Por Témoris Grecko
No estaríamos en esta situación si el presidente de la República hubiera asumido su responsabilidad como mandatario y su vocación como dirigente social, y hubiese lanzado una gran campaña oficial contra los feminicidios. Estaba en sus manos.
Pero, contra su mejor sentido político, escogió confrontarse con la demanda de las mujeres, soltando una de esas frases que sobreviven a los sexenios: “no me rayen las paredes”.
Las paredes no sufren.
En la esquina contraria, están las fuerzas de derecha que, a pesar de que no han perdido ni perderán la hegemonía económica, han pasado un año y medio como gringo mareado, vendiendo hamburguesas en mercado de tlacoyos.
Duramente enfrentadas entre sí, tras duros agravios mutuos, y sobre todo, arrastradas por el tsunami del 1º de julio, las derechas decían cualquier cosa sin poder encontrar un tema de impacto, unificador, que les permitiera concentrarse y recuperar energía.
El presidente les obsequió un asunto, muy claro, poderoso. No por negarse a combatir los feminicidios sino a ponerlo entre sus prioridades discursivas, y por aferrarse a su necia idea de que toda protesta social no cuartatransformizada es conspirativa e ilegítima.
Esas fuerzas de derecha jamás han mostrado preocupación por la violencia machista. Es mucho peor que eso: están en su origen, la corrupción sin llenadera, la sistemática protección a los agresores, el maltrato social y económico a la mayoría de las mujeres que no gozan de los privilegios de las clases altas, la discriminación y desprotección laboral y, al fin y al cabo, en el pacto de impunidad bajo el que han saqueado a este país, y contra el que AMLO se movilizó durante décadas.
De pronto, sorprendiendo a todos, políticos como Felipe Calderón y Javier Lozano, partidos como el PAN y el PRI, empresas como Televisa y TV Azteca, e incluso organizaciones patronales como Coparmex y el Consejo Mexicano de Negocios (le acaban de quitar el “Hombres de Negocios” porque de 60 miembros, 4 son mujeres), han anunciado su apoyo al paro femenino del 9 de marzo.
LA DERECHA… ¿FEMINISTA?
Su inesperada condescendencia no vino acompañada de anuncios que mostraran un compromiso un poquito creíble. Nadie dijo que van a pagarles a las mujeres lo mismo que a sus compañeros hombres; que van a establecer políticas estrictas de combate al acoso sexual; que van a liberar a las actrices que son usadas como escorts; que van a eliminar las condiciones de explotación y marginación que generan la violencia.
En su interesada forma de ver, los feminicidios no son más que un desgraciado problema cultural, de machismo enraizado en la tradición.
Ocultan, en cambio, que la vulnerabilidad de las mujeres es propiciada y aprovechada por el sistema económico que las explota y las violenta, y los beneficiarios son los mismos que ahora se adornan “sumándose” al paro.
Ya veo a los dueños y sus gerentes el viernes por la tarde, en la puerta de las empresas, despidiendo con amables sonrisas y pañuelos blancos a sus empleadas a las que esperan el martes temprano para exprimirlas como siempre.
Esto lo pueden hacer porque el presidente, con sus errores, dejó un vacío que sus rivales corren a ocupar, en busca de usar políticamente los feminicidios. Están llevando la causa a un ring electorero.
Y no es la única ventana de oportunidad que encontraron.
Ellos despedirán a sus empleadas con pañuelos blancos porque no hace falta que lo hagan con pañuelos violetas, ¡mucho menos verdes!
El debate reciente le ha impuesto marcos muy estrechos a esta movilización: se trata de que dejen de asesinar mujeres. Nada fuera de allí. Sería increíble ponerle fin a la violencia de género. Pero, ¿sería suficiente?
Calderón y Lozano y el PAN y la Coparmex y Televisa y tantos que se han trepado al tren, se verían incapacitados de hacerlo si estuviera pintado de violeta -con reivindicaciones laborales y de alto al acoso- y llevara banderas verdes, en defensa del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo.
Encierran el tema en poner alto a los feminicidios, una demanda incontrovertible que no les cuesta dinero asumir.
Una de las respuestas ante esta jugada es considerar que lo que suma no resta, que todos los “apoyos” son positivos. Pero ellos no vinieron a sumar, sino a aprovechar.
Y a manipular: se han trepado porque, a la vista de un movimiento orgulloso de su horizontalidad y ausencia de liderazgos, perciben que faltan mecanismos -o que no son suficientemente eficaces- para asegurar que el mensaje sea cohesionado y afinado e impedir distorsiones y capturas ajenas: sienten que van a conseguir controlarlo ellos, apoderarse de él.
A DESCAFEINAR EL FEMINISMO
Están despolitizando la causa: en su discurso, la violencia machista no es un producto del patriarcado capitalista ni un grave problema estructural, sino las reprobables acciones de algunos hombres muy mal portados, y con castigarlos basta. No se necesita cambiar nada más.
Muchas mujeres van a vestir las camisetas violetas y los pañuelos verdes, y los medios responsables lo van a contar así. Pero su alcance sigue siendo limitado.
En los espacios de influencia de Televisa, Coparmex y demás, se va a aplicar todo el énfasis en los feminicidios, como si fueran el único problema de las mujeres, un fenómeno de hoy, responsabilidad exclusiva de un presidente que, como si quisiera hacerles la tarea, se muestra insensible y tozudo.
No suma lo que viene a arrebatar las banderas, a vaciar de contenido, a descafeinar. ¡Vaya paradoja histórica sería que la más grande movilización feminista fuera instrumentalizada para devolverle el poder al patriarcado más puro y duro, el que concede un día libre pero no libertad!
Y López Obrador puede y debe ayudar a evitarlo: está a tiempo de salir del hoyo en el que se metió, reconciliarse con las mujeres y hacer de las reivindicaciones violetas y verdes un ariete para la transformación del país.
Mensaje para el presidente @lopezobrador_ #UnDiaSinMujeres #MeTieneHastaLaMadre pic.twitter.com/v4oHVXCOgW
— ?????? ?????? ?. (@JLozanoA) February 21, 2020
*La opinión aquí vertida es responsabilidad de quien firma y no necesariamente representa la postura editorial de Aristegui Noticias.