Lula da Silva, aspirante a la Presidencia de Brasil, en un acto de campaña en Fortaleza, en el estado de Ceará.Jarbas Oliveira (EFE)
La frenética carrera por la presidencia de Brasil no da un respiro a los dos favoritos, Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro. Aún en plena resaca del último debate en las elecciones más polarizadas de los últimos tiempos, un bronco cara a cara protagonizado por los ataques que se prolongaron hasta la madrugada, los dos punteros se lanzaron desde este viernes en giras de último minuto. Visitaron varios Estados de este país de dimensión continental, que a partir de este viernes prohíbe los mítines, pero permite participar en marchas a pie (o en moto) y divulgar encuestas hasta la víspera de la primera vuelta de este domingo.
Los ecos del encuentro de la noche del jueves, organizado por la cadena Globo, todavía dominan el debate público, pero los candidatos siguen a todo vapor en campaña sin importar la fatiga. Ambos intentar apuntalar apoyos en ese sprint final sin salirse demasiado de su zona de confort en las horas que faltan para que abran las urnas.
Lula, en su penúltimo esfuerzo por atraer el voto útil y asegurarse la Presidencia sin necesidad de una segunda vuelta, eligió lugares donde lidera las preferencias. Solo este viernes, viajó más de 1.500 kilómetros en avión para consolidar su favoritismo. Pasó la noche en Río de Janeiro, la sede del debate y cuna política de los Bolsonaro. Allí tildó de “estúpida” en una rueda de prensa la estrategia del actual mandatario de buscar una confrontación permanente con su par argentino, el presidente Alberto Fernández. “No puedes tener un presidente en Brasil que sigue provocando a Argentina todos los días, es nuestro principal socio comercial. Es una estupidez de quien gobierna. Nos va a costar mucho recuperar muchas cosas que aquí se han desmantelado”, se lamentó.
El aspirante del Partido de los Trabajadores, de 76 años, se embarcó después al nordeste, una región donde siempre ha tenido altos niveles de popularidad. Organizó masivas caminatas tanto en Salvador de Bahía como después en Fortaleza, la capital del estado de Ceará, que ha sido gobernado por Ciro Gomes, el tercero en disputa. Para vencer en primera vuelta, Lula necesita cosechar votantes indecisos de Gomes, quien persiste en postularse como una tercera vía y ha redoblado sus ataques a los dos punteros. El exgobernador, quien fue ministro de Lula, no da su brazo a torcer y se declara objeto de una “campaña de intimidación” para hacerse a un lado.
Bolsonaro, de 67 años, en busca de una reelección que las encuestas vislumbran cuesta arriba, participó de sus famosas caravanas en motocicleta, las masivas motociatas, en Poços de Caldas, en Minas Gerais. El sábado encabezará otra en Santa Catarina, dos Estados donde sus aliados son favoritos. La víspera de las elecciones los focos se trasladarán a São Paulo, el mayor colegio electoral de Brasil, donde se juega también una buena parte de la suerte de las presidenciales.
Más de 156 millones de brasileños están convocados para elegir no solo al próximo presidente de la República, también diputados federales, estatales, senadores y gobernadores. Tanto Bolsonaro como Lula acompañarán en São Paulo a sus candidatos. El ex tornero metalúrgico se dará un baño de masas en la céntrica Avenida Paulista junto a Fernando Haddad, mientras que el capitán retirado acompañará a Tarcísio de Freitas en otra caravana motorizada. A semejanza de la elección presidencial, el duelo por la región más rica del país también se definirá en una segunda vuelta el último domingo de octubre si ningún candidato obtiene más de la mitad de los votos.
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En la carrera presidencial, Lula se ubica en torno al 50% de los votos válidos en las encuestas, lo que mantiene abierta la posibilidad de un triunfo en primera vuelta; Bolsonaro acumula un tercio de los apoyos. Varias firmas publican sus últimas mediciones el mismo sábado. En la distribución geográfica del voto, el líder de izquierdas casi que triplica al mandatario ultraderechista en el nordeste, 63% contra 22%, de acuerdo con la última medición de Datafolha; también lo aventaja 43% contra 35% en el sudeste, por mucho las dos regiones más pobladas, que suman el 70% de los electores. Bolsonaro mantiene ventajas estrechas en el sur, el centro-oeste y el norte del país.
Brasil tiene vedas electorales más laxas que otros países de la región. Aunque el viernes era el último día en que los candidatos podían publicar anuncios de campaña en prensa y televisión, hasta el sábado a las 22.00 horas todavía están autorizados para organizar actos con megafonía y amplificadores, pero sin grandes equipos de sonido ni pronunciar discursos, así como repartir material gráfico y participar en caminatas, marchas e incluso motociatas.
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