Esta vez no era ni martes ni a las siete de la mañana, como sucedió con Arabia Saudita. Esta vez era un sábado y a las cuatro de la tarde. Esta vez no hubo papelón. Esta vez hubo victoria con el rescate de Messi y, lo que antes había sido decepción y salida a trabajar en silencio, ahora fue explosión y una gran razón para celebrar el fin de semana. Pasó en el país donde Leo nació, aquí donde le agradecieron el golazo contra México hasta en el Obelisco de Buenos Aires.
En la Capital Federal, en Mar del Plata, en Mendoza… En todas las grandes ciudades argentinas y en cada pueblito… Todo giró alrededor de Argentina y culminó en una fiesta inmensa. Es el segundo partido del Mundial, pero la gente igual salió a las calles para festejar.
Hubo planes de los más diversos. Las familias, los amigos, se reunieron en casas, o eligieron bares para ir a ver el partido. Se organizaron asados en los espacios verdes, en los barrios privados. Ver el partido de la Selección y de Leo un sábado resultó el programa ideal.
Tanta era la necesidad de ganar, tanto era el deseo de victoria, tanto había pegado la derrota inesperada con Arabia Saudita, que en muchos lugares agitaban las botellas de cervezas y de champagne y empapaban a todos.
Con la victoria consumada, los argentinos se volcaron a las calles. Inclusive en Buenos Aires se acercaron al Obelisco, a ese lugar emblemático ubicado en las avenidas Corrientes y 9 de Julio. Ahí suelen los hinchas reunirse para celebrar la conquista de títulos no el segundo partido de la fase de grupos de un Mundial. Parece exagerado, pero es lo que esta vez sucedió. Resulta imposible de imaginar cómo se reflejará la alegría si Argentina es campeón del mundo…
Al cabo, ahí, en ese sitio, en el Obelisco, se le rindió tributo a Leo con un grito tan reverencial como agradecido: “Messi, Messi, Messi”. Lo mismo pasó en cada punto del país. Todo viralizándose bien rápido. Desde ese grito en ese sitio neurálgico hasta el festejo de dos chicas agitando una bandera en una calle desierta de un barrio cualquiera. Había que festejar por la selección y por Leo.