“Jamás hubiera imaginado ir a pedir fiado a la Casa Blanca, porque eso fue lo que hicieron, pedir fiado algunos miles de barriles de petróleo”, dijo Sergio Aguayo en la Mesa Política de este lunes.
La politóloga Denisse Dresser afirmó que, al acordar México en la OPEP reducir su producción de petróleo en 100,000 barriles diarios, en lugar de 400,000, gracias a otro acuerdo por el que Estados Unidos se compromete a reducir 250,000 barriles de su propia producción, el gobierno mexicano ganó en política interna, “porque se resistió a las exigencias de recorte que le exigía la OPEP, y ahora se va a beneficiar del incremento del precio del crudo en los mercados internacionales que vendrá conforme se reduzca la oferta a escala mundial. Será una especie de free bidder”.
En la Mesa Política de este lunes, Dresser consideró asimismo que México pierde con el acuerdo, y una de las razones es que el gobierno perdió la oportunidad de encarar el problema de extraer petróleo a costos superiores al precio de venta. “Pemex tiene campos que no son rentables, y eso puede seguir pasando, la extracción con pérdidas”, advirtió Dresser.
Indicó que, “peor aún, ahora estamos en deuda con Donald Trump por salir a rescatarnos, por haberse ofrecido a reducir de su propia producción lo que la OPEP le exigía a México. Y no sabemos cómo nos va a cobrar y en qué ámbito, si en migratorio, reforzando nuestro papel de policía para detener migrantes, o si nos va a cobrar con más concesiones comerciales o con el combate al narcotráfico. México vendió su alma Donald Trump con tal de producir más petróleo, y no sabemos cuáles fueron los términos de la negociación”.
Lo que debe seguir ahora, exigió la politóloga, es que el gobierno mexicano explique cuál fue la negociación con Trump y cómo pagará México esa ayuda. “Es fundamental para el comportamiento de un gobierno democrático, especialmente en tiempos de crisis”, aseveró.
Por su parte, el académico Sergio Aguayo reconoció que le sigue sorprendiendo la imaginación política de López Obrador y Marcelo Ebrard. “Confieso que jamás hubiera imaginado ir a pedir fiado a la Casa Blanca, porque eso fue lo que hicieron, pedir fiado algunos miles de barriles de petróleo”, dijo Aguayo.
En cuánto a la incógnita de lo que el presidente estadounidense le pedirá a México en pago por el apoyo recibido, Aguayo expresó sus vaticinios. “Pronostico que se va a cancelar el acuerdo con Cuba por el que este país envía médicos cubanos a ayudarnos en la emergencia por Covid19. Lo pronostico con base en la actitud belicosa de la Casa Blanca o los republicanos contra Venezuela y contra todo aquel que se acerque a los cubanos. Washington ve con pésima actitud a quienes reciben la exitosísima diplomacia médica de los cubanos, los consideran unos espías y una forma de tráfico ilegal para allegarse divisas”.
Señaló que el segundo “abonito” que pagará México “será aplicar más dureza contra la migración ilegal, se endurecerán mucho más los controles contra los centroamericanos, (pues) uno entiende que aceptaron los de la 4T el papel de controlar la migración al poner al carcelero”.
Aguayo indicó, sin embargo, que el cobro del principal, del capital, “es lo que nos costará la elección presidencial en EU, que muy probablemente perderá Donlad Trump debido a la emergencia sanitaria”, pues al mandatario le está ocurriendo lo mismo que a López Obrador, cuya autoridad moral se ve desquebrajada por la crisis sanitaria. “Por cierto -señaló el académico-, las conferencias diarias de Trump sobre el Covid están dañando mucho sus aspiraciones a mantener la presidencia”.
Aguayo se preguntó si los demócratas, de ganar la Presidencia de EU, cobraran a la 4T por su cercanía con Trump. “Lo ignoro. Es un enigma que tendrán que resolver los hechiceros de la Secretaría de Relaciones Exteriores”.
Por su parte, Lorenzo Meyer coincidió en que la duda que queda es cómo se cobrará EU el apoyo dado a México. “No sabemos que quiso decir Trump con eso de que ´ya nos lo pagara´”, indicó.
El historiador recordó que en crisis anteriores de México EU también ha intervenido. “Cuando a Ernesto Zedillo se le cayó la economía, Bill Clinton intervino para que se apoyara a México, y pidió que lo que México exportaba de petróleo se depositara en una cuenta que EU podía usar para cobrarse la ayuda económica que nos había dado. La pobre soberanía, que siempre ha sido relativa, quedó ahí hipotecada”, señaló Meyer.
Destacó que en este caso del compromiso con la OPEP no hay un documento, como si la hubo en la crisis provocada por el error de diciembre de Zedillo, pero es un hecho que la gran potencia siempre se cobra las cosas. “Entre los países no hay altruismo”, señaló el historiador, quien recordó que EU interviene siempre que hay un problema internacional sustantivo en México.
Meyer añadió que “a EU le urgía llegar a un acuerdo mundial sobre el precio del petróleo, México era para ello una molestia, porque para EU echarse el compromiso de no mandar al mercado externo 250,000 barriles diarios, no es gran cosa, pero lo apunto en el libro del ´nos deben´. Ni modo”.
Lo que queda es reconocer que “se tiene ese débito con EU, que siempre se lo va a cobrar, hay que ver cómo se va a negociar. De momento, sí se salvó la coyuntura, y en buena medida la política es eso, estar salvando coyunturas.”
Reconoció que, “de por sí, México tiene una posición muy débil, en petróleo y en otras cosas, y en este caso se salvó de tener que disminuir 300,000 barriles diarios, a un precio mucho más bajo de lo que se quería. El problema está en los precios, se sigue vendiendo petróleo a precios con los que no gana gran cosa, pero en este momento el asunto es no perder. Cualquier cantidad de divisas que entren es buena, dada la coyuntura. Pero no hay duda de que tenemos una deuda peculiar con EU, porque no está escrito en ningún papel”.
Lorenzo Meyer recordó que “la relación de México con la OPEP ha sido problemática desde el inicio. La OPEP fue creada por los países productores para defender los precios frente a las grandes potencias. México vio con buenos ojos a la OPEP, pero no se atrevió a entrar, se quedó a la mitad, debido a su cercanía con EU, recibiendo los beneficios de la defensa de los precios que hacía la OPEP, pero sin el compromiso político. Ese es el trasfondo histórico, una relación bastante ambigua frente a la dureza de los grandes productores de entonces”.
Meyer distinguió la situación de México, que “a raíz de la expropiación petrolera en 1938 ha sido un productor relativamente secundario”, de la de Arabia Saudita, el líder de la OPEP. “Arabia Saudita se puede dar el lujo de aumentar o reducir su producción de petróleo, pero en grande, uno puede preguntarse si es un país o un gran pozo petrolero con algunas características de país, porque es básicamente petróleo. Ellos sí pueden darse el lujo de decidir si suben o bajan la producción”.
En cambio, “México está en una situación de crisis económica, y pedirle que le baje a su producción, que no es mucha, una proporción muy grande, era difícil de aceptar”.
Reconoció, sin embargo, que el gobierno mexicano debió defenderse de manera más diplomática. “La posición mexicana fue muy dura, muy abrupta”, indicó.