Lula da Silva regresa a Brasilia en busca de aliados para las elecciones de 2022

Un cartel de publicitario que proclama "Súmate al equipo de Lula", la semana pasada en Río de Janeiro.
Un cartel de publicitario que proclama “Súmate al equipo de Lula”, la semana pasada en Río de Janeiro.MAURO PIMENTEL / AFP

El expresidente Lula da Silva se instaló durante toda esta semana en un hotel de lujo Brasilia para reunirse con diputados y embajadores. Busca apoyos y aliados con la vista puesta en las presidenciales del año que viene. Es la primera vez que el líder de la izquierda brasileña viaja a la capital desde que el Tribunal Supremo anuló las condenas que le llevaron a prisión. Recibida la segunda dosis de la vacuna de la covid, retoma los contactos en persona que tanto le gustan. Desembarca en la ciudad justo cuando la oposición ha logrado un escaparate para exigir cuentas al presidente Jair Bolsonaro por su gestión de la pandemia.

Lula, de 75 años, está dedicado de lleno a hacer política como en los viejos tiempos tras el paréntesis impuesto por su condena y prisión por el escándalo Lava Jato. De todos modos, no confirma si será el candidato del Partido de los Trabajadores (PT). Dice como un mantra que, si tiene salud, estará disponible.

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El lunes pasado aterrizó en la capital creada por Oscar Niemeyer hace 60 años en el corazón de Brasil como emblema futurista y para, de paso, dificultar el contacto del pueblo con sus representantes.

Durante estos días se ha reunido con parlamentarios de izquierdas, centroizquierda y centro derecha. “Está haciendo algo que en Brasil parece hasta pasado de moda, anticuado. Conversar con la gente, incluso con personas con las que no está de acuerdo”, dice un portavoz del presidente.

El politólogo David Fleischer, de la Universidad de Brasilia, sostiene que el fundador del PT “intenta mejorar su imagen que quedó manchada tras su paso por la cárcel. Se quiere mostrar como una persona dialogante, independientemente de quién sea el interlocutor”. Añade que “ahora él está de hecho asumiendo su papel de candidato”.

Lula, al que los jueces inhabilitaron durante la última campaña en 2018, aspira a ampliar la base electoral del Partido de los Trabajadores (PT) para las presidenciales y parlamentarias de 2022. Bolsonaro le sacó diez puntos al PT, que tiene el mayor grupo parlamentario. También se ha entrevistado con el embajador de Alemania, actor clave en la cuestión medioambiental, el británico, los de Sudáfrica, Cuba o Venezuela. “Los embajadores quieren saber cómo ve Brasil Lula y él quiere escuchar de ellos cómo somos percibidos fuera”, explica la presidenta del PT.

Tras la resurrección política de Lula, los comicios se perfilan como un duelo entre él y Bolsonaro, que aspira a la reelección. El regreso del izquierdista ha impulsado al PT en las encuestas, atemperado algo el odio que suscitaba cuando fue encarcelado y ha dificultado mucho los planes para forjar una candidatura amplia de centro para derrotar al militar retirado.

El panorama político brasileño es muy fluido. Los partidos son bastante irrelevantes y cambiar de siglas es algo cotidiano. Por eso, las alianzas personales, regionales o con colectivos concretos son imprescindibles para alcanzar el poder.

Lula viajó hasta Brasilia precisamente en el momento en que más estrecho es el cerco en torno al presidente desde que llegó al poder. El martes, el Senado acogió la primera comparecencia de la comisión de investigación parlamentaria que analiza “las acciones y omisiones” del Gobierno Bolsonaro ante una epidemia que ha matado a más de 400.000 brasileños. El desfile de ministros de Salud ha comenzado, pero el testimonio del general Eduardo Pazuello, el más esperado -el más sensible para el Ejecutivo— se ha retrasado. Pazuello fue el ministro de Salud que en la pandemia dijo sobre su relación con Bolsonaro que “es así de sencillo, uno manda y el otro obedece”. La policía lo investiga por la falta de oxígeno que causó muertes en Manaos (Amazonas) en enero.

La pandemia y la economía, incluida paga covid, son las prioridades que Lula quiere abordar ahora, como ya dejó claro en su primer discurso tras el fallo judicial que le abrió las puertas volver a la Presidencia. El líder del PT quiere promover la ampliación del llamado auxilio emergencial del coronavirus, reinstaurado en marzo pero con menos beneficiarios y dinero. Aunque Brasil está sumido en una grave crisis fiscal, Lula considera que “hay dinero para subir la ayuda a 600 reales con los rendimientos de las reservas internacionales” brasileñas, según su portavoz.

Como señal de que hay cantera, a Lula le han acompañado en todos los encuentros Fernando Haddad, que en 2018 le sustituyó como cabeza de lista, y Hoffman, la presidenta del PT.

La hostilidad a Lula y al PT sigue extendida. Aparece en las marchas bolsonaristas, en editoriales, pero también en lugares insospechados. Quien este jueves a primera hora buscó una red de wifi en la puerta de embarque a Brasilia de un aeropuerto de São Paulo se topó con una de nombre inusual: “Lula é ladrão e vagabundo”. Tal cual. Imposible que Lula lo viera. Voló a la capital en taxi aéreo días antes.

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