Mal y preocupante inicio para los Cavaliers y para Ricky Rubio

La dimensión superior en la que vive ahora Donovan Mitchell, haciendo cosas que ni LeBron James en Cleveland, no alcanzó para cubrir todos los defectos expuestos por los Cavaliers contra los New York Knicks para llevarse un duro revés en su debut en los playoffs ante su gente pese a a levantar 10 puntos de diferencia en el último cuarto (97-101). 

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Nadie jamás en el conjunto de Ohio había llegado a semejante cifra de puntos en un estreno en la fase por el título –38 puntos con un 14/30 en tiros, además de 5 rebotes y 8 asistencias-, pero resulta que Jalen Brunson no esperó para empezar a disfrutar de los playoffs en esta nueva vida lejos de Luka Doncic. El base acabó 27 tantos en 29 minutos -11/24 en tiros de campo-, 2 rebotes y 2 asistencias, dando lugar al primer deslumbrante enfrentamiento entre estrellas de la postemporada.

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El testimonial papel de Ricky Rubio mostró uno de los dos grandes problemas del equipo de J.B. Bickerstaff: la confianza en el banquillo y su aportación. El base de El Masnou apenas estuvo 5 minutos en pista en los que no le salió casi nada, empezando con una pérdida y una falta en un bloqueo en sus primeras acciones para acabar sin anotar fallando su único lanzamiento y sin asistir y con 2 rebotes, 1 robo y 2 pérdidas. Ya no hubo otro turno en pista para el jugador de 32 años, ante su momento este curso una vez que encaró su regreso en enero y hasta playoffs como una especie de pretemporada.

Pero, con su exiguo tiempo de juego, Ricky queda casi eximido de toda culpa de la escasa y preocupante producción de la segunda unidad de los Cavaliers, sólo 14 puntos frente a los 37 de los Knicks, con 9 para Cedi Osman, 2 para Wade y 3 con un 1/7 en tiros y un 0/3 de triples para un decepcionante Caris LeVert. 

Osman y LeVert fueron los que más jugaron con 18 minutos y todo ello resultó en una desgastante sobrecarga de minutos de casi 43 para Mitchell y Garland y 43 para Jarrett Allen. En el equipo neoyorquino, el que tuvo más tiempo en la cancha fue Julius Randle, con 33, apañándoselas con la prolongada ausencia en el parqué de un Brunson que sólo pudo jugar 9 minutos en la primera mitad al cargarse con 3 faltas.

En un táctico encuentro de trincheras, de mucho contacto físico y de predominancia de las defensas, los Knicks desconectaron a los Cavs durante muchas fases de la pintura, de donde el equipo de Ohio suele sacar 54 puntos por partido para quedarse en sólo 40. Las enérgicas rotaciones y ayudas de New York, con Julius Randle y Mitchell Robinson poniendo cemento, pudiendo Jarrett Allen llegar a sus registros habituales -14 puntos y 14 rebotes-, pero no Evan Mobley, muy bien defendido en las continuaciones, limitado a 8 puntos tras un 4/13 en lanzamientos pese a sus 11 capturas.

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Cerrada la pintura a cal y canto, Cleveland tuvo que confiarlo todo a sus bases, sobre todo en Mitchell, excelso con sus 38 puntos pero sólo acompañado a ratos por su compañero de ‘backcourt’, demasiado intermitente Darius Garland. Más certero como ejecutor desde el perímetro o atacando el 1×1 al final de las posesiones, el base firmó 17 puntos con un 7/13 en tiros y un 2/4 en triples pero estuvo muy deficiente en la dirección, sólo 1 asistencia por 5 pérdidas, siendo el único de los titulares de los Cavs que acabó con un parcial negativo (-3).

Así que Mitchell asumió la batuta, golpeando desde la media distancia y también de tres -6/16 en triples-, aprovechando el espacio que le concedían Randle o Mitchell en la salida del bloqueo directo para tirar. Con ese ceño fruncido que define a los competidores cuando están en llamas, ‘Spida’ acabó de encender del todo a su público yendo a chocar contra la grada en una acción y revolcándose por el suelo tras un robo para habilitar el contraataque. Eso, en definitiva, que tanto llega a la hinchada.

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El momento de ‘Spida’, junto a la mejoría defensiva de los Cavaliers, permitió a los de Bickerstaff controlar al descanso (45-50) una desventaja que se había ido por encima de los 10 puntos. Tuvo también mucho que ver Mobley, negado de cara al aro rival pero atinado defendiendo el propio de Julius Randle. El pívot tuvo un inicio efervescente con 16 puntos en la primera parte pero se acabó quedando con 19 -sólo 3 tantos en la segunda mitad-, y un 6/20 en lanzamientos.

Fue llamativo cómo ambos equipos encontraron la manera de apagar a sus estrellas en ciertos momentos en la segunda parte para que volvieran a brillar al final y llegar a sus altas anotaciones, en ese estado en el que pasan por encima de cualquier fórmula táctica.

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Mitchell sufrió más con la defensa en ‘flash’ de Hartenstein tras salida de bloqueo directo, una alternativa defensiva que también aplicaron los Cavaliers, en los que Osman sobre todo se presentó como la mejor opción para detener a Brunson, quien terminó encontrando igualmente el camino hacia el aro, cambiando su tiro de media distancia -más complicado ante los 2,01 del alero, por penetraciones. Las aportaciones de Obi Toppin -9 puntos-, y de Josh Hart -17 y 7 en el último cuarto-, fueron decisivas en unos Knicks, igual que un rebote final clave de Randle.

Tras un lustro sin ir a playoffs en las que es también la primera presencia en postemporada sin LeBron en 25 años, Cleveland ha vuelto con altas ambiciones, mirando con ojos golosos el anillo. Pero, para eso, hace falta mucho más.