‘Los vencidos’, una visión verosímil de los desastres de la guerra

Si para Carmen Martín Gaite, en El cuarto de atrás, “pocas novelas o películas se atrevían a ir más allá y a decirnos en qué se convertía aquel amor después de que los novios se juraban ante el altar amor eterno, y eso, la verdad, me daba mala espina”, Los vencidos (Netflix), le alejaría de cualquier sospecha pues sí se atreven a ir más allá, aunque no tras jurarse amor eterno sino tras una devastadora Segunda Guerra Mundial, durante su posguerra en Berlín. Los días después. 1946. La capital alemana muestra un paisaje desolador salvo para un grupo de privilegiados, entre ellos el vicecónsul de Estados Unidos.

Max, un policía norteamericano con la misión de ayudar en la profesionalización de la policía local, comandada por una sufrida Elsie, oculta que su anhelo secreto es encontrar a su hermano, desaparecido durante la guerra y con un notable desequilibrio mental. Berlín es el paraíso de los delincuentes y, sobre todo, del llamado Creador de los Ángeles, el capo di tutti capi. Ruinas y mafias. La muy interesante serie se debe al sueco Måns Mårlind, responsable también de la muy apreciada Bron (El puente), y lo cierto es que no empaña en nada su brillante currículo.

Es evidente que los vencedores son quienes escriben la historia, como también lo es que muchos de ellos se enriquecen. Solo hace falta recordar a algunos de los ministros del primer franquismo, incluida la familia del dictador, y sus actuales descendientes políticos populares. En Los vencidos se deja constancia de la continuidad de tal comportamiento en la figura del vicecónsul, el inolvidable psicópata Dexter (Michael C. Hall), del que ya se anuncia una nueva temporada. En resumen: una visión verosímil de los vencidos de cualquier guerra.

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