de Noche en el museo fue el último rodaje de Robin Williams. La filmación finalizó en mayo de 2014 y tres meses después el actor fue hallado sin vida en su casa al norte de San Francisco, ahorcado con un cinturón. Tenía 63 años. En las diferentes películas de esta saga infantil interpretó a la estatua del presidente estadounidense Theodore Roosevelt que acompaña en sus aventuras a Larry, el vigilante de seguridad que encarna Ben Stiller. Pero rodar el último largometraje fue especialmente difícil para él.Así lo ha revelado el director de la cinta Shawn Levy, que había trabajado con el actor también en las otras dos ficciones de la saga. “Yo diría que un mes después de la filmación, estaba claro para mí, estaba claro para todos nosotros en ese set de rodaje, que algo le estaba pasando a Robin”, ha contado el cineasta en el documental Robin’s Wish (El deseo de Williams, en inglés), centrado en los últimos meses de vida del intérprete. La autopsia indicó que Williams padecía una forma de demencia incurable que tiende a manifestarse de forma agresiva en el cerebro y suele aumentar el riesgo de suicidio, cuyos efectos pudieron comprobar sus compañeros en la película. “Vimos que Robin estaba sufriendo de una manera que no lo había hecho antes por recordar frases y combinar las palabras correctas con la actuación”, ha recordado Levy.Aquella situación preocupaba a Williams, que temía que el trabajo realizado no sirviera. “Cuando Robin me llamaba a las 10 de la noche, a las dos de la mañana, a las cuatro de la mañana, y me decía: ‘¿Se puede usar? ¿Se puede utilizar algo de esto? ¿Apesta? ¿Qué está pasando?‘, yo le tranquilizaba”, ha comentado el director, que intentó animar al actor mientras “su moral se desmoronaba”: “Todavía eres tú. Lo sé. El mundo lo sabe. Solo necesitas recordar eso”.En el documental, dirigido por Tylor Norwood, también participa la viuda de Williams, Susan Schneider, que en unas declaraciones avanzadas por el portal Entertainment Tonight explica que ella y el actor lucharon por saber qué era lo que le sucedía. También hablaron del legado que querían dejar cuando fuera el momento de irse. “Sin perder el ritmo, Robin dijo: ‘Quiero ayudar a la gente a tener menos miedo”. De ahí viene el nombre del documental, de ese deseo de Williams.La misma historia es narrada por el periodista de The New York Times Dave Itzkoff, que en 2018 publicó una biografía titulada Robin. De aquellos últimos momentos habló Billy Crystal, cómico y amigo de Williams: “Lo que vi [aquel día] fue un hombre asustado”. El actor arrastraba consigo una carrera artística de 35 años y un Oscar a Mejor actor de reparto por El indomable Will Hunting; pero en los últimos momentos de su vida ya no era lo mismo. Estaba en declive profesional, económico y sentimental. En el libro se muestra que el intérprete nunca llegó a superar el peso de su segundo divorcio, que dejó dividida a su familia, especialmente en cuanto a la relación con sus hijos. “Tenía la seguridad de que nos había defraudado. Nunca acabó de aceptarlo. Algo triste porque todos le queríamos y solo queríamos su felicidad”, contó uno de sus hijos para la biografía. Toda esta situación llevó a Williams a pensar que era incapaz de volver a hacer reír a su público. “No puedo. No sé cómo ser gracioso”, le dijo llorando por aquel entonces a Cheri Minns, durante años su amiga y encargada de su maquillaje.Para mantener viva a esta leyenda del cine y la comedia, su familia presentó el pasado abril, junto a la productora Time Life, un nuevo canal de YouTube dedicado a su trabajo. En él se pueden ver actuaciones y entrevistas al actor, además de diferentes homenajes que le hacen aquellos que le conocieron a lo largo de su carrera.
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