EL PAÍS

Marruecos recuerda los atentados que hace 20 años dieron un vuelco a la lucha contra el yihadismo


Retratos de víctimas de los atentados de Casablanca de 2023, el martes ante el monumento conmemorativo de los ataques.Fatima Zohra Bouaziz (EFE)

Ante el monumento que recuerda el peor atentado terrorista de Marruecos, inaugurado por el rey Mohamed VI y el entonces jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, las asociaciones marroquíes de víctimas del terrorismo han conmemorado este martes en el centro de Casablanca el 20º aniversario de la ola de ataques que se saldó con 45 muertes, incluidas las de los 12 yihadistas suicidas que los perpetraron. Supervivientes entre el centenar de heridos registrado en 2003, y familiares de las víctimas se congregaron ante la placa votiva que se alza en la plaza de Mohamed V de la capital económica marroquí, donde colocaron carteles de los fallecidos. Rachida Gedali, presidenta de una de las asociaciones, perdió a su marido en el ataque a la Casa de España, uno de los cinco objetivos. En declaraciones citadas por la agencia Efe, resumió así el lema de la conmemoración: “Tenemos un mensaje para los jóvenes: el terrorismo solo deja huérfanos por parte de las víctimas y padres dolidos por parte de los autores”.

Surgidos del barrio marginal Sidi Mumen de Casablanca, unos jóvenes terroristas marroquíes acuchillaron en nombre de Al Qaeda a decenas de civiles e hicieron estallar las cargas explosivas que portaban en centros occidentales, como el Consulado de Bélgica y el hotel Farah, frecuentado por turistas europeos, y judíos, como la sede de la Alianza Israelita y el cementerio hebreo. Los atentados causaron estupor en un país acostumbrado hasta entonces a un islamismo moderado en el que los grupos salafistas no parecían haberse radicalizado.

La Asociación Marroquí de Víctimas del Terrorismo, presidida por Soad el Jamal, quien perdió a su marido y a un hijo, difundió un comunicado en el que llamaba a preservar 20 años después la memoria de los fallecidos y a “rechazar el odio para poder sensibilizar a las nuevas generaciones”.

Amparados por una batería de legislación antiterrorista de urgencia, calificada de “restrictiva” y “expeditiva” por las ONG defensoras de los derechos humanos, los servicios de seguridad marroquí respondieron contundentemente a los ataques con más de 2.000 detenciones en pocos meses, incluidas las de destacados imanes que predicaban la visión del islam más rigorista. Desde entonces, Marruecos se sitúa en la primera línea del frente de la lucha antiterrorista, dirigida desde un poder policial muy concentrado. Esta determinación, que le ha valido reconocimiento internacional por investigaciones de inteligencia que han contribuido a desarticular tramas de terrorismo yihadista en países africanos y europeos —como la que protagonizó los atentados de París en noviembre de 2015—, es ahora además uno de sus principales activos diplomáticos.

“La nueva estrategia de seguridad (…) apoyada por un trabajo de deconstrucción de la ideología radical, dio frutos junto con medidas religiosas, económicas y sociales”, recapitulaba este martes el diario L’Opinión. “La experiencia marroquí [en materia antiterrorista] es ahora solicitada a escala global tras la desarticulación de al menos 210 células terroristas desde 2003”, recalcaba el rotativo, órgano oficial del partido nacionalista Istiqlal, integrado en la actual coalición de Gobierno en Rabat.

En 2011, cuando estalló la guerra en Siria y más de dos millares de yihadistas marroquíes se alistaron en las filas del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) antes de la proclamación, tres años más tarde, del Califato en Mosul (norte de Irak), los servicios de seguridad de Rabat ya habían desplegado un poderoso aparato antiterrorista. La Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST, inteligencia interior con 8.000 agentes), dirigida a partir 2005 por el superagente Abdelatif Hamuchi, marcó el paso de las investigaciones. Desde 2015, Hamuchi también es director general de la Seguridad Nacional (30.000 policías). Hamuchi, que depende en teoría del Ministerio de Interior, acumula ambos cargos por primera vez en la historia de Marruecos y rinde cuentas directamente ante el rey Mohamed VI. La creación hace ocho años de la Oficina Central de Investigaciones Judiciales, que se concentra en las operaciones antiterroristas y ha detenido a más de 1.500 personas, ha reforzado aún más su poder.

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Pero no todo ha sido acción policial en las últimas décadas, en las que se han registrado otros tres atentados de entidad contra extranjeros en Marruecos, como el que causó 17 muertos en 2011 en el café Argana de la plaza de Yemá al Fnaa de Marraquech. La reforma de la formación de los imanes ha reorientado las mezquitas hacia una visión del islam más nacionalista y moderada. La extensión de la educación obligatoria entre los jóvenes y los programas urbanísticos en los poblados de chabolas también han contribuido a desradicalizar la periferia de las grandes ciudades.

Familiares de las víctimas del atentado de 2003, el martes en Casablanca.FADEL SENNA (AFP)Indulto de salafistas

El cumplimiento de las condenas, algunas superiores a 30 años de cárcel, y los sucesivos indultos reales que marcan las festividades patrióticas y religiosas, han propiciado que en la actualidad solo permanezcan en prisión unos 20 detenidos por los atentados de Casablanca, según datos oficiales citados por Efe. Entre los excarcelados dentro de los llamados “programas de reconciliación” figuran predicadores salafistas arrepentidos como Hasán Ketani.

En los últimos 10 años se han registrado una decena de atentados contra extranjeros en Marruecos que llevaban el sello del yihadismo, como el que causó la muerte por degollamiento de dos turistas escandinavas en 2018. Los servicios de seguridad desarticulan periódicamente grupos acusados de vinculación con el ISIS, como el que el pasado mes de marzo se cobró la muerte de un policía en Casablanca.

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