Hay personas capaces de cambiar el mundo. Matías solo quiere pilotar, y haciéndolo, sin pretenderlo, aportar su granito de arena para conseguir también lo primero. En su casco luce un lema inconfundible: #NoHayImposibles. Y precisamente esta es la conclusión que se saca al mirar uno de los vídeos que envía Bonazzola a MD. A simple vista, se aprecia un piloto rápido dentro de un turismo, adelantando a otros coches. Pero poniéndole más atención, llega la sorpresa: ¡conduce a una mano!. Una mano con una historia ejemplar que trazando curvas a toda velocidad, debe servir para enviar un mensaje de fuerza a todos los discapacitados. A su vez, envía otro bien claro y contundente a todos aquellos que no brindan oportunidades a las personas con problemas de movilidad. “Muchos me han dicho que no podría competir. Pero yo sí puedo. Ellos nunca podrán porque su pensamiento está negando. Yo puedo y eso estoy haciendo”, expresa Matías Bonazzola, conocido como ‘El Terito’, atendiendo a MD. Nacido en San Miguel (Buenos Aires, Argentina) el 4 de octubre de 1984, a sus 36 años, pese a no tener movilidad en su extremidad superior izquierda, sigue centrado en triunfar en el automovilismo, persiguiendo el sueño que siempre tuvo de niño.
El accidente que cambió su vida
De padre mecánico, siempre tuvo claro que quería ser piloto, pero tras la separación de sus padres, su madre, Cristina Miotti, profesora, no podía permitirle aquel anhelo por falta de recursos. Había pospuesto esa idea con el objetivo de juntar el dinero necesario para que Matías empezara a competir a los 15 años. Sin embargo, precisamente a esa edad, Matías
fue arrollado por un camión mientras entrenaba en bicicleta. El camión lo adelantó, se cerró antes de tiempo y tocó el manillar de su bici. Su hombro chocó contra el asfalto de forma contundente. Su cabeza impactó contra el camión. No recuerda nada más. En ese instante, Matías perdió la movilidad de su brazo izquierdo.
“En el hombro tengo dos clavos. Con la operación que me hicieron puedo mover el codo pocos centímetros, pero nada más. La mano me quedó torcida”, explica. Aprendió entonces a defenderse solo con la mano derecha, que cuida “más que si fuera la pierna izquierda de Messi”.
Se subió a un kart a escondidas de su madre
Pero lejos de los que muchos podían pensar, Matías no se olvidó de la meta que se marcó cuando no levantaba dos palmos del suelo. 5 años después, con 20 primaveras, se subió por vez primera a un kart de un amigo, a escondidas de su madre. Y a partir de ahí fue avanzando marcándose pequeños objetivos. El primero, que aquel kart fuera suyo. Su amigo no tenía tiempo para disfrutar de ese bólido y decidió cedérselo a aquel joven que con una mano iba a tapar muchas bocas.
Me decían que no iba a poder, que era imposible, que estaba loco, que tuve suerte de que no me matara un camión y que ahora me iba a cortar el cogote encima de un kart
“Cuando yo llegaba a la pista las primeras veces me miraban como diciendo: ‘¿Y este loco dónde va? Este viene para ver si le dejan darse una vuelta para sacarse las ganas’. Pero cuando me vieron más seguido, se ponían al lado del alambrado para ver qué hacía”, apuntó con nostalgia. “Me decían que no iba a poder, que era imposible, que estaba loco, que tuve suerte de que no me matara un camión y que ahora me iba a cortar el cogote encima de un kart. Pero nunca escuché a nadie y siempre fui a por mi sueño”, añade.
9 años entrenando antes de su debut
Con ese empuje entrenó durante casi una década, hasta que a los 30 decidió que había llegado el momento de competir. ¿Por qué no lo hizo antes? Por su mentalidad de campeón: “Tardé tantos años en debutar porque siempre tuve en la cabeza que a mi no me gusta ir a participar. Me gusta ir a competir”. Y con esa idea, llegó su gran día.
Se estrenaba con 30 palos en la categoría de Kart Plus. Había trabajado mucho para llegar hasta allí y ya había emocionado a muchos veteranos. “Mucha gente del ámbito del karting, gente mayor, me decía que nunca habían visto nada igual. Fue increíble ver su emoción”. Por ello, cuando debutó, la expectación local era enorme. “Miré para un lado un momento y no quise mirar más, porque sino me iba a desconcentrar de lo que yo quería hacer, de lo que iba a hacer, que era estar delante. Me metía presión yo solo. No me iba a perdonar estar del 10º para atrás”, explica a MD. “Y terminamos con un sexto puesto”, añade tras una pausa llena de suspense. A partir de ahí, no paró de progresar.
Mucha gente del ámbito del kárting, gente mayor, me decían que nunca habían visto nada igual
De los karts, a los turismos
Después del karting le llegó otra gran oportunidad, a los 33 años, en 2018, la de competir en el Turismo Internacional al volante de un Ford Fiesta adaptado, que le permitía subir y bajar de marchas a través de dos botones en el volante con la misma mano derecha con la que pilota.
No tenía presupuesto para hacer ningún test antes de la primera carrera. Solo pudo acelerar antes en una recta para ver que todo funcionaba, pero no había podido probarse en curva. Y en la primera carrera, en el Autódromo de Buenos Aires, de un total de 16 coches, clasificó el sexto. En carrera llegó a pelear por el podio, pero un problema con aquel nuevo sistema de cambios le hizo perder unas posiciones que posteriormente recuperó con su destreza al volante, terminando séptimo.
En la segunda carrera, otro problema mecánico le hacía salir el último en La Plata, en el Autódromo Roberto José Mouras. “Tranquilos que últimos no vamos a quedar nunca”, le dijo a su equipo. No se equivocaba. “En la cuarta vuelta ya iba cuarto”. Solo una rotura de radiador por una pieza que se encontró en pista le impidió terminar su faena y salir a hombros por la puerta grande. “Terminé muy enfadado por la pista, pero todos, incluido yo, nos dimos cuenta de que mis condiciones como piloto estaban ahí”.
Sorprendió probando un TC2000
A partir de ahí, dirigió su mirada hacia una de las competiciones más famosas en Argentina, reconocida a nivel mundial: Las TC2000, de turismos. En 2019, Matías pudo cumplir uno de sus sueños, el primero de ellos, el de conducir un Fiat de esta prestigiosa competición, con el equipo de Monteagudo en un test. “Tenía muchas emociones encontradas, sobre todo tras tanto esfuerzo personal, de mi madre y de mucha gente…. Hicimos 5 tandas de 10 vueltas cada una y quedamos a solo 1”4 del tiempo de la pole que se había hecho el fin de semana anterior en ese mismo circuito en el evento de las TC2000”.
Es el único en toda América en pilotar a una mano. Quiere marcar un hito como por ejemplo el francés Fréderic Sausset, quien logró terminar las 24 Horas de Le Mans compitiendo con cuatro extremidades amputadas en 2015, igual que el también galo Philippe Croizon, que terminó el Dakar 2017 en la misma situación.
Por ahora, el ‘Terito’ puede decir bien algo que la familia Fangio, a través del Museo del mítico piloto de F1, no solo invitó a Bonazzola a Balcarce (provincia de Buenos Aires), a la fiesta Nacional del Automovilismo que se hace cada año, también le concedió el Premio Fangio 2020 “por su ejemplo de vida, temple y perseverancia”.
En busca de presupuesto
El bonaerense anhela competir algún día en la TC2000, pero antes ya tiene ya otro objetivo, el de competir en la categoría Procar 4000 con un Chevrolet. Para ello, está juntando el dinero necesario para comprar la caja de cambios y todo el sistema de automatización que le permita conducir con dos levas en el volante. “Me está costando un poco pero tengo que hacerlo”, reconoce Bonazzola, quien admite que jamás podría haber llegado hasta aquí sin el apoyo de muchos amigos. ‘El Terito’ vive con una pensión de 12.500 pesos argentinos (120 euros) con la que no llega a cubrir los 18.000 pesos que le cuestan las medicinas y cremas que necesita para sus cuidados. Pero con la ayuda de todos, no arroja la toalla.
Vive en un piso de su madre y su tío se encarga de pagarle la luz. Entrena en el Centro de Alto Rendimiento de la Asociación Argentina de Volantes (AVV) en el autódromo porteño, y con el apoyo de todos estos años que ha recibido por parte de su madre, su mayor ángel, su tío, sus amigos y patrocinadores, sigue persiguiendo sus objetivos con la misma fuerza. “¿Cómo lo hago? Pidiendo ayuda, mostrando el proyecto, mostrando los vídeos, hablando con la gente… con sponsors, que poco a poco van creyendo. Hoy por hoy hay gente que me está dando una mano. Poco a poca se están abriendo las puertas”.
El presupuesto para un TC2000 es demasiado elevado, pero sigue soñando con llegar a esta categoría. También piensa en el Dakar, donde quiere mostrar su ejemplo al mundo emulando a una mano a uno de sus ídolos, Fernando Alonso, al que considera como un amigo tras lo ocurrido en un día inolvidable que vivió en 2019.
Fernando Alonso se quedó sin palabras
En diciembre de 2019, Alonso acudió al Autódromo de Buenos Aires para realizar una exhibición con su Toyota Hilux del Dakar. En esa jornada, el español probó junto a Toyota un coche del TC2000. “Cuando me enteré, fui a la pista y el presidente de Toyota Argentina, Daniel Herrero, le habló a Fernando de lo que yo estaba haciendo. Cuando nos conocimos, en un pasillo, me miró y me dio un abrazo. Estuvimos hablando. Me preguntó por lo que estaba haciendo y le conté. Me dijo que no se lo podía creer, que no había visto nada igual con un piloto así. Le pedí un consejo”, recuerda con emoción para MD.
“Yo uso las dos manos, mucho consejo no te puedo dar. Lo único que te puedo decir es que sigas para adelante, que nunca abandones y que nunca aflojes
“’Yo uso las dos manos, mucho consejo no te puedo dar. Lo único que te puedo decir es que sigas para adelante, que nunca abandones y que nunca aflojes”, le dijo Fernando, que al final de aquella jornada no dudó en llamar a Matías ante todo el mundo y entregarle su gorra Kimoa. “Cuando terminó todo me llamó delante de todos y me dio la gorra y un abrazo muy sentido. Yo tenía un nudo en la garganta, no podía decir nada. Y luego mi sorpresa fue que me empezó a seguir en Instagram. Para mí, es un honor”, agrega Bonazzola.
El accidente me costó un brazo, ¡pero fue barato!, porque la vida la sigo teniendo. Así que opté por ir a por mis sueños. Entendí que en la vida puede durar 70 años o un ratito
Las metas que persigue Bonazzola
Hablamos del Dakar o el TC2000 como grandes sueños de futuro, pero en realidad Matías lo único que quiere “es vivir del automovilismo”. Por ello, cuando acabe su carrera, su mayor objetivo es poder dedicarse a este mundo como parte del engranaje de algún equipo. Y además, poder ayudar con su ejemplo a todos los jóvenes discapacitados, enseñando que no hay imposibles, como dice su lema.
“Con todo lo que me pasó a los 15 años. Recién hoy tengo conciencia de lo que pudo haberme costado el accidente. Me costó un brazo, ¡pero fue barato!, porque la vida la sigo teniendo. Así que opté por ir a por mis sueños. Entendí que en la vida puede durar 70 años, 30, 15 o un ratito”. Matías acelera y gira a toda velocidad con una sola mano y todavía le queda una que echarle a todos aquellos que se ven frenados por el que digan los demás. Al ‘Terito’ siempre le dio igual lo que opinara la gente. “La fuerza sale de la cabeza y del corazón”. Escuchó a ambos. Sigue haciéndolo.
De ascendencia española e italiana
Matías Bonazzola, (San Miguel, Buenos Aires, Argentina, 4 de octubre de 1984), tiene ascendencia española, de su abuelo, de apellido Garabato, e italiana, de su bisabuelo, que fue soldado y superviviente de la II Guerra Mundial. Este segundo se apellidaba Miotto, pero a su llegada a Argentina se cambió el apellido por Miotti. El ‘Terito’ mantiene el espíritu luchador de sus antepasados y pelea por hacerse un hueco en el automovilismo argentino como primer piloto en todo el continente americano en pilotar con una sola mano.
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