Aduriz parecía poseer el elixir de la eterna juventud. Adornado con esa arma nada secreta, sus goles. Se destacaba que había alargado su carrera y con gran rendimiento gracias al entrenamiento invisible. A cuidarse de manera extraordinaria. Pero, ya en la prórroga, en la despedida de ayer en San Mamés, puso sobre el tapete su verdadera fórmula para el éxito. Disfrutar. “Me gustaba el balón, era lo que más me gustaba de pequeño”. Punto de partida.
Aduriz subrayó que “me voy muy tranquilo, dejo el Athletic en buenas manos”. Y resumió su carrera como “un viaje maravilloso”, reconociendo que “nunca habría imaginado tener un camino tan largo y tan bonito de principio a fin. Ni siquiera habría imaginado jugar un partido con la camiseta del Athletic. Y ahora estoy aquí sentado en medio de San Mamés, era imposible imaginárselo, y más, con esta situación que nos ha tocado (en alusión al coronavirus). Es un día para dar las gracias. Ha sido un privilegio”.
El ‘20’ destacó que “no sé si me he cuidado tanto… (risas). Tendré que dar las gracias a mis aitas por la genética. Me he cuidado, pero más que eso, si he llegado hasta este punto de mi vida, con 39 años, es porque he hecho lo que más me ha gustado y me lo he pasado muy muy bien. He disfrutado mucho”.
Esta salida de escena, dada la situación, tuvo lugar con las gradas vacías. “Esto es muchísimo más de lo que merecía. Ni te cuento lo que sería con 50.000 personas aquí. Pero he tenido una barbaridad de homenajes, no siento esa necesidad de que me tengan que despedir”, zanjó. Pero su adiós sí está teniendo una enorme repercusión. Le habría gustado irse con menos ‘ruido’. “Sí, me sobrepasa todo, estoy abrumado. No soy capaz de devolver todo lo que estoy recibiendo estos días, no seré capaz nunca, probablemente. Estoy sobrepasado”, confesó.
El ‘nueve’ ya de leyenda del Athletic señaló que en su carrera “no he tenido momentos malos, los he tenido un montón, pero no por irme o venir. Para mí siempre han sido oportunidades increíbles, cuando se cierra una puerta se abren otras muchas. Y ahora no las cerraría por nada del mundo. Han sido oportunidades preciosas que he podido vivir por esas desgracias que, a la postre, no han sido desgracias”.
A modo de legado para “esa cuadrilla que está compitiendo contra el resto del mundo”, deja apuntado en la pizarra que “no hay que rendirse nunca. En la vida nos caemos un montón de veces, pero hay que levantarse y seguir intentándolo”.
Cuando se le pregunta si le ha quedado algo por hacer, dice que “lo que ojalá puedan conseguir ellos cuando sea”. Referencia a esa “ansiada” Copa. Sobre ese posible título y la celebración en la Gabarra, Elizegi dijo que tendría un lugar de honor en la proa, pero el atacante responde que “no necesito ese hueco, solo que la saquen. Lo importante es que todo el aficionado pueda disfrutarlo, yo entre ellos. Es lo que voy a ser ahora, un aficionado más”.
Hora de elegir algún gol de su colección. “Siempre os decía que el mejor estaba por llegar, ahora no puedo escurrir el bulto… El último probablemente haya podido significar mucho. Ese día mis hijas estaban en esa esquina y les estaba viendo celebrar el gol. Es el momento que más conscientes han sido de ver a su aita aquí”. Y con un partido, “serían innumerables, pero con el de Supercopa. Con el tiempo la hemos ido valorando más, ganamos al Barça de Messi a doble partido”.
No sabe lo que deparará el futuro. “Hoy es complicado hacer planes, pero tengo muchas ganas e inquietudes con las que emprender la siguiente etapa (familiar). Estoy ilusionado”, adelantó un Aduriz que reconocía con humor haber sido “un poco tocapelotas” en el vestuario. Cosas de killer.
La lesión de cadera, en última instancia, le ha hecho colgar las botas un poco antes de lo previsto. Aduriz explicó cómo ha vivido esta situación, además en esta etapa de confinamiento, y la toma final de la decisión. Lucha entre cuerpo y mente. “Entre comillas, esa pelea la llevaba desde hace mucho tiempo. Pero relativamente podía aguantar, soportarlo. Veía que más o menos podía ayudar al equipo. Últimamente, mucho menos que más. Pero este confinamiento y este tiempo en casa ha sido totalmente definitivo. Al final no ha sido una pelea equilibrada, la balanza se ha desequilibrado rápidamente hacia el cuerpo, que tiene un límite para todos. Para un profesional mucho más. No había nada que hacer”, reflexionó.
¿Habría aguantado para jugar la final de Copa de haberse disputado este verano? “Creo que físicamente no hubiese podido. Por mucho que quieras, a veces hay un límite. Y por otro lado, creo que es mejor que no esté. El equipo es mejor sin mí en este momento”, se sinceró.
En el mensaje que colgó hace unos días en las redes sociales, ya anunció que debía pasar por el quirófano para “colocar una prótesis que reemplace mi cadera”. En ese sentido, el delantero rojiblanco desveló ayer que “en principio, aunque no quiero asegurarlo por las circunstancias, la idea es hacer la intervención probablemente el sábado que viene. E intentar estar lo antes posible en Lezama, me gustaría poder acompañar al equipo hasta el final de esta temporada. Estar lo más cerca posible y, si en algún momento sirve de algo, intentar ayudar”.
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