Los Golden State Warriors se han olvidado de ganar, particularmente a domicilio. En lo que va de temporada acumulan ya siete derrotas y todavía no han logrado ninguna victoria lejos del Chase Center y San Francisco. Los vigentes campeones no vivían un arranque tan pobre desde la temporada 1989-1990, que terminaron con un balance de 37-45 y alejados de los playoffs. Volviendo al presente, en el balance acumulado no pintan mejor las cosas con un 5-8 que les sitúa en la tercera posición por la cola en la competida Conferencia Oeste, tan solo por encima de los desastrosos Los Angeles Lakers y la causa perdida de los Houston Rockets.
“Es decepcionante estar 0-7”, reconoció Steph Curry, anoche terrenal con 27 puntos y 6 asistencias durante la derrota por 122-115 en Sacramento, contra unos Kings liderados por un imperial Domantas Sabonis (26 puntos, 22 rebotes y 8 asistencias). “Simplemente han jugado mejor que nosotros”, se resignaba Steve Kerr, que sigue sin dar con una rotación fiable después de sufrir bajas delicadas en verano.
La herida más grande para Golden State se sitúa en defensa. No son capaces de parar los pies a nadie y estadísticamente son uno de los peores equipos de la competición atrás (27ª posición en eficiencia defensiva y quienes más puntos por partido otorgan al oponente, 119,2 de promedio). Gran parte del problema radica en la despedida de dos hombres clave en la rotación de campeonato el curso pasado. Ni Gary Payton II ni Otto Porter Jr. están ya en la plantilla para entrar e imponer su músculo defensivo, y en su lugar se encuentran jóvenes promesas con mucha tela que cortar.
James Wiseman y Jonathan Kuminga no están dando la talla, y otro que tampoco termina de cuajar es Moses Moody. Sobre todos ellos habló Kerr anoche, ahora que resulta evidente que les ha dejado fuera de la rotación hasta que enderecen su juego. “Son chicos jóvenes y deben aprender cometiendo errores, esa es la parte dura para ellos”, reconoce el técnico de la bahía. “El problema es que no somos un equipo que pueda permitirse fallos de sus jugadores. Es injusto para ellos, pero es la realidad que tenemos. De la manera en que estamos jugando, no somos lo suficientemente buenos como para soportar demasiados errores”.
Parte de la culpa del tambaleante balance de los campeones reinantes es la falta de punch en los momentos decisivos de sus veteranos, con la única excepción de un Curry que ya ha rescatado más de una victoria para los suyos en San Francisco. Jordan Poole y Klay Thompson siguen helados en el tiro, y contra Sacramento se combinaron para anotar 12 de sus 30 tiros a canasta. Draymond Green, siempre vocal en sus análisis, tampoco está obrando maravillas en las últimas jornadas: “¿Podemos encontrar mejores opciones de tiro? Seguro. No creo que sean demasiados, sin embargo”. Una incorporación fiable como JayMychal Green se ha caído de la rotación por no encajar bien, por ahora, en el sistema.
Golden State está lanzando 40,8 triples por encuentro esta temporada, la segunda cifra más alta de la liga. El problema está en las conversiones, un 36,2% que les sitúa en decimotercera plaza de acierto en la tabla. “Llevamos muchos años ganando títulos así, ahora no vamos a decir que es demasiado”, apunta el ala-pívot, que la lió bien gorda en pretemporada con su puñetazo a Poole. Entre los pequeños pero relevantes cambios de plantilla y momentos desestabilizadores en un clima enrarecido por la falta de dinero para las renovaciones, los Warriors llevan cinco victorias gracias a las maravillas de Curry.
No hay pánico en las oficinas, o al menos eso decía Bob Myers hace un par de días. “Más allá de Steph, nadie está jugando su mejor baloncesto todavía”, comentaba el ejecutivo a The Athletic. “En este punto, es demasiado temprano para sacar conclusiones definitivas. No lo suficientemente pronto como para no preocuparnos, pero sí para tomar decisiones drásticas”.
Además de una defensa blandengue y un ataque en la media de la liga (son el 14º grupo en eficiencia ofensiva), uno de los factores que más ha perjudicado a los Warriors es su incapacidad para defender mínimamente bien en los minutos clave. En las derrotas en Charlotte, Miami, Orlando y Sacramento llegaron a liderar el partido dentro de los cinco minutos finales, pero luego no lograron rematar la faena. No hay pánico, pero sí decepción y una mínima preocupación en el seno de los vigentes campeones.