CIUDAD DEL VATICANO — El papa emérito Benedicto XVI tuvo una larga e ilustre carrera como uno de los teólogos destacados de la Iglesia católica. Sin embargo, a pesar de todos sus logros y distinciones, siempre se le conocerá por ser el primer pontífice en renunciar en 600 años.
El excardenal alemán Joseph Ratzinger fue el encargado del Vaticano de velar por el apego a la doctrina antes de convertirse en papa.
Luego, después de ser elegido pontífice en 2005, continuó el rumbo conservador establecido por San Juan Pablo II, pronunciando sermones intelectualmente rigurosos en los que lamentaba cómo el mundo parecía pensar que podía vivir sin Dios.
EL PAPA EMÉRITO MURIÓ EL ÚLTIMO DÍA DEL 2022 A LOS 95 AÑOS
Benedicto XVI falleció el sábado a los 95 años.
A continuación presentamos algunos aspectos destacados de su vida antes, durante y después de su papado de ocho años:
DOCTRINARIO EN JEFE
Durante casi un cuarto de siglo en el papel de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger llegó a ser conocido por disciplinar a teólogos que se apartaban de la doctrina oficial del Vaticano, en especial los que abrazaron la Teología de la Liberación, popular en Latinoamérica en las décadas de 1970 y 1980.
Siendo la mano derecha de Juan Pablo II en asuntos de doctrina, Ratzinger escribió documentos que reforzaban las enseñanzas de la Iglesia oponiéndose a la homosexualidad, el aborto y la eutanasia, y en los que se afirmaba que sólo en la Iglesia católica puede hallarse la salvación.
Pero Ratzinger también fue responsable de una de las reformas internas más importantes del Vaticano: Requerir que todos los casos de abusos sexuales en la Iglesia fueran enviados a su oficina para ser examinados. Ese cambio en 2001 fue una respuesta a la creciente evidencia de que los obispos estaban trasladando de un lugar a otro a los sacerdotes que abusaban, en lugar de sancionarlos.
EL PAPA 265to
Ratzinger era el favorito en el cónclave de 2005 luego de la muerte de Juan Pablo II, y fue elegido en la cuarta ronda de votaciones después de que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, el futuro papa Francisco, que se ubicaba en segundo sitio, se excluyó.
Benedicto XVI tenía unos zapatos muy grandes que llenar. En su nuevo papel de pontífice, se propuso recordarle a Europa sus raíces cristianas y buscar mejorar las relaciones con China y con la Iglesia ortodoxa.
Pero su papado de ocho años se vio empañado por una serie de tropiezos de comunicación, errores y escándalos que culminaron con un juicio penal en el Vaticano a su exmayordomo, que fue acusado de filtrar su correspondencia personal a un periodista.
RELACIONES CON LOS JUDÍOS Y LOS MUSULMANES
Benedicto XVI hizo de un acercamiento a los judíos un sello de su papado. En una de sus medidas más significativas, efectuó una amplia exoneración del pueblo judío por la muerte de Cristo.
Pero también hizo enfurecer a grupos judíos cuando rehabilitó a un obispo que negaba el Holocausto, un escándalo que el pontífice reconoció podría haberse evitado si alguien en el Vaticano hubiera efectuado una simple búsqueda en internet del nombre del obispo.
El tema de los abusos marcaron su pontificado.
Las relaciones de Benedicto XVI con los musulmanes fueron más tensas. Sacudió al mundo islámico con un discurso en 2006 en Regensburg, Alemania, en el que citó a un emperador bizantino que declaró que algunas de las enseñanzas del profeta Mahoma eran “malvadas e inhumanas”, en especial su mandato de propagar la fe “por medio de la espada”.
Un comentario subsecuente tras una masacre de cristianos en Egipto provocó que el centro Al Azhar en El Cairo, sede del saber de los musulmanes suníes, suspendiera sus relaciones con el Vaticano, las cuales no fueron reanudadas sino hasta el papado de Francisco.
LA RENUNCIA
Benedicto XVI eligió el 11 de febrero de 2013 —un día feriado en el Vaticano, en el que tuvo una audiencia de rutina con sus cardenales— para efectuar el anuncio histórico en latín de que se convertiría en el primer papa en renunciar desde Gregorio XII en 1415.
Aunque la decisión tomó al mundo por sorpresa, Benedicto XVI había estado sopesándola desde hacía meses. Durante un viaje a México en 2012 sufrió una caída en la noche, y ello le pareció una confirmación de que ya no podía mantener el paso de las agotadoras exigencias trotamundos del papado en el siglo XXI.
Su renuncia posibilitó la convivencia con su reemplazante, el papa Francisco.
Benedicto XVI le dijo a los cardenales que, debido a su edad, ya no tenía la “fortaleza de mente y cuerpo” necesarias para desempeñarse en el puesto y que estaba decidiendo libremente renunciar a su ministerio papal.
Salió del Vaticano el 28 de febrero de 2013, desplazándose en helicóptero a la residencia veraniega papal de Castelgandolfo, al sur de Roma, donde pasó los primeros meses de su retiro.
EN EL RETIRO
Benedicto XVI cumplió en gran medida su palabra de que viviría en oración y meditación, “oculto al mundo”, en el monasterio de los jardines del Vaticano.
Pero siguió siendo un punto de referencia para los tradicionalistas nostálgicos de su papado ortodoxo. Y sus pocos pronunciamientos públicos en su papel de “papa emérito” llegaron a los encabezados noticiosos y azuzaron exhortaciones de que se emitieran directrices para los futuros papas retirados con el fin de evitar confusiones en torno a quién estaba realmente a cargo de la Iglesia.
El incidente más perjudicial fue su participación en un libro de 2020 en torno a la preservación del celibato para los sacerdotes católicos.
Fue publicado en el momento preciso en que Francisco estaba sopesando si relajaría las normas sobre el celibato en el Amazonas con el fin de hacer frente a una escasez de sacerdotes.
Tras el escándalo, Francisco despidió al secretario de largo tiempo de Benedicto XVI.
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