Cuando Marcus Thuram empezó en la cantera del Barcelona, con nueve años, el entrenador lo vio tan alto y tan fuerte, que lo situó de central. Una decisión que enfadó a su padre, Lilian Thuram, que acababa de fichar precisamente por la zaga del equipo azulgrana. “Tú no jugarás de defensa, sino adelante”, gritó su progenitor. Y así ocurrió. Esa fue la primera y última vez que el joven Tikus, como se le conoce en su círculo, actuó en la retaguardia. Desde entonces, progresó -y mucho últimamente- como atacante haciendo valer su corpachón de 1,92 y la técnica de quien aprendió a domar el balón en el pasillo de casa.
Él será una de las amenazas que le esperan al Madrid este martes (21.00, Movistar Liga de Campeones) en el Borussia-Park ante el Mönchengladbach. Una cita comprometida para los blancos tras perder en el estreno contra el Shakhtar. Esa misma noche, los alemanes empataron frente al Inter (2-2), en un duelo en el que Thuram provocó el penalti del 1-1 y que horas antes dejó una imagen insólita: al propio futbolista buscándose en Google en el teléfono para acreditar su identidad en la entrada a San Siro porque se le había olvidado la documentación.
“Como futbolistas, nos ven y somos las personas adecuadas predicar la palabra. Estoy orgulloso de lo que hace mi padre”, dice sobre el racismo
Este joven francés de 23 años, nacido en Parma (Italia) 11 meses antes de que su padre se proclamara campeón del mundo en 1998, lleva la marca de su progenitor más allá del apellido. También en el nombre. Marcus fue la elección familiar como homenaje a Marcus Garvey, un jamaicano que fue una figura clave en la lucha por los derechos de los ciudadanos negros a principios del siglo XX. Y el atacante del Gladbach, como Lilian Thuram, un gran activista, no elude esa batalla. “Como futbolistas, nos ven y somos las personas adecuadas para hablar y predicar la palabra. Estoy orgulloso de lo que hace mi padre para cambiar las cosas”, afirmó recientemente. El pasado mayo, en plena ola de protestas por la muerte del estadounidense George Floyd cuando se encontraba bajo custodia policial, dejó prueba de ello al arrodillarse tras marcar al Union Berlin como señal de homenaje al fallecido y protesta por lo sucedido.
Punto débil
Al margen de esta conciencia social, la figura de su padre también planea sobre su desarrollo en el césped. “Si miras su carrera, te das cuenta de la implicación de Lilian en su trayectoria”, advierte Alain Valnegri, comentarista de fútbol internacional en Movistar y experto en la Liga francés, donde se inició el atacante tras su breve experiencia en el Barcelona, de la que el propio futbolista guarda pocos recuerdos por su corta edad. “Primero se fue al Sochaux, que tiene muy buena cantera; luego al Guingamp, donde sabía que iba a tener minutos; y ahora está en el Gladbach, con un papel protagonista. Y si te fijas en su hermano Khéphren [pivote de 19 años], lo mismo. Juega en el Niza, que apuesta por los jóvenes”, analiza.
Su potencia física, disparo y desborde impulsan su carrera en Alemania
“Para mí, Marcus está destinado a un club top. Ya sonó para el Liverpool este verano”, pronostica Valnegri. “Posee desborde, disparo, una potencia descomunal, es regateador y se mueve bien en espacios reducidos. Siempre ha sido un extremo izquierdo, pero en Alemania ha empezado a situarse por detrás del punta, y llegando desde la segunda línea es muy peligroso”, analiza. “Ha mejorado mucho en la definición, aunque aún le falta la maldad de los grandes delanteros. Y también debe progresar en el juego aéreo. Con ese poderío físico, podría ser dominante y le permitiría actuar como terminal ofensivo, a lo Lukaku”, añade. Una asignatura pendiente que, como ha desvelado el mismo jugador, le ha costado alguna reprimenda de su padre.
Los números de Tikus describen una curva ascendente. De la cantera del Sochaux saltó en 2017 al Guingamp por 600.000 euros. Ahí pasó de cuatro goles en su primera temporada a 13 en la segunda. Una etapa de maduración no exenta de crisis. Como él ha admitido, le costaba tomarse en serio el fútbol y un día el entrenador, Antoine Kombouaré, lo llamó a capítulo en su despacho. La charla causó efecto y en 2019 ascendió a la Bundesliga a cambio de nueve millones. Allí se ha encontrado con Marco Rose, un técnico de la escuela Kloppiana con quien escaló la temporada pasada hasta máximo goleador (14) y segundo mayor asistente (9) del equipo.
Su padre, el defensa Lilian, con el que habla y se analiza tras cada encuentro, no pierde ojo a la trayectoria del delantero Marcus. Un día le preguntaron a este cómo es ser el hijo de una leyenda, y el joven resolvió el tópico con una ocurrencia. “A mi padre no lo veo como una leyenda, sino como un padre. Si estuvieras con Beyoncé, no la verías como una leyenda, sino como tu novia”, contestó.
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