La psiquiatría es un raro conocimiento científico donde el sujeto intenta comprender un objeto de su misma complejidad para así poder sanarlo. Ya puestos, la psiquiatría es también la única ciencia médica que ha tenido corriente crítica estable.
Porque para cuestionar el modelo de la psiquiatría ortodoxa nació la antipsiquiatría, una ideología que se remonta al siglo XVIII con Philippe Pinel y Vincenzo Chiarugi y que propone el rechazo a las prácticas agresivas, así como a tratamientos que, con el tiempo, se irían convirtiendo en convencionales como lo de recetar fármacos antidepresivos para sanar lo más íntimo. La crítica a la psiquiatría ortodoxa que se estableció desde la misma ciencia tiene en España como representante visible a Guillermo Rendueles, psiquiatra que sigue en activo.
A principios de los años setenta, por tomar posiciones tan osadas, Guillermo Rendueles sufrió la represión de los tiempos, aunque eso no le impidió seguir participando en la corriente antipsiquiátrica que promovió David Cooper, psiquiatra sudafricano que junto con R. D Laing, Thomas Szasz y Michel Foucault, revolucionaron el campo psiquiátrico siempre en beneficio de los enfermos mentales. Para la antipsiquiatría, los desajustes mentales son proyecciones de las relaciones sociales establecidas en los sistemas de dominación. Tal y como va el mundo, nadie puede escapar de la sombra que proyectan las estructuras sociales sobre lo más profundo de nuestra psique. Nadie está a salvo, ya que el sistema económico dominante que padecemos es, en sí mismo, un sistema de dominación sobre el ser humano.
A principios de los años setenta, por tomar posiciones tan osadas, Guillermo Rendueles sufrió la represión de los tiempos
Los trabajos académicos de Guillermo Rendueles son numerosos. Con todo, lo que hoy nos trae hasta aquí es un curioso libro editado hace décadas por una editorial de entonces que se hacía llamar La Piqueta. El libro se titula Manuscrito encontrado en Ciempozuelos y en él, Guillermo Rendueles nos presenta el siniestro caso de Aurora Rodríguez, la que fuera madre de la niña prodigio Hildegart Rodríguez Carballeira. Para quien no conozca la historia, baste decir que Aurora Rodríguez fue una mujer de ideas progresistas, una lectora voraz de materias políticas que tuvieron mucho predicamento en la época como el socialismo utópico, el anarquismo, el feminismo y demás ismos que aún no se habían convertido en mercancía.
Activista por el triunfo de libertades de la mujer, decidió poner en práctica un experimento que es lo más parecido a un juego científico donde los sentimientos quedan fuera de las reglas. De esta manera, Aurora se quedó embarazada, eligiendo para tal fin a un progenitor biológico que resultó ser un cura castrense. El fruto de aquella relación sería su hija Hildegart, sobre quien Aurora proyectó todas las pautas de un programa hecho a medida: un proyecto de base mecanicista que convertiría a Hildegart en una niña prodigio, una eminencia que con los años se hizo famosa por ser la abogada más joven de España en una época en que las mujeres lucían a la sombra de los fregaderos. Hildegart militó en el PSOE y en partidos de izquierda, y su voz fue tan crítica que, llegado el momento, criticó el marxismo que había abrazado. Más de una docena de libros y multitud de conferencias a lo largo y ancho de Europa la convertirían en una mujer célebre, siendo aclamada por personalidades de la talla de Ortega y Gasset o H. G Wells. Una noche, su madre, recelosa, con miedo a perder al ser de su creación, descerrajó tres disparos en el pecho de su hija y uno más en la cabeza. Lo hizo mientras Hildegart dormía. Hildegart contaba con 18 años de edad y Aurora fue condenada a 26 años de cárcel por asesinato. Los cumplió en su mayor parte en el manicomio de Ciempozuelos, donde murió en 1956.
Llevado por un caso tan singular como siniestro, Guillermo Rendueles recuperó la historia clínica correspondiente a Aurora Rodríguez, madre de Hildegart, para estudiarlo a fondo, realizando con ello un riguroso análisis que le sirvió para elaborar un trabajo de crítica social desde el conocimiento científico, uno de esos raros trabajos que sirven de ejemplo a la hora de señalar las articulaciones vivas del organismo enfermo por culpa del entramado social que habita.
En estos tiempos de gestación subrogada, premios y castigos, convendría recuperar este trabajo antipsiquiátrico de Guillermo Rendueles para intentar comprender, entre otras muchas cosas, que todo lo ajeno posee la misma complejidad que todo lo propio.
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