Apenas quedan jugadores en el vestuario de los Minnesota Timberwolves. Hay que viajar al día siguiente a Nueva York y tampoco hay mucho que celebrar, rendido el equipo de Minneápolis ante el empuje de los Raptors en su cancha (122-107). Aunque en la NBA, donde el presente queda rápidamente sepultado en el pasado para lo bueno y para lo malo, las alegrías y las penas son relativas, el ‘never too high, never too low’ que dicen.
Lo sabe mejor que nadie el más veterano de la sala, Mike Conley -35 años-, que, acabado de vestir, toma asiento y, sin prisa coge su cena en medio de la calma del vestuario, algo perturbada por alguno que otro pegando voces y silbando, un pachorra sin preocupaciones en la vida y, menos, una derrota en la NBA. Comer es un buen momento para volver del todo a uno mismo tras el ajetreo de un partido, cuando el esfuerzo derrochado hace también que cualquier aperitivo sepa a manjar.
Pero, antes del primer bocado, Aaron Freeman, uno de los responsables de prensa de los Wolves, le pide al base si puede hablar, en especial sobre Marc Gasol. Y a Mike Conley, pese a que deja de un lado su bol de arroz, verdura y pollo, se le hace igualmente la boca agua. Un placer aún mayor hablar sobre su ‘alma gemela’, permaneciendo incluso en la distancia esa amistad íntima que se forjó en su más de una década juntos en los Memphis Grizzlies (2008-2019), la era del ‘Grint-and-Grind’, la más esplendorosa hasta el momento para la franquicia de Tennessee. Se le dibuja una sonrisa radiante. Se derrite hablando de él.
“No es que hablemos todos los días, pero mantenemos el contacto, hablamos sobre la familia, los niños y esas cosas”, afirma Conley. Una de las conversaciones de Whatsapp que han mantenido desde que Marc cerrara su etapa en la NBA y volviera a España en septiembre de 2021 -hace apenas todavía año y medio-, fue más corta de lo que el base hubiera deseado.
-¿Qué pasa tío? ¿No vas a intentar volver?-, le preguntó con tanta curiosidad como ilusión Mike.
-No-, respondió, claro, seco y conciso el mediano de los Gasol, tan sincero y, sobre todo, natural él.
“Le he dicho a Marc de volver para jugar conmigo, todavía tiene nivel NBA”
Tampoco su amigo del alma pudo doblar al Marc tan ‘terco’ ante lo de volver a la NBA, el gigante de piedra ante las constantes tentaciones en forma de ofertas que le han seguido llegando porque simplemente su corazón no está más y nada más que en Girona, una especie de tercer hijo el club gerundense para el de Sant Boi y que se ha hecho mayor muy rápido, en la ACB ya tras ver la luz en 2014, al cargo Marc como presidente y todavía jugador a sus 38 años y vicepresidente Pau Gasol.
“Le di una oportunidad, intenté que volviera para que jugara conmigo de nuevo. Y me dijo “no”, en plan “déjame solo””, bromea el base de los Timberwolves. “Él tiene un propósito allí. Ama su equipo, la encanta jugar para su equipo, construir su marca es especial para él, algo especial también para su familia. Esto depende de él, todavía es lo suficientemente bueno como para jugar en la NBA, pero ha elegido jugar allí en España”, explica un Conley que reconoce el mismo tiempo la obra de Marc en Girona, donde decidió compaginar la manga larga del traje con la corta del uniforme en diciembre de 2021 después de un último curso en la mejor liga del mundo en los Lakers.
Mike Conley y Marc Gasol fueron ‘ese par’ que hizo las delicias en la década más prolífica que ha conocido Memphis con 7 seguidas apariciones en playoffs en ese periodo junto a también los Zach Randolph y Tony Allen, prosiguiendo y haciendo crecer la cultura ganadora que había sembrado Pau Gasol con el desembarco de Conley en 2007 como número 4 del draft de ese año y el de Marc en la franquicia el mismo año que se fue su hermano mayor a Los Ángeles, en 2008. El jugador de Arkansas compartió vestuario con los dos Gasol y, al mismo tiempo, vivió su marcha de Memphis.
“Pau era un ‘gigante amable’. Tenía un gran conjunto de habilidades, ponía cosas extras en la cancha. Marc era completamente opuesto”, describe Conley, al que, antes de seguir, se le escapa una risa antes de recordar cómo era el mediano de los Gasol en el parqué. “Marc era extra físico, intentaba siempre ser agresivo, volver loca a la gente (risas). Pero al final del día ambos tienen una personalidad sincera y genuina. Les importaba de verdad el juego y eran grandes compañeros”, rememora Mike Conley.
El encaje perfecto, Conley y Marc Gasol eran el punto y la “i”, tan diferentes por fuera -los menudos 1,85 del base, un enclenque al lado de los siderales 2,11 del pívot-, tan idénticos por dentro, no sólo recíprocos sus caracteres en la pista, también fuera por su misma y generosa manera de ver la vida, su respeto por ese proverbio que circula en el entorno de la NBA y el deporte estadounidense de “devolver a la comunidad todo lo que te ha dado”.
En ese sentido, es conocida la implicación del Bàsquet Girona y del propio Marc en causas sociales, colaborando con organizaciones como Cáritas y a la limpieza del medio ambiente -sus jugadores han hecho recogida de residuos en playas-, además de la contribución del pívot en el rescate de refugiados con Open Arms en 2018 en una travesía por el Mediterráneo que tan marcado le dejó.
“Marc volvía locos a los rivales”
Por su parte, Conley fue uno de los que levantó la voz con la muerte de George Floyd en 2020. En la reanudación de la NBA tras la fase más dura de la pandemia, se podía ver en el reverso de la camiseta del base la frase ‘I Am a Man’ (‘Soy un Hombre’), que, como explicó Marc Spears entonces en andscape.com, fue el lema acuñado por los manifestantes en la Huelga de Memphis de Sanidad de 1968 por las pobres condiciones laborales, el racismo y la discriminación -también en los salarios-, que sufrían los trabajadores negros.
El base también ha donado dinero a hospitales en otro de sus hitos sociales. Ha sido premiado tres veces por la NBA con el galardón NBA Sportsman Award por su implicación en causas solidarias. Junto a Marc, también llevaron a cabo iniciativas solidarias juntos representando a los Grizzlies.
El hito deportivo más importante que alcanzaron Marc Gasol y Mike Conley se remonta a 2013, cuando llegaron a las Finales de Conferencia en el techo de la franquicia en la NBA, yendo a topar con los Spurs del ‘Big Three’ Duncan-Parker-Ginóbili, que perdería las Finales ante los Heat de LeBron, Wade y Bosh. Sin embargo, no fue esa la temporada en la que el base vivió su momento más emocionante con Marc, el cual recuerda como si fuera capaz de retroceder en el tiempo y plantarse ahí, en ese instante de bendita locura. El desafortunado testigo, también San Antonio.
“He vivido unos cuantos momentos especiales con Marc. Pero el gran momento fueron las series contra los Spurs de 2017 (primera ronda). Anotó el tiro ganador, fuimos todos a abrazarle a media pista y luego él fue a celebrarlo con fu familia y todo. Memorable”, recuerda con emoción Conley.
Con una unión con Gasol tan profunda e intensa que ambos eran capaces de vivir en los pensamientos del otro, de decírselo todo con una intensa mirada, el base de Arkansas, defendido por Danny Green, hizo llegar al de Sant Boi un balón bombeado a falta de 4 segundos por jugar de la prórroga con 108-108 y su corte dejó a solas al pívot con LaMarcus Aldridge, al que soltó una bomba que no pudo alcanzar el interior para desencadenar el delirio en Memphis. Eran los Spurs de Tony Parker y también de Pau, en el banquillo en ese momento.
Fue aún así otro fatal desenlace contra San Antonio para unos Grizzlies que chocarían hasta en tres de sus 7 participaciones consecutivas ante el conjunto de Texas, con las Finales de Conferencia de 2013, y las primeras rondas de 2016 y esa de 2017 con el ‘buzzer-beater’ del hoy pívot del Girona. La virguería de Marc empató una eliminatoria que acabó 4-2 para los Spurs.
Marc Gasol hizo probar a Mike Conley todas las emociones más placenteras, de casi llorar de emoción, de puro amor -el pívot le llegó a estampar un beso en una entrevista postpartido-, pero también de troncharse de risa con el lado campechano del de Sant Boi.
“Recuerdo una anécdota muy graciosa, creo que fue cenando en Phoenix. Marc es un gran bebedor de vino y me introdujo al vino. Me hizo probar la grappa, la cual nunca había probado. Fue muy divertido, él no se podía parar de reír y yo me reía con él, una de las mejores noches que he tenido. Marc es especial como persona humana y disfruta con la gente a la que quiere”, rememora Conley.
Pero, en términos del Marc Gasol ‘parrandero’, el base todavía no da crédito con ese Marc desatado engullendo cerveza y agitando a la multitud en la rúa de los Raptors por Toronto tras la consecución del anillo en 2019. “Cuando ganó el anillo vi cómo lo celebraba y ¡tío, fue muy divertido, muy gracioso verlo!”, recuerda un Conley que no puede evitar la risa. Y aunque era de día y hacía un sol radiante, al de Sant Boi le dio complejo de ‘ozaru’.
“En la celebración del anillo me sentía como Son Goku con la luna llena”, reconoció Marc, precisamente tomando una cerveza, en una charla con Ricardo Moya en su canal de YouTube ‘El sentido de la birra’.
Para apreciar aún más cómo de fuertes son los lazos entre Gasol y Conley, el pívot y el base hicieron una videollamada por FaceTime instantes después de que los Raptors cerraran las Finales contra los Warriors de 2019. Y en el primer reencuentro entre ambos con camisetas distintas -Marc con la del conjunto canadiense y Mike con la de los Jazz-, Gasol ejerció de encantado anfitrión de su amigo la noche anterior al partido. Explicaba Conley a Eric Koreen en ‘The Athletic’ que los hijos del pívot se volvieron locos al verle.
La nueva vida de Mike Conley
A todo el mundo, salvo esa reducida corte de los LeBron, Durant y compañía siempre dueña de su destino, le llega la hora de someterse a la inflexible voluntad del mercado de la NBA. También hasta a los hombres de casi una sola franquicia como Mike Conley, de admirada insignia de Memphis a mera moneda de cambio en los últimos años, traspasado en 2019 a los Jazz, que lo movieron en febrero a Minnesota, donde se ha reencontrado con Rudy Gobert y cumple con sobriedad el rol de base titular como sustituto de D’Angelo Russell en estos Wolves que jugarán el ‘play-in’.
El veterano exterior promedia 13,6 puntos, 3,3 rebotes y 5 asistencias en 31 minutos con un 41,6% en triples. “¿Equipos diferentes en los últimos años? Abrazo esta nueva etapa. En algún punto de tu carrera te tienes que mover por diferentes ciudades, diferentes equipos, vivir en más partes. Sólo es adaptarse a ello, en Minnesota me adapté tan rápido como pude porque llegué a media temporada”, reflexiona, con filosofía, Mike Conley, con un año todavía más de contrato pero parcialmente garantizado.
Haga ya lo que haga, el base ha continuado con una carrera monumental el éxito de la saga familiar sin ser esclavo del apellido. Su padre, Mike Conley Sr., fue un portentoso atleta de triple salto conocido sobre todo por su oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, tan especial para los Conley la Ciudad Condal y sus alrededores entre eso y lo de Marc Gasol, hijo de Sant Boi de Llobregat.
Y un padre tan alto y tan guapo siempre puede ser una arma de doble filo si el hijo toma un camino parecido, un honor al tiempo que la carga del ‘hijo de’, de que su identidad se pierda en su intento de ser lo que que esperan de él en vez de sí mismo. Pero Mike Conley hijo -con la misma estatura -1,85-, se ha hecho su propio nombre en un ambiente tan exigente como en el de la NBA, independiente del de su padre.
“¿Un padre campeón olímpico? Es difícil salirte de esa sombra”
Sus numerosos logros y honores dan fe de ello: una carrera en la NBA que ya pasa de los 15 años, máximo anotador de la historia de los Grizzlies, All-Star (2021), una vez en el Segundo Mejor Equipo Defensivo (2013) y Compañero del Año (2019). Hasta se puede decir hoy que el apellido Conley suena más ya a baloncesto que a atletismo a pesar de que el padre también fue campeón del mundo en 1993 en Stuttgart y subcampeón olímpico en Los Ángeles ’84.
“Lo de mi padre es especial. Él está un poco molesto porque le quité un poco de brillo”, bromea el base de Minnesota, que empezó probando todos los deportes -también el atletismo, cómo no-, aprovechando los talentos atléticos heredados de su padre, misma estatura -1,85-, dos gotas de agua también en cuanto a rostro.
“Pero nunca es fácil salirte de esa sombra. Tanto mi familia como yo estamos orgullosos de que haya estado en la liga tanto tiempo”, destaca Mike Conley sobre una impecable trayectoria en la NBA de la que también se “lleva” a Marc Gasol. Como decían Los Manolos en Barcelona ’92, ‘amigos para siempre’.