Michael Bublé es todo lo que está bien. Es emoción y diversión. Recuerdos y alguna lágrima. Sorpresas y piel de gallina. Michael Bublé es Michael Bublé. Y por y para él, más de 13 mil personas se reunieron este miércoles en el Palau Sant Jordi para dar la bienvenida al mes de febrero con la mejor banda sonora. Sí, la de Michael Bublé.
Con la impuntualidad permitida en un show de esta categoría, las primeras notas de ‘Feeling good’ empezaron a sonar cuando pasaban unos minutos de las nueve de la noche. Mientras se alzaba el telón que escondía a los más de 25 músicos de la orquestra que acompaña al canadiense, Michael Bublé aparecía en el escenario como lo hacen las grandes estrellas.
Aclamado por un Palau Sant Jordi lleno a rebosar, el artista interactuó con un público entregado que no dejó de entonar todos los temas que Bublé brindó a su audiencia. Sexy, emotivo y divertido, el canadiense ofreció su mejor versión en cada momento.
Durante la más de hora y media que duró el concierto, también tuvo tiempo de homenajear a Elvis Preysler, pocas semanas después de la muerte de su hija Lisa Marie. El cantante abrazó al Rey del rock y lo trajo de nuevo a la tierra. Un homenaje a la altura, un homenaje que sólo podría firmar Michael Bublé.
Con su exquisito concierto, el canadiense logró en Barcelona ‘enterrar’ para siempre al “chico de los villancicos”, una parte de él que parece que ya sólo volverá en Navidad. Porque, sin duda, Michael ha logrado hacerse un hueco entre los más grandes.