Mcxenofobia a la carta



Nadie quiere acabar con las migraciones, Donald Trump tampoco. ¿Por qué querría hacerlo? El modelo actual en el que se basa la antimigración es tan exitoso que se está extendiendo por todo el mundo. La particularidad que tiene el presidente de Estados Unidos es que no puede ocultar su venia empresarial y su fallida propuesta de aplicar un cinco por ciento de arancel a todos los productos que exporta el gobierno mexicano como castigo por la inmigración irregular no es sino la lógica del mercado: se presiona por aquí, se negocia por allá y los mercados financieros hacen maniobras para que la casa gane incluso cuando se pregona que se pierde.
Mcxenofobia a la carta
En el informe Franquicia antimigración publicado por la Fundación porCausa se expone el tipo de estrategia corporativa que se utiliza para exacerbar la xenofobia y las estrategias antimigratorias. El concepto de mcpopulismo -que yo retomo más como Mcxenofobia para no entrar en la eterna discusión de qué es populismo- es una franquicia de manual que articula discursos que ponen a las personas migrantes como los principales causantes de la inestabilidad económica y social de los actuales estados-nación, y del que el propio Steve Bannon -exasesor de campaña de Donald Trump- explica que aunque los detalles cambian en cada país, la filosofía es la misma, su objetivo: colocar el producto.
Dicho discurso mcxenofóbico es efectivo porque preponderan el orden social y la seguridad frente a los fenómenos migratorios que abonan a crear sociedades multiculturales y en constante cambio. Sociedades en las que se exige que, por ejemplo, la nacionalidad deje ser el principio por el que se otorguen derechos políticos básicos,- como el poder votar en el lugar donde se reside y se pagan impuestos y donde se crean lazos sociales y redes que afectan directamente a la vida de las personas-. Al respecto, Javier De Lucas, catedrático en el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia, explica la contradicción de este principio con el ejemplo de las pasadas elecciones en España y señala que frente a un mundo tan globalizado, habría que desmontar la concepción de nación tal y como se vive ahora.
El discurso mcxenofóbico mantiene la criminalización como eje central de políticas migratorias que son excluyentes, aporofóbicas y que propician las condiciones del capitalismo gore que como explica Sayak Valencia en su libro homónimo, generan condiciones sociales y económicas que a su vez, propician violencia explícita e injustificada hacia las personas que desean cruzar o cruzan los muros fronterizos. Basta ver que en México, en el 2018 se contabilizaron casi 400 muertes de personas que deseaban migrar a Estados Unidos y en España, de acuerdo con la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) El blindaje de la valla en Melilla multiplicó las muertes en el mar en un sesenta por ciento.
La crimigración, Angela Davis y los nuevos gobiernos
La crimigración es un concepto acuñado por la jurista Juliet Stumpf y pretende hacer una convergencia de leyes migratorias y penales, en la que, como explica González- Páramo, se “describe una distopía en la que, de la fusión de leyes penales y migratorias, surgiría una clara división entre incluidos y parias sociales; una sociedad cada vez más estratificada en la que los infra-miembros son expulsados de la comunidad por medio de fronteras, muros, normas y condena pública”. Para muestra un botón: en México, un pasaporte con una vigencia de 10 años tiene un costo aproximado de 119 euros (2,670 pesos mexicanos). En España, este mismo documento con la misma vigencia apenas y alcanza los 30 euros (668.90 pesos mexicanos). El sesgo económico es un factor que obstaculiza el tránsito, luego llegan factores como la denegación de visados o las revisiones aleatorias en aeropuertos que pueden incluso terminar en deportaciones aunque las personas tengan sus papeles en regla.
Pero hay que pensar que la crimigración va más allá: la activista Angela Davis, explica la importancia que tiene analizar el complejo industrial penitenciario en Estados Unidos porque existe una estrecha relación entre las políticas de control estatales y la economía global carcelaria que lidera este país. Por lo tanto, resultaría coherente que la antimigración se planifique estratégicamente: a más cárceles, mayor administración de presupuesto e inversión económica y mayor control internacional. Retomo a Angela Davis porque en su última visita a España, ya alertaba que “Centros de internamiento como este indican que aquellos que están en el poder ven a las personas que buscan una nueva vida en Europa, aquí, como criminales”. Y redundaba: los migrantes recluidos son presos políticos.
Entonces tendríamos que preguntar cómo, por qué y bajo qué condiciones los actuales gobiernos alrededor del mundo están invirtiendo más en la detención de los flujos migratorios que en incorporar los tratados internacionales de derechos humanos dentro de los ordenamientos internos de los países. Acontecimientos como las separaciones familiares de migrantes en Estados Unidos o la muerte de una niña guatemalteca en un Centro de Internamiento en la Ciudad de México, hacen que los planteamientos de Angela Davis se pongan sobre la mesa de discusión porque la crimigración está vulnerando a la infancia y esto lo cambia todo: estamos ante un panorama social y político distinto: criminalizar y aislar a la infancia que vive condiciones de pobreza.
México y España ¿puentes migratorios?
Si tomo de ejemplo a España y México indiscriminadamente para hablar de la mcxenofobia es porque ambos países tienen un papel clave en el tema migratorio: Primero, ambos son puentes dentro de los flujos migratorios, muchas de las personas que llegan a nuestros países lo hacen de manera temporal, su destino es otro y tanto la ley de extranjería en España como la ley de migración en México, ya son muros per se. Por ende, se perciben condiciones para que la mcxenofobia tome auge. Pero también coincide que en ambos países la infancia no es una prioridad, se están sentando bases para que la crimigración sea parte de su cotidianidad en un futuro, para que a las y los menores se les estigmatice por pobres, por migrantes, por su deseo de cruzar fronteras.
Tanto en España como en México, la infancia vive una situación de pobreza que nos debe de alertar porque esto busca la franquicia antimigratoria: criminalizar y generar miedo, pero un miedo diferente al que conocemos: me refiero al miedo de perder lazos y preferir quedarnos estáticos, miedo a generar redes, de querer movilizarnos, de compartir, de transitar el planeta. Miedo a que el futuro sea que los muros fronterizos nos atraviesen a todos y que el día menos pensado la pobreza extrema nos alcance y seamos nosotros los que estemos dentro de los centros de internamiento que más que centros son cárceles en los que incluso tocarnos los unos a los otros para consolarnos, para no sentirnos solos, nos lo prohíban.
Miedo a aferrarnos al discurso rimbombante, a soluciones rápidas, a lo que ofrezca el mejor postor. Por supuesto que Trump no quiere acabar con las migraciones y si México y España son puentes migratorios, ¿qué vamos a hacer para que no se conviertan en cárceles para los infantes?
Brenda Navarro, es socióloga y economista feminista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Máster en Estudios de Género, Mujeres y Ciudadanía por la Universidad de Barcelona. 


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