Mientras Donald Trump contempla si concurrirá a las elecciones de 2024, la esposa del expresidente de Estados Unidos, Melania Trump, ha concedido su primera entrevista desde que dejó la Casa Blanca. En ella ha hablado de un posible regreso. “Ser primera dama de los Estados Unidos fue mi mayor honor. Creo que logramos mucho en los cuatro años de la Administración Trump”, ha señalado para el canal de televisión estadounidense Fox News, en una conversación retransmitida el domingo por la mañana.
Cuando se le preguntó si podría volver a vivir en el número 1600 de la avenida de Pennsylvania de Washington, agregó: “Nunca digas nunca”. Aunque, por ahora, ha recalcado estar feliz en Florida, en su mansión en Mar-a-Lago en Palm Beach, donde reside junto a Donald Trump desde que acabó su mandato. “La vida es maravillosa y me mantengo ocupada”, apuntó.
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Aunque no ha confirmado si su esposo se presentará de nuevo a las elecciones estadounidenses, la ex primera dama quiso compartir su pesimista visión sobre la situación actual del país. “Es triste ver lo que está pasando si realmente lo analizas profundamente”, dijo sin entrar en detalles. También abordó el tema sobre la crisis de suministro de leches infantiles en EE UU, culpabilizando al “liderazgo” del país de no haber “alimentos disponibles para los niños en el siglo XXI en los Estados Unidos de América”.
La enigmática modelo convertida en primera dama también habló sobre sus proyectos con NFT, destacando que “algunas de las ganancias” se destinarán a apoyar a niños de acogida. Cuando una primera dama abandona la Casa Blanca, lo habitual es que done sus vestidos más emblemáticos al Museo Smithsoniano de Arte Americano ubicado en Washington D.C., que custodia, entre sus más de tres millones de objetos, vestidos de Jackie Kennedy y Michelle Obama. Sin embargo, Trump no ha seguido los pasos de sus predecesoras y decidió sacar a subasta a principios de año parte de su patrimonio estilístico, convertido en obras de arte digitales a través de tokens no fungibles. Trump nunca ha anunciado públicamente cuánto dinero ha ganado con las ventas de estos artículos virtuales, ni tampoco ha especificado qué parte de las ganancias se destinarán a fines benéficos.
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También se le preguntó por qué nunca había aparecido en la portada de la edición estadounidense de la revista Vogue, como sí hizo su antecesora, Michelle Obama, hasta en tres ocasiones durante el mandato de su esposo, así como la actual primera dama, Jill Biden, quien apareció el pasado mes de junio, seis meses después de que lo hiciera la vicepresidenta Kamala Harris. “Tenía cosas más importantes que hacer en la casa Blanca que estar en la portada de Vogue”, respondió la exmodelo, tras acusar a la cabecera de “parcial”. “Tienen gustos y disgustos, y es muy obvio”, señaló.
La nueva biografía de la directora de Vogue, Anna Wintour, escrita por la periodista Amy Odell, arroja luz sobre ello. Habla de una reunión celebrada en la sede de Condé Nast, editorial de esta y otras revistas, la mañana después de la victoria electoral de Donald Trump, en la que los empleados recuerdan haber visto llorar a la directora, algo poco común en ella, quien tiene fama de apenas mostrar sus emociones. Además, detalla que desde la revista intentaron fotografiar a Melania Trump hasta en dos ocasiones, antes de la investidura de su esposo y después. Sin embargo, la autora asegura que como la cabecera “no garantizaría una portada, Melania no lo haría”.
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