Muere el historiador Joseph Pérez, gran estudioso francés de la España moderna y la leyenda negra

Joseph Pérez en la Fundación Santander de Madrid, en mayo de 2015.
Joseph Pérez en la Fundación Santander de Madrid, en mayo de 2015.alejandro ruesga /

Uno también se retrata por sus héroes. Si Joseph Pérez, el hispanista francés fallecido el jueves en Burdeos a los 89 años, tenía uno, ese era el cardenal Cisneros por su defensa del bien común y los intereses generales. “Es el mayor hombre de Estado que ha tenido España. Desgraciadamente llegó viejo y tarde”, afirmaba en Madrid, cuando presentó su biografía sobre el personaje. Pérez también creía en el bien común y en los intereses generales. Sin ningún tipo de complejos se definía a sí mismo como jacobino, esto es, al final de todo, un señor que quiere que en todos los pueblos de Francia, tengan mil o un millón de habitantes, haya una escuela, una oficina de correos y un centro médico para todos. Él se sentía un producto de esa visión francesa que ahora creía en extinción: “Nací en 1931, mi lengua materna era el valenciano, no el castellano. A los cuatro o cinco años ingresé en la escuela. En la escuela jacobina entraba un pequeño español, un pequeño portugués y salía un francés. Eso se ha terminado. La idea jacobina es fundar una nación formada por ciudadanos con los mismos derechos, nadie me dijo nada por ser español. ¿Por qué no se hace con los árabes como se hizo conmigo?”.

Joseph Pérez nació en Laroque-d’Olmes (Francia) en 1931, pocos años después de que sus padres, valencianos, emigrasen a esta región pirenaica por razones económicas. La España de 1924 ofrecía pocas oportunidades de progreso. Ambas circunstancias acabaron pesando sobre el futuro profesional de Pérez, tan interesado por la Historia como por la patria de sus padres. La suma de ambas inquietudes alimentó un sólido hispanismo, especializado en la edad moderna, que en 2014 mereció el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Perteneció, junto a John H. Elliott y Geoffrey Parker, al grupo de especialistas extranjeros que ayudaron a desenredar mitos, personajes y episodios de unos siglos en los que España pasó de ser una potencia política y militar a una ruina económica.

Una de las razones que explicaba este proceso de degradación, según Joseph Pérez, residió en el desinterés de los monarcas de la casa Austria, que comienza con Carlos V. “La historia se ha fijado muchas veces en las glorias del imperio, en el momento en el que España parecía dominar el mundo y hasta cierto punto era verdad. El real de a ocho, que era la moneda española, era el dólar de la época y esto duró hasta el siglo XIX. Se comprende entonces que al fijarse en este periodo la gente tenga una buena concepción de los Austrias, pero no lo hicieron a favor de España, lo hicieron por su dinastía. Se metieron en guerras que no afectaban a España en Alemania o Flandes, y al final el país salió perjudicado”, exponía durante una entrevista en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander en el verano de 2016.

Cada dinastía tiene sus obsesiones. Cuando cambiaban las dinastías, cambiaban también las obsesiones de un país. Joseph Pérez eligió esa transición de la casa de Trastámara a la de Austria porque tuvo la impresión de que la llegada de Carlos V, hijo de la reina Juana I y de Felipe de Habsburgo, “podía significar un cambio de rumbo para España. Y creo que algo de cierto había en aquella intuición”. Una cosa eran los intereses de un monarca y otra los de los habitantes de esa monarquía. “Eso lo explica muy bien Manuel Azaña, cuando decía que en el concepto de España se confunden dos cosas, lo que pertenece a la dinastía y lo que pertenece a España; la política, el Ejército, todo esto era de la dinastía, defendía los intereses no de España sino de los Austrias. La nación era otra cosa”, exponía en una entrevista en 2015, durante una visita a Madrid para dar una conferencia.

La controvertida leyenda negra

El primer libro que publicó fue su tesis sobre la revolución comunera, el levantamiento contra Carlos V entre 1520 y 1522, que en España se publicó en 1977. Luego se sucederían obras sobre los Reyes Católicos, Carlos V, Teresa de Ávila o Cisneros. Pero no solo investigó a los protagonistas históricos, también aspectos de la sociedad de aquel tiempo como la presencia de los judíos en la Península (Historia de una tragedia fue el inequívoco título del libro que dedicó a su expulsión en 1492), la actividad de la Inquisición o efectos colaterales como la leyenda negra, a la que dedicó un ensayo que indagaba en las causas de un fenómeno surgido en el XVI que sigue despertando encendidas controversias aún hoy.

“Siempre me pareció algo exagerada, que procedía de prejuicios que había que desterrar. Me metí a estudiar la colonización y la Inquisición y concluí que no era específico de España. Las colonizaciones de Francia e Inglaterra del siglo XIX no son de color de rosa. Tampoco ninguna nación tiene el monopolio de la intolerancia religiosa, pensamos en lo que sucedió en Francia, Alemania o Inglaterra”, señalaba el historiador, que presidió la Universidad de Burdeos III entre 1978 y 1983.

Galardonado con múltiples distinciones en Francia y España (tenía, entre otras, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio y la Oficial de la Legión de Honor francesa), pertenecía a varias academias de España y Portugal. Entre 1989 y 1996 dirigió la Casa de Velázquez. Su último libro publicado en España fue la biografía del cardenal Cisneros, dentro de la colección Españoles eminentes, que coeditan la editorial Taurus y la Fundación Juan March.

Como muestra de su relación estrecha con España, el Ayuntamiento de Villalar de los Comuneros ha decretado dos días de luto oficial tras conocerse la muerte de un historiador que estuvo muy vinculado a la localidad vallisoletana, donde cuenta con una calle con su nombre.


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