Lo bueno se hace esperar y, después de tres temporadas luchando por volver a la élite, más diez mil aficionados volvieron a respirar aire de Primera División en Montilivi.
El Girona sacó su once de gala en su segunda jornada de Liga y ofreció a sus espectadores el juego vistoso al que ya tiene acostumbrado a la afición. Aunque esta vez con una diferencia: en la máxima categoría.
Música a todo volumen y luces estridentes dieron paso a un encuentro que llevaba mucho tiempo esperándose y los de Míchel no defraudaron. Ante la falta de llegada que condenó al equipo en la primera jornada, los gerundenses supieron darle la vuelta ante el Getafe, como si de un calcetín se tratara.
El ritmo de juego fue bueno, la velocidad de los pases fue alta y las llegadas a portería se culminaron con disparos. Poco pudo hacer un Getafe que no supo encontrar la tecla durante todo el partido y se vio superado por un Girona que parecía multiplicarse en ciertas fases del partido.
Casualidad, o seguramente no lo sea para otros, Stuani volvió a marcar el primer gol de la temporada. Ya lo hizo en el estreno del Girona en Primera y, hoy, como no podía ser de otro modo, volvió a poner el primer gol a favor del equipo en esta temporada.
Los fichajes rindieron. Taty volvió a marcar y firmó un partido excelente. Rodrigo Riquelme sigue dejando buenas actuaciones e incluso hubo tiempo de ver a los recién incorporados, Reinier y Javi Hernández.
El Girona se gustó y su afición disfrutó con su equipo. En fases del encuentro, el conjunto rojiblanco llegó a rozar el 85% de la posesión y demostró a su gente que este año puede ser prometedor. Todos los jugadores que saltaron al verde se mostraron muy activos y se notó en la presión y en los robos de balón, que provocó que el Girona, cada vez más, mimara el esférico.
La ilusión, los goles y los tres puntos hicieron de Montilivi un estreno soñado y el viernes, frente al Celta, los catalanes volverán a tener una nueva oportunidad para demostrar que lo sucedido frente al Getafe puede repetirse.