Este miércoles, un hombre en el aeropuerto de Arequipa (Perú), que permanece inoperante por la inestabilidad política.STRINGER (REUTERS)
Las protestas que han paralizado Perú tras el intento de autogolpe del expresidente Pedro Castillo y su posterior detención hace una semana ya han disparado las alarmas más allá de sus fronteras. “No hay forma de salir de la ciudad”, aseguraba a este periódico Luz María Díaz, una turista mexicana atrapada en Cuzco. Allí se está viviendo una de las situaciones más complicadas. La ciudad ha sido tomada por los manifestantes más violentos, que han anegado las principales carreteras y ocupado el aeropuerto, dejando a decenas de mexicanos atrapados en sus hoteles. El embajador de México en el país andino, Pablo Monroy Conesa, ha informado este miércoles a las decenas de turistas atrapados allí que “el aeropuerto continúa cerrado y la carretera hacia Lima bloqueada”, por lo que no pueden “sugerir o coordinar traslados”.
La recomendación general, dirigida a todos los connacionales atrapados en el país, “unas 250 personas” según el embajador, es que permanezcan en los hoteles, se registren en la embajada y esperen nuevas indicaciones. Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores, ha escrito que está “en comunicación con varios grupos de mexicanos en Perú” y que se están organizando para dar “apoyo para alimentos” y “acelerar el retorno”.
Sin embargo, algunas personas atrapadas en Cuzco lamentan que el Gobierno no se haya puesto en contacto. Cada vez es más difícil conseguir alimentos y muchos, que llegaron allí con el dinero justo, se están quedando sin fondos para costear su estancia. Luz María Díaz está refugiada en el hotel Danna Inn, en el centro de la ciudad, con otras 18 personas de nacionalidad mexicana. Su vuelo debió salir el martes, pero la aerolínea les canceló el boleto cuando los manifestantes tomaron el aeropuerto. “Intentamos buscar la forma de llegar a Lima vía terrestre, pero nada. Nadie nos quiere llevar. Las carreteras también las han tomado los manifestantes”, comenta Díaz.
Rocas colocadas para bloquear la carretera Panamericana Norte, cerca de Trujillo, en el norte de Perú.Lucas Aguayo Araos (Bloomberg)
Ella y el resto de compañeros han intentado sin éxito contactar con la embajada. “No nos contestan. Ni siquiera nos han enviado notificación al correo que dimos al entrar al país”, aseguraba Díaz por teléfono. El embajador asegura que están atendiendo “todos y cada uno de los casos de mexicanos afectados por la situación”, pero Marcia Martínez, otra mexicana atrapada en Cuzco, también se queja de la falta de respuesta de las autoridades: “La embajada no nos dice nada. Nada más nos recomienda que nos mantengamos atentas”. Ha viajado hasta allí para acompañar a su madre, Rosa María Sánchez, que llevaba mucho tiempo ahorrando para hacer este viaje. Ahora no saben cuándo volverán. “Al menos ha visto el Machu Picchu, que era su sueño”, expresa Martínez.
Las calles estaban tranquilas al principio, cuenta esta turista. “Como mucho había 40 o 50 manifestantes, pero luego en la noche llegaban los agitadores y rompían las entradas a algunos comercios, quemaban llantas y basura”, relata. Después se fue juntando cada vez más gente en las calles, “llegaron cientos o miles de personas” de las comunidades que rodean la ciudad y empezaron a cerrar todo. “Tuvimos que regresar al hotel a mediodía y apenas salimos”. Luego decretaron el estado de emergencia, y el efecto fue inmediato: abrieron los negocios, la gente salió a las calles, se fueron los manifestantes y abrieron algún restaurante”, dice esta mujer, directora creativa de una empresa de diseño. Y en medio del caos y la incertidumbre que se vive allí, añade un detalle: “Y hay música en las calles, y libros, pudimos comprar libros en un puesto de segunda mano en la calle”.
Este martes, viajeros afuera del aeropuerto de Cuzco, cerrado por las protestas.STRINGER (REUTERS)
El Gobierno que relevó al gabinete de Castillo, encabezado por la presidenta Dina Boluarte, ha decretado el estado de emergencia durante 30 días por las movilizaciones y el recrudecimiento de los choques con las fuerzas de seguridad, que por el momento han dejado siete muertos. Las exigencias de los manifestantes incluyen la disolución del Congreso y la convocatoria de unas nuevas elecciones. México es uno de los países de América Latina, junto con Colombia, Argentina y Bolivia, que apoya abiertamente al maestro de escuela que llegó al poder hace un año y medio. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue incluso más allá al ofrecer asilo político al exmandatario, cuya situación procesal se definirá este jueves mientras la Fiscalía pide 18 meses de prisión preventiva.
Mientras tanto, las movilizaciones no cesan y con ellas los bloqueos de carreteras y transportes. Hay vuelos que han sido reprogramados para este viernes, pero poco a poco van atrasando las fechas. Marcia Martínez y su madre iban a volar el 17, este sábado, pero hoy les han cancelado el vuelo. Ahora están atrapadas en el hotel San Agustín Dorado y no tienen un horizonte claro al menos hasta el 18. “Estamos con la incertidumbre de que abran el aeropuerto”, se lamenta, “porque mi madre solo trae medicina para dos días más”. La necesita para la hipertensión, el hipotiroidismo y la ansiedad. En un contexto de tiendas y comercios cerrados por miedo a la violencia que asola la ciudad, no saben si van a poder conseguir más. “Ya queremos volver a nuestro país”, sentencia Martínez.
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