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Los últimos días del Calderón, lágrimas de cemento y cristal


Duele ver un símbolo como el Vicente Calderón, estadio por más de medio siglo del Atlético de Madrid, en el actual estado. El mítico recinto colchonero apura sus últimos días de vida entre el ajetreo de operarios, camiones, grúas y sobre todo de escombros.

Los trabajos de derribo del vetusto y glorioso estadio a orillas del Manzanares están ya muy avanzados y casi toda la platea del anillo está ya derruida. En breve comenzará a trabajarse sobre las fachadas, lo que será un duro golpe pra los aficionados que disfrutaron y sufrieron tantas tardes y noches en ese mágico recinto.

El trabajo está siendo minucioso, sin pausa. Se descartó una voladura porque había edificios muy cercanos, incluso un colegio, amén de que pasa por la Calle 30 , uno de los nudos de tráfico más saturados de la capital de España. En su lugar se optó por hacer un derribo de dentro hacia afuera, con máquinas excavadoras que van mordiendo sin prisa pero sin pausa, los músculos y huesos de hierro, acero, cristal y hormigón del estadio.

Cuando se termine con las fachadas del anillo, las que dan a Duque de Tovar y San Epifanio, sólo quedará en pie la grada principal del estadio, que será la última a la que se le meta mano. Para lo de las fachadas aún restarán unas semanas, pero entonces, quedará visible desde fuera la osamenta del estadio rojiblanco.

Al acabarse de tirar el interior, habrá un parón de un par de meses, calculan los técnicos, para poder desviar la Calle 30 y todo el tráfico que por ahí pasa para, ya luego, desmontar la tribuna que está sobre esta carretera y que será lo más complejo de todo el proceso.

Ahora, donde antaño pelearan los Luis Aragonés, Adelardo, Futre, Schuster, Tomás, Abel, Simeone, Kiko, Forlán, Koke y compañía, se amontan escombros, casetas de obra, amasijos de hierros, cables… Algunas de las características ventanas azules del exterior ya han caído también y dejan entre ver un alucinado paisaje ‘post-apocalíptico’ que tendría cabida en cualquier secuela de ‘The Road’, una misión del nuevo ‘Fall Out’ o en el mismísimo Prypiat.

Durante la semana, lo que queda del estadio es un hormiguero de trabajadores de la empresa navarra Erri-Berri, que con todo el cuidado que se le puede poner a un trabajo que por sí requiere poder destrucción, van sección a sección. Las antaño aceras concurridas del recinto ahora están valladas por chapas a los que los grafiteros no se han podido resistir.

Las entradas del bar, del Museo, de la tienda del Calderón, completamente selladas, con parte de los carteles arrancados, dejando una sensación de que hubieran pasado 30 años de decadencia. Las hierbas se han adueñado de los recovecos que deja la acera, intransitada. El cerco de las letras ‘Estadio Vicente Calderón’, arrancadas, todavía son visibles en el fondo norte del estadio.

Está previsto que en torno a septiembre de 2019 el Calderón esté demolido por completo y puedan ponerse en marcha los trabajos de urbanización, que empezarán en la plaza de Jacinto Morago, punto más elevado del ámbito, desde donde bajarán hasta la M-30, que se cubrirá con “una losa” en la que habrá una “zona verde” con algún símbolo conmemorativo del estadio.

La intención del anterior equipo municipal era la de ampliar los dos centros escolares de la zona (el IES Gran Capitán y el CEIP Tomás Bretón) y la construcción de un centro de mayores y una zona deportiva. Los nostálgicos del Calderón celebraban hace unos meses su particular despedida, con cánticos, con bengalas, con jolgorio, con el ADN que supo ganarse el glorioso Calderón.

En apenas unos meses, este verano será el de los últimos días del Vicente Calderón, sus fachadas, sus carteles, sus graderíos, sus luces, sus huesos… “se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”.


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