Mujeres trans y migrantes en México: ¿Qué peligros enfrentan?

Mujeres trans y migrantes en México: ¿Qué peligros enfrentan?

Ser mujer trans en México

La experiencia de una mujer en México se vuelve todavía más compleja al ser miembro de la comunidad LGBTQ+, especialmente si se trata de una mujer trans. Su identidad como mujer y la validación de sus experiencias son cuestionadas desde el sistema patriarcal cis-heteronormativo, e incluso desde algunas corrientes absolutistas del feminisimo.

Las mujeres trans se enfrentan a una discriminación exacerbada en todas las esferas de la sociedades; desde la familia al trabajo, desde el acceso a la salud a la posibilidad de tener un hogar.

En cuanto al ámbito familiar, los datos de la Encuesta Sobre Discriminación por Motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG 2018), realizada por Conapred y la CNDH, revelaron que el 49.4% de las personas con identidad de género no normativas, entre las que se encuentran mujeres trans, la descubrieron en la infancia; mientras que un tercio (28.8%), dijo conocerla durante la adolescencia.

Estas edades indican que el primer ámbito social al que tienen que explicar su identidad de género es el hogar, donde de acuerdo con la misma encuesta, casi 7 de cada 10 padres de familia reaccionaron con expresiones de rechazo o disgusto ante el anuncio de su hijo o hija.

Por otro lado, contrario a los resultados de las estadísticas disponibles, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Disciminación tiene la intención de proteger las garantías individuales de todas las personas, sin importar su orientación e identidad de género, la cual adquiere validez bajo el primer artículo de la Constitución Política de México.

Sin embargo, en relación al acceso a vivienda, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, elaborada por la Conapred, un tercio de quienes viven en el país (36%) no rentaría una habitación a una persona trans.

El acceso a servicios de salud es otra problemática que enfrentan las personas trans, pues la ENDOSIG 2018 indicó que del total de personas que han tenido algún problema para obtener atención médica por su orientación o identidad de género, 76.7% respondió que el personal médico le había hecho sentir incómodo, el 49.4% ha tenido que ocultar su orientación o identidad de género, a 38.5% no le dieron el tratamiento adecuado, y al 15.2% le han sugerido “curar su condición”.

La exclusión también se vive en la escuela y en el trabajo. En el estudio de Baruch, Infante y Soloma en el 2016, se reveló que en México el 66% de personas trans habían experimentado acoso escolar en algún momento de su vida. De igual manera, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) y la Fundación Arcoiris, encontraron datos similares, en donde casi 7 de cada 10 personas trans había experimentado hostigamiento, acoso o discriminación en su lugar de trabajo.

La manifestación más extrema de la discriminación es la violencia, en donde el homicidio trans y los transfeminicidios son su mayor expresión. En México, actualmente, no existe una estadística oficial sobre el número de transfeminicidios registrados. No obstante, la organización Transgender Europe, desde el TvT Research Project 2017, registró 337 casos de asesinatos transfóbicos en el país entre enero de 2008 y septiembre de 2017.

Por otro lado, la asociación civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, enfocada en la defensa de los derechos humanos de personas LGBTI+ en México, realizó un informe en el 2021, a partir del monitoreo de medios informativos, donde se consultaron alrededor de 300 notas informativas de enero a diciembre del 2021.

El informe reveló que en este año se registraron 55 transfeminicidios en el país, cifra que representa el 70.5% de las muertes violentas contra personas LGBTI+. El promedio de edad de las víctimas fue de 31.7 años; una de ellas era menor de edad. Guanajuato fue la entidad federativa donde se presentaron más casos de transfeminicidio (7). 21 de los 55 cuerpos de mujeres trans fueron expuestos en la vía pública tras su muerte. Y en cuanto a las armas implementadas, 18 fueron asesinadas mediante armas de fuego, seguido de 12 con objetos punzocortantes.

A pesar de la falta de estadísticas oficiales y más puntuales, la información disponible indica que la identidad de género, en este caso de las personas trans, es un criterio que les impide sistemáticamente la inclusión dentro de la sociedad, así como el goce de sus derechos humanos. Los prejuicios y estereotipos, que operan de manera cultural y estructural, promueven la marginación de este grupo en las escuelas, los centros de trabajo, las instituciones de seguridad social, e incluso al interior de las familias.

Las dificultades para reconocidos por su identidad de género, el acceso a una educación o permanecer en ella, y la posibilidad de tener un empleo que les permita un sustento, les orilla a vivir bajo condiciones precarias, con ocupaciones precarias –como el trabajo sexual–, sitación que los vuelve extremadamente vulnerables a tasas altas de violencia.

De acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (Censida), en el 2016, la tasa de prevalencia de VIH entre mujeres trans y trabajadores sexuales fue del 16%. Es el tercer grupo más vulnerable hacia esta enfermedad, luego de los hombres que ejercen trabajo sexual (24%) y hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres (17%).

Para Vanessa Maldonado Macedo, investigadora y especialista en temáticas trans del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), las mujeres trans son quienes se ven más expuestas ante la violencia y el prejuicio.

Ser mujer migrante en México

Globalmente, de acuerdo con datos del Número de Migrantes Internacionales 2020 de las Naciones Unidas, las mujeres ocupan el 49.5% de la población migrante en América Latina y el Caribe. De igual manera se indicó en la Asamblea General de las Naciones Unidas, al emitir la Declaración del Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración Internacional y el Desarrollo 2013:

“Reconocemos que las mujeres y las niñas representan casi la mitad de los migrantes internacionales en todo el mundo y que es necesario abordar la situación especial y la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas migrantes mediante, entre otras cosas, la incorporación de una perspectiva de género en las políticas y el fortalecimiento de las leyes, las instituciones y los programas nacionales para combatir la violencia basada en el género, incluidas la trata de personas y la discriminación contra ellas”.

Sobre el tema, el Instituto Nacional de las Mujeres admitió que bajo estas migraciones, las mujeres se enfrentan a riesgos diferenciados a los de los hombres: una mayor vulnerabilidad a vivir violencia sexual, y por consiguiente, a embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.

Ser mujer trans y migrante en México

La intersección de estos tres factores –género, ser miembro de la comunidad LGBTQ+, y la condición de movilidad– coloca a este grupo bajo un foco exacerbado de discriminación y violencia.

“La transfobia que opera en cada una de sus relaciones sociales, sumado a las violencias estructurales, estatales e institucionales, atraviesan sus proyectos de vida y migratorios”, indicó la investigadora Vanessa Maldonado Macedo.

Desafortunadamente, ni las autoridades mexicanas ni los organismos internacionales, aún no cuentan con una recopilación de datos suficientes para visibilizar las complejas intersecciones de esta problemática, así como la documentación de las experiencias de quienes la padecen.

De acuerdo con Unicef, la sociedad de la que provienen las mujeres trans que migran se caracteriza por una cultura patriarcal, sexista y cis-heteronormativa, la cual predomina en toda América Latina. Las mujeres trans migran con la expectativa de llegar a un lugar en el que reconozcan su identidad y puedan gozar de sus derechos, “alcanzar sus sueños, reencontrarse con sus familiares, ser protegidas y protegidos y lograr vivir en paz”.

No obstante, y conforme se ha destacado, ese camino hacia la búsqueda de una vida mejor suele ir acompañado de prejuicios y violencia machista y transfóbica, además del hambre, el cansancio, la incertidumbre y la falta de una red de apoyo, a la que se ven expuestas todas las personas migrantes.


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