Macarena Gómez y el porqué de su inquieta nariz


Los personajes de su última comedia, Amor en polvo, utilizan una red social de intercambio de parejas. “Se llama Wyylde, pero en mi vida he usado este tipo de aplicaciones, ni creo que las usaría”, reconoce Macarena Gómez (Córdoba, 1978). “Entiendo que haya quien las necesite, que esté sola, pero prefiero salir al bar o pasear al perro para conocer a gente”.

También se muestra contraria la actriz y productora, ella que es madre de un niño de cuatro años, a la exposición de los menores en Instagram. “Me da igual que sean famosos o no. Habría que proteger su privacidad. Cuando sean mayores de edad que hagan lo que quieran”. Por eso su perfil (con 840.000 seguidores) lo utiliza básicamente como herramienta profesional. “Al principio me costó adaptarme. No entendía para qué querían verme, pero no te queda más remedio, son necesarias para nuestro trabajo. Suelo subir fotos de mis películas. Intento compartir poco de mi vida personal: alguna imagen con mi marido [Aldo Comas], de algún viaje que me haya fascinado, con mis animales…”.

Macarena Gómez se siente analógica, es más, reconoce su tecnofobia. “Tengo miedo a depender de la tecnología, a apretar el botón que no es, me pone nerviosa y me provoca ansiedad. Incluso mi madre sabe más que yo y siempre me dice que me tengo que poner las pilas”. De ahí que recurra a los suyos cuando se siente perdida. Le ha ocurrido con su personaje de la serie La que se avecina, cuya temporada final está pendiente de estreno. “Interpreto a Lola, una youtuber e instagramer. Como no tengo ni idea, pregunté a mis compañeras Miren Ibarguren y Vanesa Romero que me enseñaron a grabar un supuesto directo online, porque no sabía ni cómo teclear en el móvil”.

“Tuve que acudir a tutoriales de YouTube para encender la Nintendo Switch de mis sobrinos. Hay veces que pienso que ojalá dejaran de existir los móviles e Internet y volviésemos a enviar las cosas por correo”.

Esa sensación de bloqueo, dice, ha aumentado durante el confinamiento. “He pasado estos meses en mi casa en el campo. Tuve que acudir a tutoriales de YouTube para encender la Nintendo Switch de mis sobrinos. En otra ocasión ellos me fueron indicando cómo conectar los cables para configurar el Apple TV. Me instalé el teléfono fijo porque no me iba bien el wifi. Llegué a estar desesperada. Hay veces que pienso que ojalá dejaran de existir los móviles e Internet y volviésemos a enviar las cosas por correo”.

Hasta entonces, el email será indispensable. “Viajo mucho y no me queda otra que leer los guiones que me llegan en el móvil o en el ordenador, nada de papel”. Aunque no tiene Spotify —“si quiero escuchar música me la pone mi marido”—, presume de plataformas en streaming. “Las tengo casi todas porque consumo mucho cine y series. Veo poca televisión”.

De entre todo el catálogo, si tuviera que elegir una película futurista memorable no lo duda. “Perseguido (1987). La vi de pequeña en un cine de Granada, con mi padre y mi hermano. Schwarzenegger tenía que correr en un concurso para salvar su vida. Me impactó mucho”. Con su hijo prefiere Doraemon: “Anoche le puse el primer episodio. Me pareció fascinante que ya en los años 60 el creador se imaginase un futuro ambientado en el siglo XXII”.




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