Milagro de Laia Sanz: llega a meta

Milagro de Laia Sanz: llega a meta

Laia Sanz llegaba a este Dakar con 12 ediciones acabadas de 12 posibles (11 en moto y una en coche). Nunca ha abandonado en la carrera más dura del mundo y en su 13ª edición tampoco tiene pensado hacerlo. Ni por asomo. En la etapa 2, sufrió una auténtica odisea de problemas, llegando de noche. “A ver si va a ser verdad que el 13 da mala suerte…”, decía. Y este jueves, debió repetirse lo mismo después de que en el kilómetro 28 de la 5ª etapa sufriera un fuerte accidente con múltiples vueltas de campana sobre una arena dura por lo mojadas que estaban por las lluvias de los días anteriores. Llegó con siete horas perdidas a meta. Iba a unos 250 km/h, según dijo su copiloto, Maurizio Gerini, a MD. Y tanto él como Laia aún no entienden qué pudo pasar para que eso ocurriera. 



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La catalana y su copiloto Maurizio Gerini no sufrieron lesiones, pero el coche quedó muy destrozado.


El coche estaba destrozado. Especialmente, la mayoría de elementos de sujeción de las 4 ruedas: suspensiones, manguetas, trapecios y el palier trasero izquierdo, entre otros elementos. Había dado 5 vueltas de campana a toda velocidad, recorriendo sin control unos 70 metros de desierto. MD hablaba entonces, en pleno momento de incertidumbre, con el piloto y jefe de filas del Astara Team, Óscar Fuertes, que abandonó en la primera etapa. Estaba muy preocupado y su principal prioridad era pensar en que Laia pudiera terminar la etapa. Lo decía con resignación. “Hay un 20% de posibilidades”, apuntaba, destacando que el Astara Team haría todos sus esfuerzos para lograrlo y que para casos así ya habían actuado con prevención contando con un cuarto coche en carrera que actúa de mochilero, cargado con recambios (el de Sergio Vallejo) y un camión en pista con un mecánico (Xoan Silva). Ambos vehículos iban a llegar a Laia para evaluar la situación, pero la solución parecía “casi imposible”.

Llegó allí poco después Vallejo con su coche lleno de piezas. “Se puede arreglar”. Fue lo primero que dijo, para tranquilidad de Laia y su copiloto Maurizio Gerini. Pero necesitaban esperar al camión porque le faltaban piezas. Llegó 50 minutos más tarde. Y entonces, empezó un trabajo de orfebrería a toda velocidad que dejó alucinados a todos. Joan López, Sergio Vallejo, su copiloto Mario G. Tomé, el copiloto de Laia, también mecánico, Maurizio Gerini y la propia Laia se pusieron manos a la obra. Sanz ayudaba en todo lo que podía. Llevaba ruedas de aquí para allá e incluso las transportaba hasta el camión para hincharlas. Un trabajo que parecía de días, se completó en algo más de 3 horas.

Finalmente, a eso de las 12.30 españolas se ponían en marcha (14.30 en Arabia Saudí). El esfuerzo de todo el equipo había valido la pena. Incluso la apuesta de Óscar de dejar parados a su cuarto coche y camión con Laia mientras su mejor piloto en clasificación, Carlos Checa (antes de la etapa de ayer era 22º), luchaba con su vehículo más adelante. El catalán había sufrido un problema con un radiador antes que Laia y su copiloto Marc Solà lo reparó. Pasó por delante de Sanz, pero no vio cómo estaba el coche porque justo en ese momento le tapaba un Side by Side que estaba adelantando. Le alcanzó a confirmar que Laia y Gerini estaban bien y continuó. Por suerte para Carlos, Checa no falló y no necesitó ayuda más allá de ese problema inicial. Con Laia ya puesta en marcha, el equipo sonreía aliviado en el comedor. Lo peor había pasado y Óscar alucinaba. Llegó a pensar que era una misión imposible. Pero pese a ello, apostó por intentar lograrla.

A contrarreloj

Una vez se obró el milagro de la reparación, Laia jugaba su propia carrera contra el tiempo. Debía llegar a tres puntos de paso horario y a la meta final siempre por debajo del tiempo límite. Si pasaba por uno de esos puntos fuera de ese tiempo, le obligarían a salirse de la especial y marcharse por carretera al vivac. Podría seguir en carrera, pero con una penalización enorme que la hundiría más en clasificación. Gastaría uno de los comodines que tiene disponibles para hacer esto. Pero para Laia, de espíritu dakariano de los de antes, para acabar un Dakar hay que terminar todas las etapas. No pensaba en otra cosa que hacerlo.

Pasó con media hora de ventaja al primer punto horario del 209. Le sobró una hora al pasar por el del kilómetro 281, y así, hasta completar toda la etapa, ya con noche cerrada en Ha’il, con solo un foco. Le acompañaba detrás Sergio Vallejo, alumbrándola por las dunas. Para hacerlo, debía ir con sumo cuidado. Un fallo de conducción o cualquier accidente podían dejarle fuera del límite de tiempo. “No nos podíamos quedar encallados”, decía la catalana. Lo hicieron una vez, pero no se podían permitir más contratiempos. Laia estaba pilotando bajo máxima presión, pero a su vez, animada por la furia que debió despertarle la mala suerte que tuvo en su accidente, en un terreno sin mayor complicación, algo por lo que Laia aún no se explicaba qué había podido ocurrir para que el coche saliera disparado y empezara a dar vueltas y más vueltas.

Laia afrontaba la carrera con objetivos muy elevados. Apostaba por dar el paso a un buggy dos ruedas motrices para mejorar su 23a posición del 2021 y aspirar al Top-15 de la general. Sin embargo, todo se torció en la etapa 2. Allí, Laia sufrió una auténtica jornada llena de mala suerte y llegó de noche tras perder más de 7 horas. Contenía las lágrimas al destacar que había llegado a ir 8ª pese a tenerproblemas en el gas. Se rehizo al día siguiente, completando la jornada, y brilló en la etapa 4 con una magnífica 20ª posición, su mejor plaza en coches en el Dakar. Sonreía. Era feliz. Quería más. Pero el Dakar es una carrera imprevisible. Un día estás arriba y al otro, a punto de abandonar. Laia lo sabe. Pero el Dakar también conoce el pundonor de Sanz y del Astara Team. No se dieron por vencidos y ganaron.




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