España es ‘la roja mecánica’ pero también es una selección que se colapsa, entra en pánico y resopla. Conceptualmente su idea futbolística es arriesgada, atrevida, excelente para ofrecer espectáculo, ideal para jugones que disfrutan moviendo la bola al primer toque y dominando los partidos. Pero la juventud e inexperiencia de la selección y el perfil de carácter de los escogidos por Lucho para defender su idea abocan al grupo a sufrir cuando surge una dificultad.
Es una selección la de Luis Enrique concebida para decidir, para mandar, para dibujar los partidos a partir del balón, es una selección de futbolistas diseñada a partir del estilismo, bonitos de ver, estéticos, ultraprotegidos porque el talento se protege. Japón impartió a este grupo un curso acelerado de sufrimiento exprés, justo para que aprendieran conceptos tan machacados como que si deja de presionar el delantero la salida de balón se tambalean los cimientos del estilo. Marruecos pone a prueba la solvencia de España porque aunque el seleccionador diga que le “importa cero el resultado”, sólo la selección capaz de dominar el marcador pasará a cuartos de final del Mundial.
Luis Enrique se ha impuesto como líder de la selección desde el primer día. “Psicológicamente estoy muy bien, como siempre”, decía en rueda de prensa. Se presentó el seleccionador altivo, retador, soberbio, inmolándose ante la prensa mundial porque cree que necesita proteger a sus futbolistas y su método es menospreciar las preguntas de los comunicadores. Se equivoca Luis Enrique. Estos futbolistas no necesitan protección, necesitan espabilarse, vivir situaciones que les hagan coger experiencia. Sufrir y levantarse. Como en la vida.
Luis Enrique pensó que secuestrando el liderazgo de la selección protegía a un grupo joven e inexperto y les liberaba de presión, pero esa ultraprotección desmedida ha aflojado al grupo. Ha bloqueado el seleccionador la aparición de un líder en el campo, un líder más anímico que futbolístico. Busquets es el garante de la filosofía pero le falta al capitán el carácter de Carles Puyol, capaz de cambiar el ánimo de un partido con una mirada.
Luis Padrique, la versión streamer del seleccionador, ha ayudado más a la imagen de Lucho que a la maduración de la selección. Lucho es infinitamente mejor técnico que seleccionador porque aquí no se trata sólo de dirigir a una plantilla selecta y escogida, esto va también de representar a un país.
Como entrenador ha sido capaz de plasmar en el juego de España una idea de fútbol total que emociona. España propone e intenta siempre avanzar desde la posesión. No hay selección que juegue mejor a fútbol que la Roja de Luis Enrique, no hay rival peor para España que Marruecos. Porque la propuesta de la selección que enarbola la bandera de África – “somos los únicos representantes del continente que seguimos en el Mundial”– es la de presionar, correr, apretar, regalar el balón porque ellos sólo lo necesitan justo para rematar a portería, una selección técnicamente poderosa pero que no se adorna.
Una selección la marroquí cimentada en una concepción de vida que va más allá del fútbol. Catorce jugadores de Marruecos no han nacido en el país que representan con su camiseta pero sí sus padres y sobre todo sus abuelos, los que se quedaron en su país viendo cómo sus hijos se obligaban a emigrar para intentar tener una mejor vida. Por ellos juega una generación atrevida, educada en el fútbol europeo, que nada tiene que perder.
Walid Regragui ha logrado lo que parecía imposible, que en apenas seis meses se una no sólo un país, todo un pueblo esparcido por Europa. Ha contado para fortalecer su selección con el preparador físico vigués Edu Dominguez. Lo fichó de la Escuela Mareo, un sportinguista de adopción, de los que integraría Luis Enrique a su grupeta aunque sólo fuera por haber ayudado al Sporting a profesionalizar un área tan importante como la de la preparación física de la base.
España tiene que superar esta prueba ante Marruecos antes de mostrarse más espléndida frente a selecciones más abiertas en su concepción de juego. A Japón no le avergonzó ganarle a España con un 14% de posesión de balón, aquí no hay equipos pequeños sino selecciones que continúan en el Mundial.