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Muere el exbanquero Francisco Luzón, símbolo de la lucha contra la ELA

Francisco Luzón López, fotografiado en 2010.Cristóbal Manuel

El banquero y economista Francisco Luzón López ha fallecido este miércoles a los 73 años. Padecía ELA (esclerosis lateral amiotrófica) desde octubre de 2013, aunque lo anunció en 2016. Empezó a trabajar en el sector en 1972 y fue uno de los profesionales más destacados de la banca durante cuatro décadas, ya que participó en su transformación, las más importantes fusiones y la internacionalización. Ocupó altos cargos en el Banco Vizcaya, BBV, Argentaria y el Santander.

Inició su andadura financiera en el Banco Vizcaya con 24 años y con 37 fue nombrado director general de la entidad y posteriormente consejero de los bancos más importantes del grupo: Banca Catalana, Banco de Financiación Industrial y Banco Occidental. Luzón llegó a ser consejero del Banco de Vizcaya y uno de los delfines del presidente, Pedro Toledo, que pilotó, antes de su muerte, la fusión con su eterno rival, el Banco de Bilbao. En 1988 Luzón fue nombrado miembro del Comité de Integración del naciente Banco Bilbao Vizcaya hasta que fue designado consejero director general del BBV y pasó a formar parte del comité de dirección de este banco.

Sin embargo, Luzón huyó de la convulsa fusión, donde destacaron las luchas fratricidas entre las familias de Neguri, y pasó a la banca pública, a la presidencia del Banco Exterior de España, de la mano del ministro socialista Carlos Solchaga. Sustituyó a Miguel Boyer, y saneó la entidad para crear la corporación pública Argentaria (que agrupaba al Banco Exterior, Caja Postal, Banco de Crédito Industrial, Banco de Crédito Local, Banco de Crédito Agrícola y el Banco Hipotecario).

Participó en la privatización del 75% del capital de Argentaria y a finales de 1996, tras la llegada al Gobierno de José María Aznar, Luzón presentó su dimisión como presidente de Argentaria y le sustituyó Francisco González, quien luego acabaría en la presidencia del BBVA.

En noviembre de 1996, Luzón se incorporó al Banco Santander como consejero y director general adjunto al presidente Emilio Botín. Allí participó en la transformación del grupo, la fusión con el Banco Central Hispano en enero de 1999 y, sobre todo, en su expansión en Latinoamérica. El banquero fallecido fue nombrado responsable de banca del BSCH en Latinoamérica, y ese mismo año lanzó el portal universitario en lengua hispana Universia.

En vídeo, la última entrevista que concedió Francisco Luzón.CARLOS ROSILLO | LUIS MANUEL RIVAS

Entre 1999 y 2012 convirtió al Santander en la primera franquicia bancaria de América Latina con presencia en 10 países. Destacó sobre todo la compra de entidades en Brasil, país que Luzón consideraba clave para dominar el continente, aunque su implantación fue más lenta y costosa de lo que planeó. En enero de 2012 se acogió a una prejubilación millonaria y abandonó su puesto al frente de la división americana del Santander.

Luzón había realizado una carrera completa en la banca, desde abajo a las más altas cúpulas. Su salida estuvo relacionada con su apuesta por ser número dos de la entidad, cargo que en aquel momento ocupaba Alfredo Sáenz, y sus desavenencias con el presidente Botín.

Su experiencia vital fue una superación constante, lo que le hizo un hombre ambicioso y vital. Aunque nació en la localidad conquense de Cañavate, su familia emigró a Bilbao en busca de trabajo cuando Luzón apenas tenía cuatro años. Se pagó parte de los estudios de bachillerato en los Padres Paulinos, trabajando durante cuatro horas diarias en la imprenta del colegio, apunta la agencia Efe. Aunque su intención era estudiar Periodismo, se licenció en Ciencias Económicas en la Universidad pública de Sarriko en Bilbao e ingresó en el Banco Vizcaya en 1972.

“Nadie está preparado para esta enfermedad”

Cuarenta años después, en 2012 se retiró con una jubilación de 63 millones. Un año después notó síntomas de su enfermedad. En 2014 le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica, enfermedad degenerativa incurable con una esperanza de vida media de cinco años. Poco tiempo después creó la Fundación Francisco Luzón para combatir la ELA y apoyar la investigación con una aportación de millón y medio de euros. Su esposa, María José Arregui, con la que se casó en segundas nupcias en 2011, es la vicepresidenta y portavoz.

En 2016, en una entrevista con EL PAÍS, comentó: “Puedo asegurarle que nadie está preparado para recibir un diagnóstico de una enfermedad como la ELA, de la que se desconoce el origen, que no tiene cura actualmente y cuya esperanza de vida se sitúa entre los tres y los cinco años”.

Luzón y Arregui han insistido en sus declaraciones públicas que los aproximadamente 4.000 enfermos de ELA en España deberían contar con ayudas del Estado porque hoy en día la supervivencia de alguien con esta enfermedad está determinada por la capacidad económica. Es decir, un enfermo de ELA bien atendido, con los recursos necesarios, vive y tiene una esperanza de vida muy superior a aquellos que no disponen de capacidad económica.

Tener ELA supone un gasto medio de 35.000 euros al año (personal cuidador, adaptaciones del hogar, dispositivos auxiliares de ayuda, tratamientos y cuidados, …). La Fundación Luzón y toda la comunidad de la ELA recogieron firmas en la plataforma Change.org para solicitar a las administraciones públicas que todas las personas enfermas de ELA independientemente de donde residan, tengan garantizado todos los cuidados necesarios para una mejor calidad de su vida.

En 2019, en otra entrevista con este periódico, explicó que cuando supo su enfermedad no se enfadó con nadie, “pero me destrozó. Interioricé que tenía ELA pasado medio año”. Luzón ya no hablaba ni escribía y usaba una tableta que le ponían ante los ojos. Miraba letra a letra el teclado y un sintetizador reproducía sus palabras, siempre asistido por María José Arregui. Luzón se mostró partidario de que el Estado garantice la supervivencia de las personas con enfermedades terminales si esa es su elección, pero también que debería “amparar legislativamente la decisión en sentido contrario”.

Luzón era atendido en el hospital público La Paz de Madrid. “Es el mejor”, según afirmó Arregui, después de haber estado en algunos de los más reputados, y caros, centros privados.


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