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Marc Roca desquicia al Getafe



Marc Roca se interpuso entre el Getafe y su propósito febril de subirse al carro de la Champions. Chocó el equipo madrileño contra la muralla del Espanyol, organizado alrededor de su líder a pesar de jugar con uno menos. El empate fue un premio para el último clasificado.La jugada que definió el partido —una de esas decisiones que acaban mandando a los equipos a Segunda— fue una jugada cualquiera. Espinosa, que había subido a rematar un saque de banda de Cabrera frente al área del Getafe, atacó el balón poniendo su mano a modo de paracoques. Damián exageró el contacto y Muniera Montero, el árbitro, mostró la roja directa. Corría el minuto 16 y el Espanyol se quedó con diez en uno de los escenarios más tenebrosos de la Liga.Una suave llovizna suavizaba la temperatura y perfumaba el aire en la tarde madrileña. Abelardo maldecía bajo el arco del banquillo mientras reordenada al equipo con dos movimientos: David López pasó a la defensa y Roca se situó como mandamás solitario ante la presencia intimidante de Maksimovic y Arambarri.Si el Getafe tuvo todo a su favor, el Espanyol tuvo a Roca. El mediocampista catalán parecía rodeado. Pero acabó rodeando a los demás y definió el carácter de su equipo en una situación que parecía irrevocable. Colocó sus líneas en el punto exacto, dictó los tiempos con precisión, y fue llevando el partido por el cauce que mejor convenía al Espanyol ante el cortocircuito de la oposición. El Getafe no aprovechó la ventaja numérica para mover la pelota en busca del previsible espacio. Abusó de maniobras que acababan dividiendo el balón y se metió en un embudo. El tiempo pasaba. Abelardo miraba el reloj ansioso. Pero el peligro, contra todo pronóstico, rondó el área local: Embarba, Calleri y Wu Lei pusieron en aprieto a David Soria en sucesivas ocasiones. Antes del descanso, el portero le ganó a Embarba un mano a mano crucial.Bordalás refrescó el ataque con Kennedy, Jason y Ángel, y mandó una carga general. Solo en los últimos minutos dio muestras de agotamiento el Espanyol. El muro estuvo a punto de quebrarse cuando Ángel cabeceó con veneno un centro de Jason. Lo sacó Diego López con un guantazo que parecía imposible. Fue la culminación de una obra maestra de la resistencia.


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