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Mbappé se sienta en la mesa de Messi

Mbappé se sienta en la mesa de Messi

Leo Messi no ha invitado a su mesa a Kylian Mbappé. Tiene una edad el argentino que sólo se rodea de amigos y de personas que le hacen disfrutar. Mbappé es su compañero en el Paris Saint Germain, un fantástico futbolista de otra generación. Nada más. Kylian no había nacido cuando Lionel decidía con su familia viajar a Barcelona para probar por el Barça y así poder costear el doloroso tratamiento hormonal para seguir creciendo. Pero Mbappé no necesita que Leo le invite, cree que se ha ganado el derecho de sentarse en esa mesa. Él tiene la estrella que nunca ganó Messi. Mbappé quiere la segunda estrella como campeón del mundo, la única forma posible de superar a Leo.

Mbappé, a sólo cinco días de cumplir 24 años de edad, ha celebrado cinco Ligas en Francia, un campeonato menor. Con 23 años, Messi había conquistado cuatro Ligas con el FC Barcelona, dos Champions, un ‘Sextete’ y había recogido dos Balones de Oro de los siete que ha besado. Mbappé recuerda que él se convirtió en Campeón del Mundo con Francia hace cuatro años. Con apenas 19 años. Y esa es la estrella que más brilla. El sueño de Messi de siempre.

Los precedentes Messi vs. Mbappé

Cuando era pequeño Leo visitaba con su abuela Celia la casa de familiares en Rosario. Al niño, que era muy bueno, lo sentaban delante de un televisor y le ponían la cinta de vídeo del Argentina-Inglaterra de Maradona. Y era el único momento que Lionel dejaba el balón en paz. Hipnotizado por el inmortal Diego. Con la selección. Un Mundial Sub-20, el oro olímpico y la Copa América de Maracaná son sus títulos con la selección albiceleste. Una final perdida en Brasil’2014 contra Alemania y ahora la última ocasión de ganar la estrella para sellar una trayectoria única.

Mbappé juega con elegancia, zancada amplia, plástica, futbolista moderno con la fuerza física que le permite progresar como un potro salvaje y con la calidad técnica del que genéticamente tiene un don que ha pulido en la escuela de fútbol.

Messi es callejero. Es talento en estado puro. Es tan bueno que provoca hasta cierta vergüenza ajena compararlo con otros, con cualquiera. En la era Messi no ha habido nadie que se haya podido acerca a él. Cristiano Ronaldo se sentaba a su mesa por obsesión. Coleccionaba goles y se atrevía a reivindicar para sí el título del mejor. Y algunos se lo creyeron. La realidad es que no había ningún futbolista igual que Messi. No hay en este Mundial un futbolista mejor que Messi. Ni parecido a él. Ni que proyecte un presente como él.

Ahí está Mbappé. Que tiene una estrella. Que jugará la final del Mundial con una selección, la francesa, que respeta su fútbol. Es Mbappé eficacia y pulcritud, sus goles en este Mundial le igualan a Messi (5), lleva sólo una asistencia menos que la Pulga, pero su fútbol siendo excelso no provoca las emociones que Leo. Kylian lo sabe, por eso se ha preparado físicamente como nunca para llegar a este Mundial mejor que nunca. Sabe el francés que si gana su segunda estrella dos días antes de cumplir 24 años, la década será suya. Y podrá construir su figura a partir de los éxitos logrados con su selección, justo al contrario de Leo Messi, que se hizo grande en el Barça y quiere cerrar su carrera con el titulo que le falta con la Albiceleste.

El romance de que sería injusto que Messi dejara el fútbol sin una estrella de campeón de mundo no conmueve a Mbappé. Cansado de escuchar en este Mundial que Lionel, el argentino, es el mejor de todos los tiempos. Harto de que pidan para él un Mundial que Mbappé cree se debe ganar en el campo. Como hicieron ellos en Rusia después de ganarle también a Argentina (4-3). Mbappé no quiere rendir pleitesía a Messi porque lo que quiere es superarle. Y Messi sólo sueña con ponerle en la tablet a sus hijos una y otra vez la final de Qatar, el día en que por fin fue campeón del mundo.




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