Ander Murillo fue uno de los jugadores del Athletic que vivió aquel partido ante el Levante a ras de césped. “Momento muy difícil y complicado. Nos jugábamos mucho a nivel colectivo, personal e institucional. El futbolista de este club siempre se siente muy responsabilizado con su gente”, dice.
El entonces medio rojiblanco,”no era mi sitio habitual pero lo intenté vivir con la máxima dignidad posible”, recuerda el autobús a San Mamés. “Estaba lleno de aficionados, animando a tope. Hubo gente que entró llorando al vestuario de la emoción. Luego, cuando pitó el árbitro, se rompió toda esa tensión acumulada”, incide.
Del encuentro recuerda tan solo el 2-0, obra de Gabilondo, las paradas de Molina y los silbidos de la afición al final. Murillo sostiene que “en San Mamés, al menos en el viejo, había una energía que te llegaba absolutamente. Se me pone la carne de gallina solo de comentarlo. Esa energía engancha”.
El exleón asegura que “a la enorme responsabilidad de ser jugador del Athletic se le suma la historia del club. Estás jugando con amigos, vecinos, familiares. Es una influencia para bien y para mal. Mucha responsabilidad, pero también triplica tu rendimiento”.
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