Las ilusiones chocaron otra vez contra el espectacular Barça contra una historia que en el siglo XXi ha sido recurrente. Pocas veces un recinto así tendrá tanto colorido rojiblanco como el que mostraba un abarrotado Camp Nou, con un mosaico para la historia. La avalancha de seguidores del Athletic fue descomunal -se habló de unos 70.000- y muchos de ellos se limitaron a disfrutar de Barcelona aquel 30 de mayo de 2015.
El Athletic no tuvo miedo a ir a la guarida de los culés para así albergar a una mayor colonia de ‘insurrectos’ deseosos de devolver las derrotas anteriores ante los blaugrana. Pero fue imposible. Cuando a los 19 minutos Messi hizo una de las jugadas del año desembarazándose de cinco rojiblancos -y mira que lo intentó Rico poniéndole la pierna- y disparando a puerta el cielo se vino abajo. Aquello olía a un nuevo disgusto.
Fue un golpe muy duro para las aspiraciones bilbaínas, que sufrieron otro varapalo en el minuto 36 con el segundo tanto firmado por Neymar tras un jugadón que resumía el tiqui-taca. Lo anotó a puerta vacía, con una serie de toques mareantes que descompuso a la defensa.
La empresa era un imposible y a pesar de una cierta contención en la segunda parte -en el primer acto hubo un remate al larguero de Williams- Messi puso el 3-0 a los 73 minutos viniendo de otra galaxia y sorprendiendo a la zaga sacando brillo a un centro de Alves. Poco después Williams puso algo de esperanza marcando de testarazo cruzado.
Ibai lo intentaría con un disparo lejano, los leones sacaron la casta para igualar una contienda que tenía el efecto desequilibrante del que no puede gozar ningún equipo, el enorme Messi.
Y Neymar la lía parda
En el tramo final a Neymar se le ocurrió rizar el rizo con una lambretta que tenía como objetivo superar a Bustinza. La jugada terminó en falta y en una ola de indignación, con Iturraspe, San José y Etxeita fuera de sí, especialmente el navarro. Lo que menos necesitaba un Athletic herido era una dosis de humillación. Valverde llama a la calma, Xavi apagaba los fuegos…
Pero en la Supercopa, sí
La final no se merecía una situación así después del enorme esfuerzo de los bilbaínos, que se vieron recompensados por las ovaciones de sus seguidores antes de que acabara una final que fue un ‘deja vu’ de otras citas. Cuando está Messi dando miedo no hay manera.
Al menos, esa final perdida tuvo una consecuencia dichosa para el Athletic: meses después llegó el botín de la Supercopa doble partido.
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