Macron sale debilitado de la primera vuelta de las legislativas francesas ante el avance de Mélenchon

Macron sale debilitado de la primera vuelta de las legislativas francesas ante el avance de Mélenchon

La lucha por el poder en Francia en los próximos cinco años será cosa de dos: el presidente centrista Emmanuel Macron y el veterano líder de la izquierda euroescéptica y anticapitalista, Jean-Luc Mélenchon. Las listas de este y de Macron, reelegido presidente en abril, quedan igualadas, según las primeras proyecciones de la primera vuelta de las elecciones legislativas de este domingo, marcadas por una abstención récord del 53%.

Los macronistas salen debilitados. No obstante, parten como favoritos en la segunda vuelta del próximo domingo, para ser el grupo con más escaños en la nueva Asamblea Nacional. Pero han perdido cerca de siete puntos respecto a las legislativas de hace cinco años. Y su grupo parlamentario será más reducido que el de la legislatura que termina, lo que puede limitar su capacidad de maniobra.

Según el instituto Ifop para la cadena TF1, la lista Ensemble (Juntos), de Macron, y la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), la coalición izquierdista de Mélenchon, empataron este domingo en la primera vuelta con un 25,9% de votos. En tercera posición queda la ultraderecha del Reagrupamiento Nacional (RN) con un 19,2%.

Los macronistas sacarían, según una proyección de Ifop en número de escaños, entre 275 y 310 diputados: el umbral de la mayoría absoluta son 289. Pero los mélenchonistas, aunque no lograsen ser mayoritarios tras la segunda vuelta y no pudieran así designar al futuro primer ministro, se convertirían en la primera fuerza de oposición, con entre 180 y 210 diputados. Sería un logro considerable para la izquierda francesa tras años de divisiones y resultados mediocres en las urnas. El RN, según el mismo instituto, obtendría entre 10 y 25 diputados.

En las legislativas anteriores, en 2017, la candidatura de Macron sacó, en la primera vuelta, un 32,3% de los votos. Todos los partidos que ahora integran la candidatura de izquierdas sumaron entonces un 25,5%.

“Somos la única fuerza en condiciones de obtener una mayoría en la Asamblea Nacional”, dijo la primera ministra y candidata macronista en Normandía, Élisabeth Borne, tras conocerse el avance de las urnas. “No podemos correr el riesgo de la inestabilidad”, declaró ante la pujanza de Mélenchon. “No cederemos ante los extremos”.

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Mélenchon, por su parte, proclamó que “el partido presidencial está derrotado y deshecho”. Y añadió: “Llamo a nuestro pueblo a desatar una oleada el próximo domingo”.

El 19 de junio, en la segunda vuelta, se decidirá cómo se gobierna Francia en los próximos años y cuánto poder ostenta Macron para imponer su agenda, que incluye una compleja reforma de las pensiones. Si Macron consigue la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, tendría manos libres, como en los últimos cinco años, para aplicar su programa. Pero es posible que la mayoría solo sea relativa: es decir, que aunque los macronistas tengan el grupo con más escaños, no lleguen a los 289, la mitad más uno de los 577. Entonces debería pactar con otra fuerzas, posiblemente con la derecha moderada.

La tercera posibilidad: que sea Mélenchon quien tenga la mayoría y que fuerce a Macron a nombrarle primer ministro. Mélenchon ha basado toda su campaña en esta ambición. Francia entraría entonces en lo que, en la jerga política, se conoce como cohabitación: un presidente y un primer ministro de signo político distinto. La última cohabitación fue entre 1997 y 2002, cuando el presidente era el conservador Jacques Chirac y el primer ministro, el socialista Lionel Jospin.

Los sondeos, sin embargo, conceden pocas probabilidades a una cohabitación. Macron es impopular entre un sector considerable de la población francesa, y no ha disfrutado de un periodo de gracia tras ser reelegido en abril y nombrar a un Gobierno provisional con la tecnócrata de centroizquierda Borne como primera ministra. Pero su rival en la izquierda no se encuentra en una posición mejor. Un sondeo del Ifop señala que el 69% de franceses no quiere que Mélenchon sea primer ministro.

Las legislativas son, en realidad, 577 elecciones simultáneas en 577 circunscripciones para elegir 577 escaños. Cada elección se celebra a dos vueltas. Se han clasificado para la segunda los dos candidatos más votados en cada circunscripción (también podían clasificarse los que obtuvieran más de un 12,5% no de los votantes, sino del total de inscritos). Los futuros diputados serán los vencedores de cada uno de estos duelos.

La ventaja de Macron en la segunda vuelta es la posición central que ocupa en el tablero político. Cuando un candidato macronista se enfrenta a otro mélenchonista, el macronista puede aglutinar todo el voto desde el centro a la derecha, incluso a una parte de la extrema derecha. Y a la inversa. Cuando un macronista se enfrenta a un candidato de la extrema derecha de Le Pen, puede apelar al voto de la extrema izquierda, la izquierda, el centro y la derecha moderada para frenar a la extrema derecha.

El riesgo para Macron es que sean los candidatos de los extremos los que atraigan el voto de protesta y el de los franceses convencidos de que hay que acotar el poder del presidente en los próximos cinco años.

En 2017, Macron obtuvo en la Asamblea Nacional 348 diputados; la derecha tradicional, 129; las izquierdas, 58 y Le Pen, ocho. Estas legislativas alumbrarán una Cámara muy distinta. La profunda transformación del paisaje político francés, que comenzó hace cinco años con la primera victoria de Macron, continúa en estas elecciones.

La abstención se enquista en Francia

Ya es una rutina: rara es, desde hace unos años, la elección en la que en Francia no se rompen récords de abstencionismo. La abstención del 53% en las elecciones del domingo es la mayor en una primera vuelta de las legislativas desde que en 1958 se fundó la V República, el actual sistema constitucional. En la primera vuelta de 2017, la abstención ya batió un récord, al elevarse al 51,3%. Y hace 10 años, había llegado a un nivel máximo del 42,8%.

El desinterés de más de la mitad de los votantes se puede explicar por la fatiga electoral, después de las dos vueltas de las presidenciales en abril. Pero la tendencia viene de lejos. En las mismas presidenciales, se registró la mayor abstención en unos comicios de este tipo desde 1969: un 28,01%. Algo similar sucedió en las regionales de 2020, cuando un 66% de votantes evitó desplazarse a las urnas: un récord no solo en unas regionales, sino en cualquier elección, excepto el referéndum del año 2000 para acortar el mandato presidencial de siete a cinco años.

Los abstencionistas suelen ser los más jóvenes y las clases trabajadoras, por lo que perjudica, sobre todo, a la extrema derecha de Marine Le Pen y en menor medida a la izquierda de Jean-Luc Mélenchon. Quienes suelen movilizarse más, en cambio, son los jubilados y los franceses con mayor niveles educativo y adquisitivo: los votantes del presidente Emmanuel Macron.

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