Muere Lee Scratch Perry, leyenda y visionario del ‘reggae’

Lee Scratch Perry, afamado productor y artista pintoresco, ha fallecido este domingo en un hospital de su Jamaica natal, a los 85 años. De verdadero nombre Rainford Hugh Perry, fue uno de los grandes motores creativos del reggae, género en el que produjo tanto a los Wailers como a admiradores blancos tipo The Clash; a la vez, lanzaba discos propios, instrumentales o cantados.

Todo lo que sabemos sobre Lee Scratch Perry debe ser consumido con precaución: su capacidad para la automitificación y el ofuscamiento confundía incluso a los jamaicanos más fantasiosos. Aseguraba que, trabajando en la reparación de carreteras, el sonido de las piedras chocando le sugirió que tenía un futuro en la música y le empujó hacia la capital de la isla, Kingston (en su narración, “King-stone”, Piedra del Rey).

Todo lo que sabemos sobre Lee Scratch Perry debe ser consumido con precaución: su capacidad para la automitificación y el ofuscamiento confundía incluso a los jamaicanos más fantasiosos

De tamaño diminuto, Perry sobrevivió en el competitivo mundo de los sound systems (discotecas móviles) gracias a sus bailes desquiciados y su inventiva verbal. Inevitablemente, terminó colaborando con Dick Coxsone Dodd, Joe Gibbs y otros productores. Sus canciones iban desde los alardes de potencia sexual a airadas exigencias de justicia social, pasando por piezas inspiradas en el spaghetti western.

Los productores partían el bacalao en el negocio musical jamaicano y explotaban sin piedad a sus empleados. Perry interiorizó su falta de planteamientos éticos y se convirtió en una máquina de hacer éxitos, con una cambiante banda de músicos, los Upsetters y, a partir de 1974, con el estudio Black Ark como instrumento principal de su creatividad. Intuitivamente, apreció las posibilidades de la mesa de mezclas, como el inserto de bucles y el recurso a los efectos de sonido. Eso desembocó en el desarrollo del dub, técnica que deconstruía grabaciones ya conocidas en formas fantasiosas, a veces eliminando totalmente las partes vocales y añadiendo sus propios delirios. Unos experimentos que deslumbraron a muchos buscadores europeos, de Brian Eno a John Lydon.

Lee 'Scratch' Perry, en un concierto en Londres en enero de 1984.
Lee ‘Scratch’ Perry, en un concierto en Londres en enero de 1984.photo copyright David Corio / Redferns

Junto a los alucinados discos de dub, Perry facturó clásicos del reggae como Police and Thieves (Junior Murvin), I Shall Be Released (The Heptones) o Chase the Devil (Max Romeo). También cosechó muchas de las primeras joyas de Bob Marley y sus compañeros Peter Tosh y Bunny Livingstone; típicamente, vendió las cintas a una discográfica inglesa, sin avisar (ni pagar) a los Wailers. Para nada servía reclamar: Perry estaba siempre rodeado de malotes y rastas colocados; su colosal consumo de alcohol y ganja (la potente marihuana local) dificultaba cualquier conversación.

Hacía 1980, el estudio ardió. Perry siempre se atribuyó el incendio de Black Ark, necesario por razones místicas; no faltan músicos que argumentan que todo fue un accidente, fruto del descontrol general, que facilitó una oportuna huida. Por decirlo finamente, Lee no era un testigo fiable: tras un desacuerdo con Chris Blackwell, antiguo simpatizante y editor de muchas de sus producciones, sacó una canción brutal donde aseguraba que el fundador del sello Island hacía magia negra con sus artistas. Temperamentos tropicales: Lee y Blackwell terminarían reconciliándose.

Ojo: no vale repudiar a Perry como un majara. Todo lo contrario: tras abandonar Jamaica en los años ochenta, supo venderse como genio estrafalario ante periodistas y promotores crédulos. Actuó y grabó profusamente, a menudo arrastrado a los estudios por discípulos como Adrian Sherwood y Mad Professor. Flexible, se acomodó a las exigencias de artistas de hip hop como los Beastie Boys; también incursionó en géneros como el jungle o el dubstep.

Vivió en Estados Unidos y en diferentes países europeos antes de echar raíces en Zurich y crear una nueva familia con una famosa madama, Mireille Ruegg, tras una boda según el ritual Hare Krishna; Perry era también ecléctico en sus creencias espirituales. En España, le pudimos ver con frecuencia; si le caías bien, te regalaba un par de piedrecillas pulidas y te instaba a escucharlas con atención; “tienen alma”, insistía.


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