Los cambios en el modo de vida impuestos por la pandemia han alterado el podio de las drogas más consumidas en Europa. La cocaína y el MDMA, dos productos asociados al ocio y los contactos sociales, han perdido el liderazgo en favor de sustancias como el cannabis o las benzodiazepinas (con efectos analgésicos o sedantes). El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías acaba de publicar su informe anual, marcado por la crisis del coronavirus, en el que señala además que los vendedores de sustancias ilegales se han reinventado y se han hecho fuertes en el comercio digital.
“Es una tendencia lógica. Sustancias como el cannabis y el alcohol se pueden consumir en casa, solos, pero para el resto de estimulantes hace falta un ambiente de fiesta”, recalca Julián Vicente, epidemiólogo jefe del organismo y uno de los autores del estudio. Un informe de la ONU ya señalaba en mayo que la oferta de cannabis no estaba tan sujeta a los viajes internacionales porque suele producirse cerca de los mercados de consumo. El psiquiatra y experto en adicciones Antoni Gual, del Clínic de Barcelona, describe dos efectos que se han observado en crisis pasadas: “Por un lado, si miramos en términos generales, el uso se reduce porque hay menos accesibilidad, pero por otro, aquellos que ya tienen un consumo problemático pueden incrementar la cantidad por las situaciones de estrés”. Una encuesta del Ministerio de Sanidad en España reflejó en los primeros meses de confinamiento esta misma tendencia. Según ese análisis, el 70% de los consumidores de sustancias ilegales habían cesado o reducido el uso de psicotrópicos.
La evolución del mercado dependerá del avance de la crisis sanitaria. “Es difícil hacer predicciones en el campo de las adicciones como en muchos otros. Lo esperable es un aumento importante del consumo de drogas cuando la situación empiece a relajarse porque la gente tiene ganas locas de salir, así que puede haber cierto descontrol inicial. Si la pandemia se prolonga, las situaciones de estrés seguirán machacando a la población más vulnerable”, augura Gual.
Al principio de la epidemia, con las medidas estrictas de confinamiento y la restricción de la movilidad, se constató un descenso generalizado en el mercado. Las organizaciones criminales reaccionaron pronto. Los camellos pusieron en marcha una nueva estrategia basada en rebajas en el mercado online, venta a través de redes sociales y el uso de aplicaciones móviles encriptadas. “Otra cosa que se observó con las medidas de reducción de movilidad es que los compradores adquieren más cantidad de una vez, para que se reduzca la exposición”, apunta Vicente.
En general, la compra cara a cara y el pago en metálico han ido dando paso a un entramado de compraventa digital que los expertos auguran que perdurará más allá de la pandemia. “Es como el teletrabajo, que no estaba muy extendido y puede que se generalice en algunos sectores. Es razonable pensar que los nuevos métodos de distribución de drogas van a continuar más allá de la pandemia”, reconoce Vicente. Este martes, Europol ha anunciado que ha desarticulado una organización de venta de objetos ilegales en Internet que incluye 500 kilos de drogas. La policía ha detenido a 179 personas en cinco países europeos y en Estados Unidos.
Los narcotraficantes también han aprovechado la dedicación de los cuerpos de seguridad de los Estados al control de la pandemia para actuar, en ocasiones, con más libertad. Los expertos han detectado que la fabricación de drogas sintéticas ―que se concentra en Bélgica y Holanda― y el cultivo de cannabis no se han reducido en el primer semestre de 2020.
Con respecto a los datos prepandemia, el informe recalca que en Europa se consume más droga que nunca. El número y la cantidad de incautaciones de cocaína son las más altas de la historia, con más de 181 toneladas decomisadas en 2018. España, con 48 toneladas, está en segundo lugar por detrás de Bélgica. En total hubo 1,3 millones de interceptaciones de alijos en 2018 en Europa, con el cannabis a la cabeza. La mayoría de estas operaciones corresponden a pequeñas cantidades confiscadas a los propios usuarios.
Se estima que alrededor de 96 millones de personas (el 29%) de 15 a 64 años en la Unión Europea han consumido drogas ilegales al menos una vez en su vida.
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