Muy mal lo ha pasado Maurizio Sarri en su primer año en el Chelsea hasta llegar a Bakú, donde mañana juega la final de la Europa League ante el Arsenal. Será la primera final europea del Comandante Sarri (como le llamaban en el San Paolo), que estuvo a punto de ser despedido por el club londinense y que fue ferozmente criticado por su afición. Pero Sarri (Nápoles, 1959) sobrevivió, clasificó al Chelsea 3º en Premier y le llevó hasta las puertas de la que sería la segunda Europa League del equipo de Stamford Bridge (tras la de 2012-13 con Rafa Benítez).
Su fútbol de posesión, con Jorginho de eje, fue criticado, pero levantó al Chelsea
Pese a ello Sarri, tan antidivo como supersticioso, confirma que si sigue o no se decidirá tras Bakú, cuando hablará con la directiva. Sucesor de Benítez en el Nápoles y de Antonio Conte en el Chelsea, Sarri vivió un idilio con la afición del San Paolo, que se enamoró de su buen fútbol, con el que disputó el ‘scudetto’ a la Juventus. Los desencuentros con Aurelio De Laurentiis y la oferta del Chelsea llevaron al Sarri a Stamford Bridge, donde, tras un gran inicio de Premier, llegó la crisis. Su juego de posesión, llamado ‘Sarri-ball’, con Jorginho de eje, no convencía en un año envuelto en polémicas, desde el futuro de Eden Hazard hasta Kepa al negarse a ser relevado en la final de la Copa de la Liga perdida por penaltis ante el City. Pero Sarri levantó al Chelsea.
Emery encontrará en el italiano a un rival que estudia hasta el último detalle y, siempre ofensivo, apuesta por un 4-3-3. Vehemente y apasionado analista del fútbol, Sarri dirigió a 16 equipos antes de debutar en la Serie A al frente del Empoli y hasta 2001 trabajó además como ejecutivo en un banco. Nunca falta su homenaje anual a las víctimas del ‘Grande Torino’ en Superga.
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