El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ha conquistado este domingo las gubernaturas de cuatro de los seis Estados mexicanos llamados a renovar su administración, ampliando así su poder territorial y cosechando la enésima victoria en siete años de contiendas electorales. El resultado del cómputo rápido difundido por el Instituto Nacional Electoral (INE) a partir de las nueve de la noche coincide con las expectativas más prudentes de los dirigentes del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, que ya controla 18 plazas y suma ahora a sus triunfos Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas. Si estos datos certifican su proyección como fuerza dominante del mapa político, también demuestran cierta capacidad de resistencia de la oposición, que según el INE gana con holgura en Aguascalientes y en Durango.
Mario Delgado, dirigente nacional de la formación oficialista, presumió de la victoria utilizando uno de los argumentos que vertebró la campaña. “Esta es la sanción que ha hecho el pueblo de México a quienes traicionaron a nuestro país votando en contra de la reforma eléctrica. Así es la democracia; que nuestras diferencias se diriman en las urnas”, ha afirmado. Delgado y la dirección del partido formalizaron el pasado martes ante la Fiscalía una denuncia por “traición a la patria” contra los legisladores que rechazaron uno de los proyectos estrella de López Obrador. También insinuó, antes de conocer los resultados, acciones legales contra la coalición opositora Va por México en los dos Estados donde Morena no logró imponerse.
En Durango los dos bloques se declararon ganadores esgrimiendo sus propias mediciones, lo que llevó a la autoridad electoral a pedirles contención. “Vamos adelante en cinco gubernaturas y en una seguimos en la pelea. Es un día histórico para el obradorismo y la gente sigue confirmando con su voto que es un honor estar con Obrador”, había aventurado Delgado antes de zanjar: “Morena está en su mejor momento”. Finalmente el conteo rápido del INE otorgó a la oposición una ventaja de más de puntos.
Pero al margen de la disputa por el resultado de Durango, López Obrador ha logrado un nuevo éxito, puesto que su movimiento era hasta hoy oposición en los seis Estados. Es decir, el presidente, en el centro de la conversación pública del país y con una popularidad que supera el 60% según la mayoría de los estudios de opinión, resiste el desgaste y enfrente no tiene, por el momento, a ningún líder con capacidad de hacerle sombra. Según observó Francisco Abundis, director de la consultora Parametría, al principio de este proceso electoral los votantes se identificaban más con el partido, lo que en definitiva indica afinidad con el proyecto del mandatario, aunque los candidatos locales fueron tomando vuelo paulatinamente.
En Hidalgo, bastión del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde hace casi un siglo, Morena ha arrasado con una diferencia de más de 30 puntos. El exsenador Julio Menchaca ha obtenido el 61,8% de los votos, según el promedio de los datos del conteo rápido, frente al 31,3% de Carolina Viggiano, secretaria general priista. En Tamaulipas, hasta hoy gobernada por el panista Francisco García Cabeza de Vaca, investigado por defraudación fiscal, la formación oficialista ha obtenido una victoria más ajustada con Américo Villarreal. El también exsenador se impone con un promedio 51,1% frente al 43,25% de su adversario, César Augusto Verástegui.
A estas victorias especialmente simbólicas se añaden otros dos triunfos con un margen abrumador. En Oaxaca, Salomón Jara logra un 59,7% , casi 35 puntos por encima del segundo, Alejandro Avilés, que concurría por la alianza de PRI y PRD. La brecha es incluso más profunda en Quintana Roo, la joya turística de México, donde la morenista Mara Lezama ha arrasado con el 56,7%, alrededor del 40% más que su contrincante. Estos datos se explican, en parte, por la ruptura de la alianza opositora en ambos Estados, lo que ha tenido un inevitable efecto de fragmentación del voto.
En cualquier caso, lo prioritario para Morena consistía en ir ganando posiciones con vistas a las elecciones presidenciales de 2024. Junto con sus aliados, controlará, cuando los nuevos gobernadores tomen posesión, 22 de las 32 entidades federativas o Estados del país. Y en 2023 buscará hacerse también con otros dos territorios clave, cuyas elecciones están previstas justo para dentro de un año: el Estado de México y Coahuila. El control del mapa es decisivo la movilización de las bases y para el dominio del discurso. Por eso también las últimas semanas fueron tan importantes para los principales aspirantes a suceder a López Obrador al final del sexenio.
La campaña de estos comicios estatales fueron un escenario cómodo para medir apoyos e impulsar una imagen nacional. Lo hicieron los precandidatos favoritos del mandatario, de la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, pasando por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, o el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado y jefe de la bancada de Morena, Ricardo Monreal. El único en pronunciarse la noche de este domingo a través de las redes sociales fue este último. El veterano legislador, que la semana pasada pronosticó en conversación con un triunfo de Morena en cinco de los seis Estados, felicitó a los ganadores y reconoció el esfuerzo de las candidatas en Durango y Aguascalientes. “Esperamos se aclaren resultados”, escribió.
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