La pelotita tenía que rodar para salvar la industria del fútbol, el negocio del fútbol; pero esto ya no es el mismo deporte, ni tan siquiera el mismo espectáculo, aunque nosotros vamos a intentar, desde la ‘Emoción del Bakalao’, que sea lo más atractivo posible. Los futboleros de mi entorno, los que antes se veían casi toda la jornada y parte de otras ligas extranjeras, reconocen que son incapaces de ver un partido completo más allá del Athletic, y aún con todo, hasta el de los leones se les hace bola por la falta de ambiente en las gradas.
El fútbol está hecho para los aficionados, todo lo demás carece de sentido por muchos millones que haya encima de la mesa. Se agradece que, por ahora, podamos escuchar el sonido ambiente de los estadios. Se oye con nitidez las protestas de los suplentes repartidos entre el banquillo y la grada. Lo mismo que los rifirrafes de los futbolistas que están sobre el césped o los entrenadores que son los que más protestan.
Una situación que me recuerda a cuando hacía mis primeros pinitos en la profesión cubriendo partidos de Regional Preferente. Una ventaja para el colegiado que lo escucha todo, como el domingo cuando le sacó tarjeta a Garitano por protestar un córner claro a favor del Athletic que González
González les birló. El ser humano tiene una alta capacidad de adaptación, y supongo que lo que hace tres días nos resultó anormal y extraño, pasará a ser tolerable, aunque cueste creerlo.
Hoy tenemos la segunda prueba de fuego en Ipurua. Lo que los leones no puedan ganar en casa por la falta de apoyo, deberán compensarlo ‘robando’ puntos a domicilio, sin la presión ambiental adversa. Esperemos que se compense lo uno por lo otro. Confío en que esta medida sin público dure poco porque eso significará que la pandemia está controlada por el bien de todos.
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