Muere a los 80 años Joel Schumacher, director de ‘Un día de furia’, ‘Jóvenes ocultos’ y dos Batman

Joel Schumacher, en el festival de Roma, en 2011.
Joel Schumacher, en el festival de Roma, en 2011.Alessandro Bianchi / Reuters

Retirado desde hace años, olvidado por un Hollywood en el que reinó en su vertiente más comercial desde mediados de los ochenta a finales de los noventa con un estilo ampuloso, en ocasiones hasta desatado, el director Joel Schumacher falleció a los 80 años el lunes por la mañana en Nueva York, su ciudad natal, víctima de un cáncer, que le diagnosticaron hace un año. Schumacher encadenó algunas de las mejores y, por qué no decirlo, peores películas de aquellas décadas, pero siempre fue fiel a su manera de crear. Puede que por ello desperdiciara al mejor actor posible como Batman, George Clooney, en Batman y Robin (1997), un cóctel desquiciado de personajes, actores salidos de madre, colores chillones y trajes con pezones, que al final es lo que recuerda el público de aquel filme. A su favor hay que decir que fue el último cineasta que recordó el lado alegre del caballero oscuro, que desde ese momento ha desaparecido en el siguiente paso en la saga capitaneado por Christopher Nolan. Schumacher siempre rechazó que hubiera creado un superhéroe gay solo porque él lo fuera, pero en 2006 Clooney confesó ante Barbara Walters que él así lo interpretó: como enamorado de Robin, su compañero de aventuras.

Tras una turbulenta infancia y adolescencia con drogas y alcohol de fondo, Schumacher estudió moda, fue escaparatista y se dedicó al diseño de vestuario en un puñado de películas como El fin de Sheila, El dormilón o Interiores. Tras debutar con una nueva versión de La increíble mujer menguante (1981), dio la campanada con su tercera película, St. Elmo, punto de encuentro (1985), con una representación del brat pack: Rob Lowe, Emilio Estévez o Ally Sheedy, junto a Andie McDowell, Demi Moore, Andrew McCarthy, Judd Nelson y una joven Demi Moore. Fue bien en taquilla, igual que dos años después Jóvenes ocultos, una historia de vampiros. Entre los títulos de aquellos años destaca también Línea mortal (1990), con Julia Roberts, con la que repitió al año siguiente en Elegir un amor. En 1993 llegó su mejor trabajo, Un día de furia, en la que Michael Douglas daba vida a un hombre que harto estalla de manera violenta y salvaje contra lo que le rodea.

El cineasta fue elegido para sustituir a Tim Burton cuando este se apeó de los Batman. Y así llegaron del tirón Batman Forever, con Val Kilmer, y Batman y Robin, que se intercalaron entre sendas y apañadas adaptaciones de novelas de John Grishman, El cliente y Tiempo de matar. A este cuarteto le siguieron Asesinato en 8 mm, un thriller sobre snuff movies y Nadie es perfecto (Flawless), con Robert De Niro y Philip Seymour Hoffman muy por encima de un excéntrico guion -suyo- sobre la extraña relación entre un guardia de seguridad conservador y su vecino, un drag queen. A Schumacher siempre le fue mejor en la taquilla que con la crítica.

En 2000 dirigió Tigerland, centrada en un campo de entrenamiento para reclutas de la guerra de Vietnam. Así comenzó la última etapa de su carrera, centrada en thrillers y filmes de ciencia ficción oscuros y desdibujados, salvo su versión de El fantasma de la ópera, el musical de Andrew Lloyd Webber, que obtuvo tres candidaturas a los Oscar. Eso sí, con buenos actores en personajes desaforados. El último trabajo de Schumacher fue dirigir dos episodios de House of Cards en 2013.


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