En octubre de 2018, The New York Times publicó un artículo titulado “Un consenso oscuro sobre pantallas y niños empieza a emerger en Silicon Valley”. El subtítulo era una frase de una exempleada de Facebook aún más tétrica: “Estoy convencida de que el diablo vive en nuestros móviles”. El artículo era un puñado de entrevistas a empleados de tecnológicas que tendían a ver peligros en el acceso de sus hijos a móviles y plataformas, y generó otra riada de artículos sobre la supuesta tendencia de los gurús tecnológicos a impedir que sus hijos usen las tecnologías que ellos mismos crean.
Ahora, por fin, tenemos datos fiables al respecto. The Information, un medio de suscripción centrado exclusivamente en Silicon Valley y que presume de ser la mayor redacción del mundo dedicada a tecnología, ha publicado una encuesta online a 1.053 abonados (con 1.846 hijos en total entre 1 y 18 años) sobre el uso de pantallas en sus familias. El retrato que sale es mucho más equilibrado y el demonio apenas aparece. Los resultados muestran familias distintas que controlan y limitan el uso de pantallas de los más pequeños, pero no parecen de media ejercer una censura excesiva.
“Creemos que es la encuesta más grande de líderes tecnológicos de Silicon Valley hecha hasta hoy”, dice a EL PAÍS por correo Jon Steinberg, director de la edición de fin de semana de The Information. “El Centro de Silicon Valley para el Aprendizaje Temprano hizo una encuesta a 907 padres en 2016 sobre el uso de la tecnología de niños hasta 8 años en el área de San Francisco. Era similar, pero para un grupo de edad mucho más joven (y, claro, antes de la pandemia)”, añade.
¿A qué edad dan el primer móvil, según la encuesta? A los 11 años, cuando empieza la escuela media en EE UU, aunque muchos padres intentan esperar hasta los 14, el inicio del instituto, y un pequeño porcentaje lo entrega incluso antes de los 9. ¿Usan tabletas? Sí, desde más pequeños: en la franja de los 4 a los 6 años, el 80% ya usa una, por encima de la media nacional en EE UU. ¿Juegan a videojuegos? Por supuesto, mucho antes que tienen un móvil o una red social.
¿Y las redes sociales entonces? Aunque la muestra de The Information tiende a niños pequeños (8 años de media), un 23% de los padres admite que sus hijos utilizan redes y la mitad de esos empezó entre los 10 y 12 años, antes de los 13 permitidos por las plataformas. Las redes con más éxito son las habituales: Instagram, TikTok y Snap, por este orden.
Por qué no hay certezas
La relación entre móviles, pantallas y niños es uno de los terrenos más pantanosos de nuestra época. Toda una generación de padres que creció sin internet teme ahora que sus hijos sean abducidos por algo que ellos no debieron vivir hasta adultos. Esa diferencia y la falta de evidencia en estudios que hayan analizado a humanos desde bebés rodeados por pantallas, permiten la especulación.
A los empleados que presuntamente ven las tripas de la tecnología que consumimos se les supone incluso la ventaja del mayor conocimiento. La realidad, sin embargo, es más banal y sus elecciones son igual de poco definitivas que las del resto. Al final son decisiones que dependen de muchos factores: nada garantiza que unos padres que logran retrasar a los 14 años la entrega del preciado móvil a su hija, consigan con certeza su felicidad futura o que no caiga en la adicción de Instagram, TikTok o WhatsApp.
Aunque geográficamente los suscriptores de The Information que respondieron no están todos en Silicon Valley (un 44% está en California, un 16% en Nueva York y un 33% fuera de EEUU), la dedicación al sector tecnológico es mayoritaria: un 28% trabaja en una gran tecnológica, un 21% en una startup, un 14% son inversores y un 13% incluso “ha fundado una start-up”. Solo un 23,5% eran empleados fuera de tecnológicas, aunque con un interés probable por el sector.
Son más ricos
Los resultados generales de la encuesta de The Information tienden a encajar más con la gente de rentas altas que con un supuesto sesgo anti tecnológico de los empleados en el sector: “No solicitamos ingresos en la encuesta, pero la renta familiar promedio en el condado de Santa Clara es de 130.890 dólares, según los datos del censo”, dice Steinberg. “Los ingresos familiares medios en EEUU fueron de 67.521 dólares en 2020. Por lo tanto, algunos de nuestros resultados, como el gran porcentaje de niños pequeños que tienen acceso a tabletas y videojuegos, ciertamente podrían verse afectados por los ingresos. Pero en cuanto al tiempo de pantalla, depende más de la interpretación”, añade.
La investigadora de la Universidad del País Vasco Gemma Martínez sí ve cierta relación entre renta y relación con la tecnología, aunque no directamente por los ingresos: “Las rentas altas, además de ser más hábiles digitalmente, tienen más confianza en ellos respecto a las habilidades de sus hijos”, dice. “Los de menor estatus suelen decir que sus hijos son más hábiles que ellos y está demostrado que a mayor habilidad de los progenitores la supervisión parental será más efectiva. Ese es el gran problema aquí”, añade.
Esa falta de confianza en rentas más bajas hace que se aparten del acompañamiento de los menores cuando acceden al móvil, redes, vídeos. ¿Y qué puede ocurrir entonces? “Que restringen más las actividades de sus hijos y las restricciones están asociadas con menos riesgos, pero con menos oportunidades”, dice Martínez.
La diferencia, por tanto, puede ser en el fondo más cualitativa. En la última encuesta EU Kids Online en 19 países europeos, los niños de 9 a 16 años están conectados a internet ante una pantalla algo menos de 3 horas diarias. ¿En Silicon Valley? Bastante menos hasta los 16 años. “Esas cifras se parecen más a lo que salía en la encuesta EU Kids Online de 2010″, dice Martínez. Es difícil aclarar cómo de limpias son esas cifras y si incluyen todo lo que se hace ante un dispositivo. En 2020, en pleno confinamiento, la cifra de tiempo ante pantallas de los adolescentes estadounidenses fue de 7,7, entre el doble y el triple de lo que declaran los padres tecnológicos en 2022.
Ojo con los más pequeños
La única enseñanza que los padres pueden sacar de este conglomerado de datos e indicios es que no hay directrices claras, más allá de acompañar y ayudar a los menores en sus sucesivos descubrimientos, año arriba año abajo. Además de la precaución de adolescentes con redes sociales adictivas para todos, el otro gran dato más o menos confirmado es la poca utilidad de las pantallas para bebés y niños de pocos años: “Los niños más pequeños no aprenden bien de las pantallas”, dice un artículo de la Asociación Psicológica de Estados Unidos.
Pero sigue: “A medida que los niños crecen, pueden aprender información significativa de las pantallas, pero la ubicuidad de los dispositivos también significa que los niños pueden pasar demasiado tiempo siendo sedentarios. Sin embargo, la abstinencia total del tiempo de pantalla recreativo puede ser contraproducente para niños mayores y adolescentes”. Es decir, el problema de la pantalla para los niños es el sedentarismo, no la pantalla directamente. Y de mayores puede ser perjudicial.
La encuesta de The Information da también información valiosa sobre otras elecciones de los padres tecnológicos. El consumo de vídeos online con tablets empieza fuerte en la franja 4-6 años, aunque antes también hay, sobre todo con YouTube, Netflix y Disney, por este orden. Amazon Prime e iTunes tienen mucho menos peso. Las plataformas preferidas de videojuegos son Nintendo Switch, Minecraft, Xbox, Roblox, Super Nintendo y Wii.
Como buenos padres tecnológicos, un 38% permite usar apps a sus hijos para aprender las bases y lógica del código. Un tercio de esos empieza antes de los 6 años. Las apps más populares son CodeSpark, Tynker, Hopscotch, GoldieBlox y Scratch. Entre los cinco canales de YouTube preferidos, dos son de canciones relajantes o entretenidas para pequeños (uno llamado Cosmic Kids Yoga, eminentente californiano) y los otros tres mezclan el aprendizaje científico con la diversión banal: Mark Rober, Khan Academy y Dude Perfect.
Además, hay niños que usan Apple Watch, Fitbit, gafas de realidad virtual y Alexas en casa, aunque su nivel de adopción para niños ronda el 40% o ni llega (como en el caso de la realidad virtual).
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