Luis Rubiales, un futbolista del montón convertido en ejecutivo

Habitualmente risueño y bromista, Luis Rubiales, 44 años, es presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) y vicepresidente de la UEFA. Aunque últimamente se le ve sonreír poco. El rostro serio, el discurso severo, el tono chulesco. Así se presentó el miércoles a la conferencia de prensa en la que explicó unas informaciones que revelaban los tejemanejes en el seno del órgano federativo y desnudaban las formas no siempre elegantes de gestionar los negocios del fútbol español. Alguien accedió a su teléfono, le robó los datos y los filtró a El Confidencial. De ahí la dureza de sus palabras: “Esto es una mafia”, denunció.

“Estaba indignado, dolido. Es una persona honesta. No ha hecho nada ilegal. No puede uno recibir ese linchamiento público”, señalan fuentes cercanas al presidente. Y añaden, no es que se mostrara insolente, solo “se defendió y desahogó”.

Lo hizo con vehemencia y con alguna que otra anécdota. Como aquella que le sirvió para mostrarse como el mejor ejemplo de resiliencia. Cuando era apenas un bebé de un mes, relataba, su hermana, año y medio mayor, cayó encima de él, que estaba en la cuna. “Me partió las piernas de arriba abajo. Tuve seis o siete fracturas en cada pierna. Mi padre me llevó al médico. Y el doctor le dijo: ‘Mire usted, su hijo va a ser de todo menos futbolista”. Y, ya se sabe, ha sido un poco de todo: abogado de formación, sindicalista, ejecutivo y, también, futbolista.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, pronto regresó a Motril, en Granada. Divorciado y padre de tres niñas, dos de ellas menores de edad, fue un futbolista del montón, por cómo se desenvolvió con el balón por la banda, un esforzado lateral que hizo carrera en el Levante antes de erigirse en el salvador de un equipo atenazado por las deudas de un club arruinado. Rubiales, que había estudiado Derecho y era uno de los veteranos, fue el que llevó a sus compañeros a la huelga —desconvocada horas antes de un partido de Liga contra el Recreativo en Huelva, era 2008— y consiguió, con su tesón y arrogancia, sacarlos del pozo. Aquella fue la primera vez que acaparó los focos. Y su primer enfrentamiento frontal con Javier Tebas, presidente de LaLiga.

Lo recuerda su entonces compañero Felix Ettien, a quien Rubiales convenció, como al resto de integrantes de la plantilla, de que debían mostrar unidad frente a la directiva del club valenciano. “Nos decía que estar juntos nos haría más fuertes. Nosotros, la mayoría, teníamos pocos estudios. Y él defendió nuestros intereses”. Los futbolistas, a quienes no les habían pagado durante más de un año, cobraron el 75% de lo adeudado por la entidad, que acabó en concurso de acreedores. “Si no hubiera sido por él, no hubiéramos visto un duro”, recuerda Ettien.

El marfileño, que tiene hoy trabajo en el equipo de mantenimiento de la Federación después de haber sido unos de los choferes de la misma, todo gracias a Rubiales, defiende que el presidente es “muy amigo de sus amigos”. Y remata: “Es muy trabajador. Está empeñado en mejorar el fútbol español. Y está haciendo las cosas lo mejor posible”.

Luis Rubiales, por Sciammarella.
Luis Rubiales, por Sciammarella.

Tras ejercer de sindicalista amateur como jugador del Levante y después de agotar su fútbol en equipos de segunda línea, Rubiales se convirtió en presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), desde donde empezó a ejercer de azote de Tebas. Y a postularse como sucesor de Ángel María Villar al frente de la RFEF. Si Tebas ascendió a la presidencia de la LaLiga al conocer las cañerías del fútbol español a través de los despachos, Rubiales logró la presidencia de la Federación por lo que había mamado en diversos vestuarios.

La imagen pública que ofreció el pasado miércoles no dista mucho de la que tienen algunos trabajadores de la Federación, que asumen la mano dura del presidente (en el cargo desde mayo de 2018), a quien, cuentan, se le ha escuchado decir alguna vez en Las Rozas que es “mejor dar miedo que asco”. Pudo dar la sensación de que dirigía la institución con cierto deje caciquil, como cuando colocó a su tío, Juan Rubiales, como director del gabinete de presidencia; hoy es director del museo de la selección. Además, Luis Rubiales estuvo en el punto de mira cuando dimitió el comité de ética por las implicaciones de la Operación Soule, que investigaba una supuesta red de influencias en el organismo federativo.

El de Motril ha sabido, sin embargo, conseguir el favor de la mayoría de presidentes territoriales (con la excepción del de Madrid), que le ven como un líder capaz de plantarle cara a Tebas. Hoy tiene el apoyo incondicional de tipos como Óscar Fle, presidente de la federación aragonesa, que estuvo en el bando contrario durante el proceso electoral: “Luego resultó que ganó y a partir de ahí se puso en contacto conmigo y me pidió que formara parte de su equipo. Pasé muchos años atravesando el desierto con Villar. Había mil tropelías. Y yo no comulgo con pillerías. No soy fiel, soy leal. Y si veo algo que no me gusta, lo digo y punto”.

Y aunque ante la opinión pública las conversaciones y las negociaciones del presidente con Gerard Piqué puedan resultar amorales o poco éticas, por cómo maniobraban ambos para sacar a David Aganzo de la presidencia de la AFE o cómo hablaban del supuesto regreso del central a la selección española, su equipo le defiende. “Es una persona recta, honesta”, asevera Fle. Hoy, señala, lo que percibe cada territorial es conocido por todos —”Antes era top secret”—, como es público también el sueldo de Rubiales, objeto de debate tras conocerse que los ingresos que recibía en variables eran mayores si Madrid o Barcelona jugaban la final a cuatro de la Supercopa en Arabia Saudí.

Cambio de salario

Rubiales, a quien también se acusa de residir en una vivienda alquilada durante unos meses a cuenta de la Federación —a pesar de no corresponderle la ayuda por ser ya residente en Madrid— tiene un salario fijo de 634.518,19€ brutos —además de los 250.000 que cobra como vicepresidente de la UEFA— que se complementa con una retribución variable ligada a la gestión. “Me siento bien pagado”, dijo el miércoles. “Cuando llegué, la federación generaba 146 millones de ingresos y ahora genera más de 400″. Pero como su sueldo generaba suspicacias, ya ha asegurado que cambiará: renunciará al variable con efecto retroactivo a 1 de enero.

“Cogió la AFE cuando era una ruina y la convirtió en el primer sindicato de jugadores de Europa. La Federación estaba a la cola de Europa antes de su llegada; ahora está a punto de convertirse en la primera del mundo y de alcanzar a la inglesa en cuanto a presupuesto y licencias en base a la población”, indican fuentes de la RFEF. Además, ha conseguido impulsar como única candidatura europea la de España y Portugal para acoger el Mundial de 2030. Gusten más o menos las familiaridades que se toma con Piqué (y Piqué con él), suyas son una serie de decisiones que han impulsado competiciones como la Copa del Rey o la Supercopa de España.

Además, esas charlas que mantuvo con el defensa del Barça dejan más en evidencia al futbolista que al presidente, quien ni logró llevarlo a los Juegos de Tokio ni colocó al Andorra en uno de los grupos fáciles. “Las mentiras no pueden acabar con una buena gestión”, dijo el miércoles. Y a ello se aferra para sobrevivir a esta crisis. Una más desde que llegó al cargo hace cuatro años.

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