Durante una de las sesiones en Record Plant, en Sausalito (California), el bajista John McVie llevó al estudio a su nueva novia, Sandra. John seguía casado con Christine McVie, teclista y cantante, pero toda vez que su matrimonio hacía aguas, ambos mantenían relaciones con otras personas. Cuando John y Christine estaban de buenas, lo llevaban bien; cuando bebían, no tanto. Esa noche, él iba borracho (empezaba su dieta de vodka con zumo de naranja en el desayuno). Con Sandra presente, Christine no quiso ser menos y comentó que otro día llevaría a su chico, Curry Grant, ingeniero de luces de la banda. “No quiero que traigas a Curry al estudio”, gruñó John, el alma torturada de Fleetwood Mac. “Yo no tengo ningún problema con que tú traigas a Sandra”, respondió su todavía esposa. “¿Por qué habrías de tenerlo tú si traigo a Curry?”. El tranquilo John estalló: “¡Porque Sandra no significa nada para mí!”. Sandra se acercó a él, le tiró a la cara una copa de champán y salió del estudio dando un portazo. Christine resopló. “Eres un capullo”, dijo.
“Definitivamente fue una prueba, y por supuesto, hay que recordar que todos estábamos muy drogados. Quiero decir, no creo que hubiera ningún día en que estuviéramos sobrios”, explicó Christine McVie
Cuando en febrero de 1976 se inició la grabación de Rumours, la obra maestra de Fleetwood Mac, los componentes de la banda atravesaban momentos difíciles en el terreno afectivo. John y Christine McVie se estaban separando. Lindsey Buckingham (guitarrista y cantante) y Stevie Nicks (cantante), también pareja, no se soportaban. Por si fuera poco, el batería Mick Fleetwood —a quien todos los demás respetaban como líder— acababa de descubrir que su mujer, Jenny (hermana de Patty Boyd, esposa de George Harrison y luego de Eric Clapton), le estaba engañando con un buen amigo. Añade a la ecuación litros de alcohol y barra libre de cocaína. ¿Resultado? Uno de los mejores discos de rock de todos los tiempos.
Rumours (1977) lideró la lista de ventas de Estados Unidos durante 31 semanas y ganó el Grammy al mejor Álbum del Año. Con 40 millones de ejemplares vendidos, es una de las grabaciones de más éxito de la historia. Cuatro de sus singles (Go your own way, Dreams, Don’t stop y You make loving fun) accedieron al top 10 en el ranking de ventas de Estados Unidos. Todo parece indicar que fue precisamente esa atmósfera de tensión la que deparó un álbum tan soberbio. Para los cinco componentes fue algo más que una grabación: una terapia de grupo.
Stevie Nicks (izquierda, con un perro en brazos) y Christine McVie durante la grabación del disco ‘Fleetwood Mac’. la grabación fue entre enero y febrero de 1975, justo hace 45 años. Foto: Getty
El bajista John McVie en el estudio. Durante la grabación de ‘Rumours’ fue el que más recurrió a la bebida para superar sus destrozos sentimentales. Foto: Getty
Poco antes de empezar la grabación de su siguiente disco, las relaciones personales comenzaron a deteriorarse. La banda se habría disuelto si el contrato con Warner Bros. no les hubiera obligado a entregar un nuevo álbum. Convertidos súbitamente en estrellas por la efusiva acogida de Fleetwood Mac, sus enredos internos no pasaron inadvertidos para la prensa, que día sí, día también, se hacía eco de todo tipo de rumores.
“Decían que Stevie se acostaba conmigo”, contó Mick Fleetwood en el libro Stevie Nicks: Visions, dreams & rumours. “Que Christine iba detrás de Lindsey, que Stevie se veía conmigo y con John en miércoles alternos, que Stevie quería irse, que Stevie había dejado el grupo hacía meses y que esa era la razón por la que el disco se retrasaba; que Stevie practicaba magia negra y lideraba un aquelarre de brujas en Hollywood Hills…”. El título para su siguiente trabajo lo tenían en bandeja.
“Nos volvimos obsesivos con el disco, quizá porque se había convertido en un diario de nuestro dolor. Nos lo decíamos todo a todos a través de las canciones”, escribió Mick Fleetwood en sus memorias
Para la grabación de Rumours (Rumores) en Record Plant, las chicas se alojaron por su lado y los chicos por el suyo. Christine y Stevie se retiraban a descansar al albergue anexo al estudio; los chicos, que se hospedaban en la ciudad, salían todas las noches a ligar. Según relata el coproductor Ken Caillat en el libro Making Rumours (dedicado por completo a narrar la grabación del disco y repleto de anécdotas como la que se cuenta al principio de este reportaje), la rutina del grupo pasaba por llegar a las instalaciones a la hora de la cena; se obsequiaban con un monumental banquete y a eso de la una o las dos de la mañana, empezaban a grabar.
Sentimentalmente destrozados, los músicos acudían por separado a contarle sus penas al paciente ingeniero y coproductor Richard Dashut (la banda produjo el disco en colaboración con Caillat y Dashut). “Hubo lágrimas”, reveló Dashut en la biografía de Stevie Nicks. “No creo que hubiera un solo momento en que alguno de nosotros no llorase. Había rabia, gritos…”.
Los celos convivían con la paranoia que propiciaba el consumo compulsivo de alcohol y drogas. Según Caillat, Christine McVie bebía como el que más. Mick Fleetwood siempre tenía una botella de Heineken en la mano (excepto cuando necesitaba las dos para aporrear la batería). “A veces John empezaba a beber a las seis de la mañana”, afirma Caillat. Buckingham le daba a la marihuana y la cocaína, combinación que a veces le hacía perder la cabeza.
Durante la grabación de un solo de guitarra del que no terminaba de quedar satisfecho, Buckingham pidió a Caillat que borrara la última toma para registrar una nueva. El coproductor le dijo que era magnífica, pero él insistió. Esta le disgustó aún más, y dio por buena la anterior. Cuando Caillat le dijo que, siguiendo sus instrucciones, la había borrado, Buckingham mugió: “¿Que has hecho qué?”. “Se quitó la guitarra y entró en la sala de control, acercándose a mí por detrás mientras yo estaba sentado”, evoca Caillat. “Me agarró con las dos manos por el cuello. ‘¡Eres un imbécil!’, me gritó mientras apretaba”. Entre los presentes consiguieron que lo soltara y le pidiera disculpas.
La famosa fotógrafa Annie Leibovitz quiso retratar el drama sentimental que vivían los integrantes del grupo con ellos metidos en la cama y desde un plano cenital. Fue en 1977 y para la portada de la revista ‘Rolling Stone’.
Portada de ‘Rumours’, la obra maestra de Fleetwood Mac.
Nicks le dio la réplica en Dreams, canción que describió así: “Como soy la chica vaporosa que cree en las hadas y los ángeles, y Lindsey es un tipo duro, todo se resuelve de otra manera. Lindsey dice [en su canción]: ‘Vete y sal con otros hombres y vive tu vida de mierda’, y yo canto sobre la lluvia que te limpia. Estábamos llegando desde ángulos opuestos, pero realmente estábamos diciendo exactamente lo mismo”.
Christine McVie compuso Don’t stop pensando en John (“si tu vida fue mala para ti, solo piensa en lo que vendrá mañana”) y las bonitas palabras de Oh daddy se las dedicaba a Mick, el único padre del grupo en ese momento, deprimido por la infidelidad de su esposa (“me calmas con tu sonrisa, me dejas saber que eres lo mejor de mi vida”). “Definitivamente fue una prueba, y por supuesto, hay que recordar que todos estábamos muy drogados. Quiero decir, no creo que hubiera ningún día en que estuviéramos sobrios”, explicó Christine McVie en una entrevista a Mojo. Otro de sus temas, la exquisita balada Songbird, nació con vocación de bálsamo: “Para ti, no habrá más llanto; para ti, el sol brillará”. Su voz y su piano en esta canción se grabaron de noche en un teatro vacío de Berkeley, con 15 micrófonos repartidos por la sala para crear un clima de actuación en directo.
Rumours finalmente necesitó “siete estudios de grabación, un año entero y más de un millón de dólares” para completarse, evalúa Mick Fleetwood. Por fin, el 4 de febrero de 1977 llegó a las tiendas. “Nuestros traumas y nuestros esfuerzos no importaron una vez que Rumours alcanzó el número uno de ventas el 21 de mayo de 1977, desbancando a Hotel California, de los Eagles”, reflexiona el batería. La autenticidad de las letras, la excelencia de las melodías y el concienzudo preciosismo de los arreglos fueron captados por el público, que compró en masa este álbum, pináculo del rock adulto y de belleza atemporal.
Si Rumours se hubiera grabado en 2020 no sonaría muy distinto. Crearlo fue una tortura emocional que, insospechadamente, se tradujo en una catarsis individual y colectiva de la que salió pura magia.
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