Muere a los 87 años el compositor Antón García Abril, autor de músicas para cine y televisión como ‘El hombre y la Tierra’

El compositor Antón García Abril, en su casa de Madrid.
El compositor Antón García Abril, en su casa de Madrid.LUIS SEVILLANO

El compositor Antón García Abril, uno de los autores más destacados de la música contemporánea española, ha fallecido este miércoles en Madrid a los 87 años de edad. El músico deja un inmenso legado gracias a su talento y pasión, con obras para orquesta, cantatas, conciertos, música de cámara, para ballets y 200 bandas sonoras para cine y series de televisión. Probablemente su melodía más popular sea la de El hombre y la Tierra, pero García Abril también musicó Anillos de oro, Fortunata y Jacinta, Segunda enseñanza, Curro Jiménez, Brigada central o Ramón y Cajal. En cine, compuso las bandas sonoras de Los santos inocentes, El crimen de Cuenca, Sor Citroën, La colmena, La noche de Walpurgis, Los tramposos, Los pájaros de Baden-Baden, La rusa, Gary Cooper, que estás en los cielos, Las Ibéricas F.C., ¡Vente a Alemania, Pepe!, Lo verde empieza en los Pirineos, Los subdesarrollados y multitud de comedias y de películas del fantaterror español.

Cuando recibió la Medalla de Oro de la Academia de Cine en 2014, el músico contó: “Yo fui un todoterreno. Hice cine, música sinfónica, o si quieren clásica contemporánea, canciones, óperas… He compuesto de todo. Y no hago distingos. Estoy cómodo en lo que estoy creando en ese momento. Especializarse por el cine no es malo. La ventaja del cine es que ya te da ideas previas [como la ópera o la canción] desde la imagen y la palabra. La música sinfónica nace de cero. Yo no veo que sea mala la especialización. En mi caso fue necesidad artística”. Y sobre su relación con la gran pantalla, decía: “Hace ya más de 25 o 30 años que dejé el cine. Esta medalla hace que sienta una alegría profunda, porque no me han olvidado y porque en la votación me han contado que hubo unanimidad”. Pero el cine, ¿dejó a García Abril o él dejó el cine? “Mi último trabajo fue Los santos inocentes. Yo no dejé al cine, sino que me dejaron de llamar. He trabajado muchísimo en la gran pantalla con Masó, con Dibildos, Pilar Miró, Mario Camus, Pedro Lazaga, Antonio Isasi-Isasmendi, José María Forqué… Pero es que entonces se rodaba muchísimo: las productoras realizaban tres o cuatro películas al año”.

Sobre su éxito con El hombre y la tierra, García Abril recordaba: “Hasta en Moscú una vez puse la tele al llegar a mi habitación de un hotel y justo empezaba la serie. Fue un periodo que me brindó muchas oportunidades para ampliar mis conocimientos en muchas materias. Félix Rodríguez de la Fuente contagiaba entusiasmo y emoción. Era muy gesticulante. El día de la grabación, cuando oyó la música, se entusiasmó. Tanto que me robó la partitura. Como hice toda la serie, cada dos o tres semanas nos reuníamos para hablar. Fueron casi ocho años trabajando con TVE. Entendí que había que tratar musicalmente a los animales como seres humanos. Cada animal tenía su melodía. Fue un aprendizaje enorme”.

Otro de los logros por el que se hizo popular es su dabadaba, es decir, esa musiquilla de las películas de los sesenta: “Me llama la atención cómo me persigue la monja [en referencia a Sor Citroën]. Como buen aragonés sé de dónde vengo y adónde voy, y no reniego de nada. Un crítico dijo de mí que se me reconocía hasta cuando toco el timbre de una casa. Y no sé si eso es bueno o malo”.

Sobre su música, decía en su 80 cumpleaños: “He mantenido una línea estética y ética en la que no me he movido de los grandes postulados que debe tener la música como elemento de comunicación entre seres humanos: no prescindir jamás de melodía, armonía y ritmo musical. Son valores que considero eternos. No es verdad que le haya dado la espalda a la vanguardia. La he vivido con pasión y me atrae, siempre que no esté en contra de los valores estéticos. También hay obras de vanguardia casi miserables”. Y definía la música de forma contundente: “La música es el arte que representa el alma. Y la emoción es la huella que me gustaría dejar”.

Muestra de su trabajo ecléctico son, junto a las obras mencionadas, su ópera Divinas palabras para el Teatro Real de Madrid estrenada por Plácido Domingo en octubre de 1997, el ballet La Gitanilla para el Ballet Nacional de España o el encargo de la violinista estadounidense Hilary Hahn de la obra Six partitas for solo violin, estrenada en el Music Center at Strathmore de Washington en 2015. García Abril fue catedrático en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, así como en la Escuela de Altos Estudios Musicales en Santiago de Compostela. Durante casi treinta años ejerció esta actividad docente de manera continuada. Por sus clases pasó una buena parte de los compositores que hoy destacan en el panorama de la creación musical española.

Nacido en Teruel en 1933, en 1989 compuso el Himno de Aragón. Además, fue miembro de la Generación del 51 y uno de los fundadores del grupo Nueva Música (1958). Entre la multitud de premios recibió el Premio Nacional de Teatro (1971), Premio Nacional de Pedagogía e Investigación Musical (1991), Premio Nacional de Música (1993), la Medalla de las Artes y Ciencias Cinematográficas (2014) o la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1998). Era académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.


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