Luz Casal ha estado arropada esta noche por la Real Filharmonía de Galicia en la presentación de su gira “más corta y especial”: un único concierto en la plaza del Obradoiro, a los pies de la catedral de Santiago de Compostela, con motivo del Xacobeo 21-22 y que ha coincidido con el 25º aniversario de la orquesta. Este es el único recital que la artista gallega dará este año, a la espera de un próximo álbum que ha trabajado durante la pandemia. Casal fue recibida por 1.250 personas, el aforo máximo debido a las medidas sanitarias. Quienes no consiguieron una entrada —se agotaron en una hora― pudieron disfrutar el espectáculo de forma gratuita a través de una transmisión digital a cargo de la Consellería de Cultura. El espectáculo arrancó con un arreglo de Lo eres todo, con el apoyo de las cuerdas envolviendo a una Luz Casal vestida de estrellas. La cantante saludó en gallego al público, con un sencillo “boas noites e benvidos”.
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Alrededor de 60 músicos se pusieron ante el público en un escenario de más de 20 metros de largo, para guardar las distancias de seguridad. Además de los 53 intérpretes de la orquesta filarmónica, participaron los integrantes de la banda que ha acompañado a la artista en los últimos años. La tarima ocupó todo el lateral de la plaza, cubriendo las escaleras por las que normalmente los peregrinos ven por primera vez la catedral, al final de su camino. A las ocho y media se abrieron las puertas mientras se escuchaba, débil, el sonido desordenado de los músicos de la Filharmonía ajenos al movimiento de la gente que empieza a ocupar el millar de sillas plásticas. Como una pequeña ventana a un auditorio preparándose para un ensayo. Mientras, los asistentes más entusiastas, y afortunados, empezaban a ocupar las filas en pequeños grupos.
Uno estaba compuesto por Ana, de 46 años, con un pequeño de 4 y Emilio, de 43. Eran conscientes de la suerte que tuvieron: “Conseguimos las entradas al final, recargando la página constantemente. Casi se nos escapan”, aseguró Ana. Valió la pena, son muy fans de Luz, explicó, la ven cada que pueden y asisten cada año al Festival de la Luz, que la cantante organiza en su natal Boimorto. Quienes no tuvieron la suerte de Ana tampoco estaban dispuestos a perder el concierto. Una treintena de personas se organizaron a las afueras del Hostal de los Reyes Católicos, de frente al escenario. Entre ellas está Sara, que susurra su edad: 55 años. “Se ve perfectamente. Nosotros no conseguimos entradas porque no nos enteramos”, contó mientras cortaba un pedazo de pizza y se acomodaba debajo de las gruesas cadenas que separan la calle Costa do Cristo de la entrada del hotel de lujo.
El día antes del espectáculo, Casal explicó a EL PAÍS que el concierto se pensó como un “diálogo de dos mundos que tienen sus peculiaridades”. Los arreglos han sumado otras “sonoridades” para enriquecer un repertorio que ya era muy diverso: “Es un ejercicio muy solidario, te sientes partícipe del espacio del otro”, agregó. Paul Daniel, director de la Real Filharmonía de Galicia, coincidió con esta descripción y se mostró muy satisfecho con la cantante, que ensayó con la orquesta desde el primer arreglo. “Es un placer trabajar con artistas así, hacer una familia de sonido”, aseguró. El británico describió antes del concierto a Luz Casal como una estrella en todos los sentidos: “Ella brillará y la Filharmonía será como una constelación resplandeciente a su alrededor”. El director también elogió los arreglos de César Guerrero, que consiguieron integrar a los 60 músicos a la perfección, según Daniel: “Muchas veces en este tipo de proyectos, la orquesta acaba convertida en un accesorio que se pega a la pared de atrás. En esta ocasión no es así”.
Y el espectáculo funcionó. El director ha peleado mucho porque la orquesta salga de los límites de los auditorios y de la música clásica. Ha colaborado con otros artistas como Uxía, o el trío de jazz Sumrrá. Trabajar con Luz Casal ha sido una de sus principales aspiraciones desde hace al menos tres años. “Se necesitan artistas muy abiertos y versátiles. En ese sentido, Luz ha sido excepcional y ha participado en los ensayos incluso desde el primer día. Cuando estábamos aprendiendo la música, ella lo hizo con nosotros”, concluye Daniel.
Creación sinfónica
Ambos coinciden en que han tenido mucho tiempo para ensayar, lo que ha sido esencial para que un proyecto de esta magnitud pueda ponerse en marcha con la calidad que se espera tanto de Casal como de la Real Filharmonía. “Teníamos la determinación de que esta fuese una verdadera creación sinfónica, construida entre todos nosotros”, explicó Daniel. La cantante se mostró de acuerdo y valoró la experiencia como una oportunidad de sentirse muy acogida, porque le permitió “convertirse en un músico más, aunque con un papel más relevante al ser solista”.
Casal solo presenta este espectáculo este verano, mientras prepara el que será su siguiente álbum. “El concierto es especial, desde luego”, aseguró, y explicó que antes de empezar la pandemia ya tenía decidido dedicar estos dos años a trabajar en nuevo material. Esta actividad se vio brevemente interrumpida durante el confinamiento, cuando la artista prestó su oído a quienes lo necesitaban. En el confinamiento, la cantante fue noticia por sus charlas vespertinas con fans: llamaba cada día a decenas de personas para hablar “con gente que está sola”. Fueron más de 2.000 conversaciones telefónicas, en las que compartió la “situación, miedos, ansiedades”, pero sin ahondar en la tristeza, sino para regalar algo de “esperanza, ánimo o consuelo”, contó.
Ahora su objetivo es centrarse en rematar el trabajo que ya empezó y que se ha visto indudablemente influido por esta experiencia: “Tengo una canción que salió de ahí, con un carácter muy positivo y, como un revulsivo. También tengo un par de temas que son verdaderamente optimistas”.
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